La Escuela Que Necesitamos.

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tomar contacto con el mundo. Cada modalidad sensorial nos permite experimentar el mundo de distintas maneras. Las palabras son un recurso tan automático que olvidamos que, aparte de las formas que exhiben, su significado depende de referentes.

La imaginación es un factor esencial en este proceso, porque no podemos conocer a través del lenguaje lo que no somos capaces de imaginar. La imagen visual, táctil, auditiva cumple un rol crucial en la construcción de significado a través del texto.

La educación como proceso está dirigida a expandir y profundizar los significados que la gente puede tener en su vida, y el alfabetismo se conceptualiza como un proceso referido a la construcción y comunicación de significado, entonces los programas escolares deben tratar de asignar tiempo al desarrollo de múltiples formas de alfabetismo. No hacerlo es crear un provincianismo epistemológico que limita lo que las personas pueden experimentar y, por consiguiente, lo que puede llegar a conocer. El alfabetismo es mucho más que saber leer o escribir. El desarrollo de la sensibilidad humana y la oferta de programas que aborden los diversos medios de representar la experiencia —preposicional, literario, poético, visual, auditivo, coreográfico— deberían ser metas fundamentales de la educación. Por desdicha, nuestros programas dan un papel marginal a muchas de estas formas de representación.1 Sencillamente, nuestra vista no llega demasiado lejos. El segundo objetivo, que es el desarrollo del potencial cognitivo, se funda en la creencia de que las capacidades cognitivas humanas no están dadas y establecidas desde el nacimiento, sino adquiridas. Lo que la gente es capaz de hacer en el curso de su vida depende en gran medida de sus oportunidades de aprender. El curriculum escolar es el principal vehículo a través del cual definimos esas oportunidades. Cuando incluimos formas de representación como el arte, la música, la danza, la poesía y la literatura en nuestros programas, no sólo desarrollamos formas de alfabetismo sino también potenciales cognitivos particulares. Lo que no usamos o no nos dejan usar, lo perdemos.

La realización del potencial cognitivo depende de las oportunidades que tienen los niños de usar su mente tan variadamente como sea posible. El acceso a una amplia variedad de formas de representación no sólo posibilita el desarrollo de múltiples formas do alfabetismo, sino que también cultiva las formas de pensamiento calificado que pueden practicar los niños. Cada conjunto de cualidades visual, auditivo y gestual, como también lingüístico y numérico requiero diferentes formas de atención e impone exigencias propias. El acto mismo de representación es una transformación de un estado interno en el mundo público. Revisar implica afinar el pensamiento, y la representación posibilita la afinación. Otra función cognitiva de la representación consiste en la posibilidad de compartir las ideas con otros. El acto de representación es también un acto de invención. Estos cuatro procesos estabilizar, revisar, compartir y descubrir nuevas ideas constituyen importantísimas contribuciones al desarrollo de nuestras capacidades cognitivas.

Las inclinaciones intelectuales de los niños difieren genéticamente significa diseñar programas educativos que permitan a los niños sacar partido de sus puntos fuertes, buscar y aprovechar aquellos sistemas de significado para los cuales tienen especial aptitud o interés. Un proceso educativo genuino cultiva la idiosincrasia productiva, no homogeneiza a los niños en formas estandarizadas.

El interés es que desarrollen las destrezas intelectuales necesarias para saber leer una amplia variedad de formas a través de las cuates se transmite significado y desarrollen destrezas que pueden emplearse cada vez que hay disponibilidad pública de poemas, pinturas, productos de la ciencia, la historia y otros materiales semejantes. En otras palabras, mis intereses apuntan a desarrollar una versatilidad en los sistemas de lenguaje, y no sólo a adquirir un canon codificado de contenidos.