Identidad amigoniana.

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Soporte antropológico

Se hace indispensable profundizar como acogió la tradición amigoniana.

Luis Amigó y en sintonía, a través de él mismo, con la cultura cristiana, la pedagogía amigoniana ha considerado siempre al hombre como un proyecto de amor.

Jóvenes apartados del camino de la verdad y el bien:

Dentro del amplio abanico de lo que hoy se denomina, pedagogía social, el cual se centra primordialmente en los niños, adolescentes, y jóvenes, en conflicto con la ley.

El padre Luis Amigó solía referirse a ellos con la expresión jóvenes apartados del camino de la verdad y del bien. Y dicha fórmula tiene, de alguna forma una validez permanente, aunque tiene necesidad de una cierta profundización ideológica.

El peor drama que puede padecer un ser humano; es el de estar biológicamente vivo sin haber encontrado la alegría de vivir.

Por último se esconde un drama afectivo, provocado por un profundo resentimiento de desafecto, sufrido por la persona en cuestión.

La felicidad como referente:

La pedagogía amigoniana ha tenido siempre presente a su praxis educativa, como el referente de la felicidad. La felicidad es el sentimiento integral de amar, sin condenar el placer

Desde esa perspectiva, la felicidad vendría a ser, en definitiva, ese tesoro escondido de que habla el evangelio, es decir, ese sentido gratificante de la propia existencia, que, cuando uno llega a descubrirlo, ya no le importa poner el propio ser, hacer y tener a su servicio, ya no le importa orientar toda la vida a su adquisición.

Por otro lado el hedonismo absolutiza el placer, lo desvirtúa, privándolo a menudo de su natural relación con el sentimiento humano y privándolo, por ende, de su comunión con el núcleo del amor, que es el que en realidad cohesiona y estructura unitariamente la personalidad y confiere a ésta el sabor y el tono de la felicidad.

Educación del sentimiento:

La educación del corazón fue tachada de ser excesivamente conductista y orientándose fundamentalmente a un cambio de comportamiento.

Dicha pedagogía ha situado sus orígenes hacia el norte de su propia actuación en una maduración personal de los sentimientos del alumno.

Educar el corazón de la persona es en definitiva, educarla para ser, es decir para tomar conciencia de su propia identidad personal, para asumir con libertad el propio derecho a la autodeterminación y para saborear, desde ahí, la vida, con el buen gusto de la felicidad.

Dicha educación para ser, para llegar a sentirse feliz y a gusto con uno mismo, comporta, sin embargo, en toda cultura humanista occidental que más directa o indirectamente hunde sus raíces, de igual forma surge un crecimiento de la persona en valores y, particularmente, en el valor que valoriza, aprecia 18 y otorga el verdadero sello de autenticidad a todos los demás, que es el amor.

Educando desde el sentimiento:

Los alumnos maduran en dignidad, adquieren verdadera capacidad de decisión y de autonomía en sus vidas.

No obstante para la tradición pedagógica del testimonio del amor de los educadores para ser verdaderamente eficaz debía acompañarse de un educado clima de libertad y de respeto.

El miedo, fortalecer la voluntad

La libertad es sin duda uno de los grandes regalos de la humanidad, si de alguna manera no surge, debe orientarse así ella.

Por otro lado la capacidad de elección es una sabiduría en la inversión y una autoeducación y crecimiento, suponen en el hombre una paralela maduración, autoeducación y crecimiento de la propia capacidad de fortaleza.

La educación de la voluntad:

La falta de la necesaria autonomía para tomar opciones verdaderamente libres ante la vida, constituye una de las dificultades entre los menores en conflicto.

Las posibilidades de afrontar con ciertas garantías de éxito un proceso educativo, la pedagogía amigoniana ha considerado, desde sus inicios, el desarrollo de la capacidad de autonomía en dichos menores, como uno de sus objetivos educativos más fundamentales

La educación de la fortaleza hoy:

Una de las características más notorias de la actual cultura, es la de evitar sistemáticamente toda referencia al dolor, al sacrificio, a la renuncia, entre otros.

Es por ello, que ha sido calificada de cultura light. Se exalta en ella, lo ligero, lo suave, lo placentero y gratificante.

Por otro lado la dureza que se quiere evitar en el discurso, está presente en la realidad diaria y la exigencia.

Los jóvenes inmersos en las drogas, necesitaran seguir soñando en un mundo de fantasía pues no habían madurado lo suficiente para aceptar el mundo real con sus miedos y sus hieles.

Entre el método y el sentimiento

Ambientación:

Entre el método y el sentimiento; así de sencilla quiere ser su reflexión desde una aproximación de la psicología amigoniana.

La pedagogía amigoniana, como una realidad, ha movido entre el método y el sentimiento, que es lo mismo que una pedagogía cuyo objetivo se ha movido de forma armónica entre la educación de la voluntad y la educación del corazón.

Por otro lado entre la ética de obrar y la estética del ser, o, si se prefiere y por usar una comparación del propio Luis Amigó, entre el bien, entendido como comportamiento adecuado y la verdad, como englobante de ese sentimiento humano que identifica el ser de quien es, con propiedad.

En el principio, existió el sentimiento:

Cuando la congregación amigoniana se hizo cargo en 1890 del primer centro mayor dedicado a la educación de los niños y jóvenes con problemas.

Concluyendo, para aquella primera pedagogía amigoniana lo importante era que el educador tuviese un buen corazón, fuese como solemos decir, simplificando el complejo y rico mundo de los sentimientos una buena persona.

El sentimiento era el camino y la meta:

Los primeros amigonianos fueron testigos de amor y humanidad, de igual manera fueron profetas del sentimiento humano.

El principal objetivo de la acción educativa de aquellos frailes que