"la mala Sangre" Historia del crimen en Argentina.

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El inmigrante pasa a ser discriminado, maltratado y encerrado, tildándoselos de locos o degenerados, para apuntar a una raza superior. Se aspiraba a lograr esa superioridad de la raza Argentina, basada en la selección Darwiniana y bajo el lema ahora de “Gobernar es seleccionar”. Así surge en 1902, la llamada "Ley de la Residencia" dictada por Roca, que genera una imagen diferente del inmigrante de 1876, ahora es el sospechoso, el peligroso, el indeseable. Esta norma permite expulsar del país a cualquier extranjero que "comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público". (Ley de Residencia)

En el texto “La mala vida en Buenos Aires” el criminólogo positivista Eusebio Gómez sitúa las circunstancias por las cuales surgen los flagelos problemáticos en la ciudad:

. (Gómez, 1908: 20).

Surgen las teorías de estigmatizar con características físicas estándares a los enfermos mentales, a los alienados y delincuentes. Ingresa al país la clínica Francesa, que con el método patológico discrimina lo normal de lo anormal y surge la estructura del pensamiento criminológico.

La teoría de Darwin de adaptación al medio y lucha por la vida son la base de los trabajos de Lombroso, o Ingenieros, que intentan dejar por fuera de la sociedad a todo aquel que no se adaptara a la oligarquía preponderante.

“Resulta degenerado todo aquel individuo cuya anomalía física o moral atente no solamente contra la especie y la raza sino también contra los elementos propios del proyecto de la elite nacional, clase, genero, familia y sociedad”

(Gabo Ferro, 2010: 22)

b- Acerca del criminal, ¿Nace o se genera? O… se degenera?

"En realidad, para los criminales natos adultos no hay

muchos remedios: es necesario o bien secuestrarlos

para siempre, en los casos de los incorregibles,

o suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna

demasiado peligrosos"

(Lombroso, C. 1893: 314)

La patologización del crimen surge con al nacimiento de la psiquiatría como disciplina científica a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Su objeto de estudio era la locura, que tradicionalmente no era considerada una enfermedad, sino más bien un desorden del espíritu:

“ La psiquiatría como especialidad médica codificó la locura como enfermedad; como rama de la protección social, de la higiene pública, la psiquiatría codificó la locura como peligro”. (Foucault, 1974-1975: 119.)

La novedad en la década de 1880 era la irrupción de los postulados degeneracionistas y la insistencia en relacionar, la herencia biológica, los estigmas físicos y psíquicos con la locura para dictaminar la naturaleza enferma del procesado y reclamar su reclusión en un manicomio, base esta de la teoría Lombrosiana que descartaba todo tipo de influencia del ambiente en el comportamiento delictivo.

Lombroso nació en 1835 en Verona Italia, se formó en la facultad de medicina de la Universidad de Pavía. En 1866 fue nombrado profesor extraordinario en dicha Universidad y en 1871 asumió la dirección del manicomio de Pésaro. En 1871 fue nombrado profesor de medicina legal en la Universidad de Turín. Según su teoría los criminales eran seres atávicos con características físicas, anatómicas y sociales específicas que permitían su identificación. La criminalidad era innata y hereditaria y manifestaba en el presente actitudes de los antepasados primitivos. Los delincuentes considerados innatos, debido a su fisionomía simiesca, podían ser diferenciados de los delincuentes momentáneos. Estos últimos solo podían cometer crímenes pasionales motivados por determinadas circunstancias y no por su naturaleza original. Como consecuencia se sostenía que los criminales congénitos reincidían una y otras vez en el crimen de manera inevitable y no podían ser modificadas sus conductas por la intervención. De esta manera solo se estudiaba y culpaba al criminal de sus acciones, sin que entre en consideración el ambiente, ajustando la pena a la personalidad del criminal y no a la naturaleza del acto delictivo en sí.

c- ¿CÓMO RECONOCER A UN DELINCUENTE? según Lombroso

Es posible reconocer a un delincuente por su anatomía física, el padre de la antropología criminal realizó más de cuatrocientas autopsias y seis mil análisis de bandidos vivos para construir su teoría del ‘delincuente nato’ y estos son los rastros que describió: 1. Asimetría en el rostro. 2. Una frente hundida. 3. Prognatismo (cuando la dentadura sobresale del plano vertical de la cara). 4. Orejas de inusual tamaño. 5. Excesivo largo de brazos. 6. Asimetría en el cráneo. 7. Menor capacidad craneana. 8. Mayor diámetro bicigomático (anchura máxima de la cara). 9. Gran capacidad orbitaria. 10. Abultamiento del occipucio (parte posterior de la cabeza).

Así comienza a convivir en la bibliografía primero y en la prensa después, las didácticas ilustraciones de cráneos, y cerebros, junto a fotografías de “criminales” locos y prostitutas, todos degenerados portadores de ciertos estigmas de su anomalía >. (Gabo Ferro, 2010: 32).

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Por el contrario, la psicología y la psicopatología, desarrolladas en la Argentina a principios del siglo XIX tomaron, a la personalidad del delincuente, como su objeto de estudio y empezaron a explicar los actos delictivos dentro de un marco social más amplio. Así se origina la psicopatología criminal. La intensión de la criminología fue explicar como interactuaban las condiciones sociales biológicas y psicológicas en el acto delictivo. Uno de los criminólogos más conocidos en la Argentina de la época analizada, que tuvo en cuenta estas interacciones en sus investigaciones, fue José Ingenieros.

José Ingenieros nació 1877 en Palermo, Italia pero su formación fue en la Argentina. Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, se especializó en psiquiatría y criminología. También fue profesor de psicología experimental en la Universidad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Médico psiquiatra, psicólogo, criminólogo, escritor, docente, filósofo y sociólogo dirigió los archivos de psiquiatra y criminología y se hizo cargo del Instituto de Criminología la Penitenciaria Nacional de Buenos Aires