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La Condesa Sangrienta como Reelaboración del cuento de hadas

Enviado por   •  10 de Agosto de 2018  •  4.904 Palabras (20 Páginas)  •  442 Visitas

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Y el relato continúa… Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fríos espejos.

Espejos que reflejan lo que no es, lo que pudiera ser. Confuso. Acaso ¿será por ello que el texto hace presente, justamente, en este capítulo, la duda sobre la sexualidad de la condesa?. Donde la condesa de Penrose hace evidente y justifica la homosexualidad del personaje, Alejandra deja la duda. Y a propósito de espejos (dice la narradora) nunca pudieron aclararse los rumores acerca de la homosexualidad de la condesa, ignorándose si se trataba de una tendencia inconsciente o si, por el contrario, la aceptó con naturalidad, como un derecho más que le correspondía. Acaso pudiera leerse esto como… siendo mujer ¿no tengo acaso derecho a verme (como en el reflejo de un espejo) como yo quiera y no como me quieren ver los demás?. Dejando los espacios vacíos para la duda porque la sexualidad al desviarse de la norma, de lo esperable… no debe decirse?.

Abrimos con este ítem además el trabajo intentando continuar con la idea de Sylvia Molloy cuando dice… Como el tímido que no se atrevió a escribir cuentos propios, también Pizarnik, al contar un relato ajeno, se está contando a sí misma. Nada mejor que la idea del espejo y el doble. Dónde está el sujeto y dónde el reflejo. ¿Cuál es el mundo exterior y el que se está reflejando?. Así se ve reflejado también esta idea en uno de sus poemas:

El poema que no digo / el que no merezco. / Miedo de ser dos / camino del espejo: / alguien en mí dormido / me come y me bebe. (Poema 14 de Árbol de Diana)

El vampirismo textual de La Condesa Sangrienta que deja ver el doble reflejo de la autora... Miedo de ser dos nos dice: Flora (la que escribe los diarios, con sus miedos constantes) y Alejandra (la autora del texto, con su poesías y sus lecturas). En el texto se presenta además la virgen autómata que se nos confunde con una condesa llena de pasividad y contemplación. El texto nos describe a las dos, confundiéndonos por momentos, a una con la otra. ¿Acaso así se sentía Alejandra?

(…) Voy por estos días sonámbula y transparente. La

hermosa autómata se canta, se encanta, se cuenta casos y cosas (…)

(Ella es su espejo incendiado, su esfera en hogueras frías,

su elemento místico, su fornicación de nombres creciendo

solos en la noche pálida). (Poema 17 de Árbol de Diana)

Insiste en tu abrazo, / redobla tu furia, / crea un espacio de injurias /

Entre yo y el espejo, / crea un canto de leprosa /

entre yo y la que me creo. (Poema Invocaciones)

El espejo, un elemento que nos remite al doble… ¿Pero a cuál de los reflejos?

Se puede leer La Condesa Sangrienta como una especie de autorretrato de la poeta, como autora. Donde ella desciende a las torturas (quizás su propio inconsciente) y vive rodeada de espejos. Cada muchacha muerta es un poema. Que ella sacrifica en las ceremonias de escribir. O la que mata o transforma pero que quedan muertas. La Condesa nos sirve para pensar la poesía. En ese sacrificio para que surja la obra de arte. Que se vuelve estática. Muerta. Porque el lenguaje cristaliza, lo vuelve estático. Hay algo que está constantemente matándose. Ella o sus espejos. Y terminan en el fracaso absoluto. El castillo cae. No se puede sostener. Porque la perfección de la escritura no se puede sostener.

El lenguaje nunca dice lo que uno quiere decir. Y la autora lo sabía. Existe una inadecuación del lenguaje para expresar al mundo y la inadecuación del mundo con respecto a nuestros deseos más profundos. Hay que deformar el lenguaje para expresar más de lo que él mismo puede decir. Y ella así lo hacía. Lo que uno quiere decir. Hay una angustia así de vida sin significado. Pareciera que Alejandra escribe desde los huesos.

(…) las palabras del sueño de la infancia de la muerta / nunca es eso lo que uno quiere decir / la lengua natal castra / la lengua es un órgano de conocimiento / del fracaso de todo poema / castrado por su propia lengua

que es el órgano de la re-creación / del re-conocimiento / pero no el de la re-surrección / de algo a modo de negación (…)

No, las palabras no hacen el amor/ hacen la ausencia/ si digo agua ¿beberé?/ si digo pan ¿comeré?/en esta noche en este mundo/ extraordinario silencio el de esta noche/ lo que pasa con el alma es que no se ve/ lo que pasa con la mente es que no se ve/ lo que pasa con el espíritu es que no se ve/ ¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades? / ninguna palabra es visible". (Poema En esta noche, en este mundo De Textos de sombra y últimos poemas.1982)

Había que aniquilar el lenguaje. Para que surja la obra de arte. Como si se anulara el acto mismo de la escritura. Llevarlo hasta su propia disolución. Matar para salvar.

Porque Alejandra decía salvarse gracias a la escritura. Ya en su escritura diarística en 1962 (30 de julio) decía:

Esto que escribo lo he de escribir para alguien que no soy puesto

Que yo a mí no me hablo ni me escribo ni tengo el menor interés en

Hacerlo. ¿Qué? ¿Estar celosa del anónimo destinatario? Si yo escribiera para mí, en amistad con mi delirio, no escribiría, pues si por algo escribo es para que alguien me salve a mí.

Y supo llevarnos a un plurismo de la primera persona a través de sus poemas. Sus poemas son puramente una relación con el lenguaje. Son experiencia y palabra. Cuerpo y palabra. Mundo y palabra. No hay mundo fuera de las palabras. Nos dejó así el espejo deformado.

El castillo. El reino subterráneo. La habitación.

Los cuentos de hadas suelen presentar a sus reinas y princesas en grandes castillos. Imponentes. La mayoría son descriptos de manera similar, casi idénticos. Sin embargo, las historias no suelen transcurrir en ellos. Sino en contadas ocasiones de manera breve.

En el cuento de La Reina de las Nieves eran desolados, grandes y fríos. Sus paredes son muros de polvo de nieve. Con Puertas y ventanas de vientos glaciales. Con más de cien salones muy iluminados.

El cuento de Blancanieves no nos describe en absoluto el

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