Un duro despertar

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No obstante, si las relaciones entre los individuos y el estado mejoran en su pensamiento individualista y negativo se podría pensar en que todas esas fuerzas negativas como el capitalismo, el comercio, la criminalidad, el narcotráfico, el tráfico de armas entre otras, que tratan con desdén las soberanías locales, ya que odian las limitaciones que los códigos legales les imponen, y las leyes locales, no ha sido una globalización positiva sino negativa, un orden caótico al que no se debe seguir, sino establecer reglas contundentes dentro de una democratización verdadera, no copiando modelos sino estableciendo propios, tomando ejemplos de nuestros antecesores, logrando equivalente de todas estas instituciones a nivel global estaremos en capacidad llegar a la raíz de los problemas actuales de la humanidad.

De acuerdo con lo mencionado, se puede entender que gran parte de los problemas de la globalización, del cambio, de la destrucción del entorno parten de la desconexión del individuo con su ser, un individuo que anda por el mundo totalmente apático a lo que sucede a su alrededor; obteniéndose como resultado, que ya ni el amor que es el sentimiento más sublime se ha convertido en un mercader de placeres mancomunados, en los que todo se ha resumido a simplemente relacionarse con el otro por puro placer de satisfacer necesidades en común, en las que el sexo es el clamor de muchas comunidades en las que se ha perdido todo tipo de valor individual y colectivo.

Si bien es cierto, se puede pretender cambiar todo este contexto de una globalización desenfrenada en la que los individuos piensen en un despertar de la conciencia no solo individual sino colectiva en la que haya un orden y un respeto por el SER, en el que predomine una conciencia de amor y servicio.

Recapitulando, se puede concluir que los individuos han llegado hasta la luna, pero les cuesta cruzar la calle para saludar el vecino.