Un cuento de hadas moderno
Enviado por Helena • 22 de Enero de 2018 • 6.982 Palabras (28 Páginas) • 331 Visitas
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Mientras recordaba todo eso una voz me saco de mis pensamientos, anunciando que en media hora el vuelo tomaba tierra en el aeropuerto de Heathrow.
Tras recoger mis tres maletas y de terminar con todos los tramites de aduna, por fin pude coger un taxi el cual me llevaría a mi nuevo hogar. La universidad y el apartamento se encontraban en el centro de la ciudad por que el viaje iba a ser largo por lo que me dedique a observar por la ventanilla, maravillada por los edificios que observaba. Cuando de repente lo vi blanco y enorme.
-¿Es el palacio de Buckingham?- pregunte al conductor
-Exacto… Es donde vive la familia real. ¿Ves la bandera ondeando en lo alto?- asentí mientras me seguía explicando
- Cundo la bandera está en lo más alto del mástil, significa que los reye están aquí, cuando están de viaje o en su residencia de verano en Windsor, no hay ninguna bandera.-observaba impresionada. Este señor podría ser un muy buen guía turístico.
- Yo no podría vivir allí… seguro tendría que utilizar un mapa para poder movilizarme ahí dentro.- comente divertida.
-Lo mismo digo es más una vez el rey llegó a comentar que a veces aún seguía perdiéndose en el palacio.- me relataba mientras reíamos -El rey es una persona muy amable ha impulsado muchas reformas y mejoras para la sociedad y ha hecho mucho para el que el país prospere…. Es un buen hombre.- me dijo el taxista.
-Me imagino que la gente lo admira mucho- le respondí.
-Así es, los ingleses admiramos y queremos a la familia real, la monarquía aquí es una tradición muy arraigada- me seguía relatando.
Por fin llegamos a la que sería mi nueva casa. Pagué al taxista, dándole una pequeña propina por ser tan amable y atento.
Ante mí se encontraba una casa antigua, con la fachada blanca. Los balcones y ventanales le daban un aire del siglo pasado. Mi apartamento se encontraba en el segundo piso, únicamente había un apartamento por piso. Me dirigí adentro, y para mi alivio, había un pequeño ascensor.
Al llegar allí, toqué el timbre, al momento sentí unos pasos apresurados llegar a la puerta. Una chica guapísima, rubia y alta, con ojos azul eléctrico me recibió con una gran sonrisa.
-Me imagino que eres mi compañera Anabell- me dijo amablemente y se inclinó para darme dos besos.
-Así es, pero dime Bell por favor, supongo que tú eres Meredith-le dije una vez le devolví el saludo.
-Llámame Mary...pero vamos pasa, deja que te ayude- dijo mientras se apartaba para que pudiera entrar y me ayudaba con las maletas.
Una vez dentro miré mí alrededor. El apartamento no era muy grande, pero tampoco diminuto. La amplia sala de estar, con un precioso ventanal, daba al parque que había enfrente de la casa. Todo el suelo de la vivienda era de madera, menos el cuarto de baño y la cocina, lo que le daba un aspecto confortable. Los muebles modernos y nuevos.
Mi habitación es de un suave color lila, era luminosa y casi más grande que mi querida habitación en casa. La espaciosa cama, con una mesilla al lado, estaba pegada a la pared. Enfrente había un enorme armario empotrado. Debajo de la ventana, una amplia mesa de estudios. Los muebles eran de madera de tono claro, y juveniles.
Mary y yo decidimos salir a comprar varias cosas que necesitábamos, entre ellas sábanas y toallas, y de paso ir al súper. Estaba agotada, pero si aguantaba hasta la hora de acostarme, me acostumbraría al nuevo horario.
Una vez volvimos, ya había oscurecido, por lo que decidimos hacer sencillo de cenar. Después de recoger todo, nos fuimos a las habitaciones, y me metí en la cama. Mañana ya tendríamos tiempo de ordenar el resto de la casa y de charlar más profundamente acerca de nosotras. Caí rendida en un profundo y reparador sueño.
A la mañana siguiente me desperté relativamente temprano; miré mi reloj, ya adaptado a la hora londinense, y vi que eran las nueve y media de la mañana. Me levanté de un salto de la cama, y me asomé a la ventana. Hacía un poco de frío, pero el cielo estaba despejado.
Decidí tomar una ducha y vestirme, la casa estaba sumida en silencio, por lo que deduje que Mary aún no se había despertado. Una vez duchada y enfundada en unos vaqueros y una camiseta, decidí preparar el desayuno.
-Buenos días- me saludó Mary mientras se estiraba, con el pelo húmedo.
-Buenos días Mary, ¿has descansado?- le pregunté mientras terminaba de poner la mesa.
-Sí, la verdad es que lo necesitaba; vaya, gracias por el desayuno- me dijo mientras se sentaba y se ponía un café.
-Jajajja...de nada, ya te tocará a ti hacérmelo- le dije con una sonrisa malévola.
-Eso está hecho- agregó ella.
Una vez terminamos de desayunar, nos sentamos en el sofá, dispuestas a conocernos más.
-Háblame de ti, creo que eres de Washington, ¿cierto?- me preguntó.
-Así es, allí nací y crecí junto a mis padres- le conté mientras me sentaba en el sofá, con las piernas cruzadas.
-Mi padre se llama Robert, es el jefe de policía; su mujer se llama Susan- le expliqué.
-¿Su mujer?- preguntó extrañada.
-Sí, ella es la segunda mujer de mi padre- le seguía explicando.
-¿Y tu madre?, ¿están divorciados?- me preguntó extrañada. Bajé la vista, mientras mi mirada se tornaba triste.
-Mi madre murió - le contesté con tristeza.
-Oh, lo siento de veras- me dijo con tono de disculpa y pena en su voz. -Debí haber sido más delicada...- empezó a disculparse.
-No tranquila, no pasa nada; sólo es que me sigue costando hablar de ello- la intenté calmar.
Le conté de mi vida, así como de la enfermedad y muerte de mamá, ella me escuchaba atentamente, mientras asentía y seguía preguntando. No me era muy fácil abrirme
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