La evaluación del desempeño docente.

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Definitivamente es una cifra impactante y pone en tela de juicio el derecho a la educación que nos dicta la constitución política. Esto representa uno de los graves problemas del sistema educativo nacional, puesto que la mayoría de los mexicanos no tienen las mismas oportunidades educativas, dado que en lenguaje y comunicación aún no han logrado consolidar herramientas esenciales como la lectura y escritura, las cuales son ejes vertebrales en cualquier plan de estudios y tienen como objetivo esencial fortalecer la competencia de “aprender a aprender”; así como también, la comprensión lectora es vital en la resolución de cualquier reactivo de una prueba estandarizada como lo es PLANEA.

Aunado a lo anterior, existen escuelas multigrado, donde un docente tiene que ser el responsable de diferentes grados o en el peor de los escenarios, asumir funciones de director, secretario e intendente, de manera particular en primaria y en la modalidad de telesecundaria; además de que un alumno tiene que trasladarse en promedio 3 horas o más desde su hogar hacia el plantel educativo; y cabe agregar las condiciones precarias de infraestructura, donde algunas aulas tienen techo de palma o en el mejor de los casos de lámina galvanizada, sin muros y con botes de pintura que sirven como “butacas” entre otras carencias. Por lo tanto, ¿Dónde queda lo que nos dice el artículo 3° constitucional, referente a que el Estado garantizará una educación de calidad de manera que la infraestructura asegure el máximo logro de aprendizaje de los estudiantes?

Otro indicador educativo es la deserción escolar y con base en el boletín 0125 de comunicación social que lo emitió la cámara de diputados en el 2015, nos señala que México posee un índice de deserción del 50%, el cual es uno de los más elevados en América Latina; las causas de este problema se vinculan primordialmente a la cuestión económica ya que la falta de ingresos, orilla a los jóvenes a buscar un empleo o incluso emprender la búsqueda del sueño americano, con la finalidad de sostener a sus hogares.

Desarrollo

En general este es el panorama que enfrenta un docente en su quehacer cotidiano, el cual seguramente muchos políticos o autoridades educativas desconocen y sí le sumamos el proceso de la evaluación del desempeño docente, surgen varias interrogantes, ¿Cómo garantizar una actualización permanente en lugares indígenas, donde el profesor se tiene que ver en la necesidad de arraigarse a la comunidad donde labora? ¿Hasta cuándo el Estado atenderá las necesidades de infraestructura tecnológica de calidad en el territorio nacional? ¿Por qué la evaluación se reduce simplemente al procedimiento para ingresar, promocionarse y permanecer en el gremio magisterial? ¿Por qué el Estado gasta cinco veces más en evaluar a sus profesores en lugar de formarlos? ¿De qué manera un examen estandarizado puede avalar que un docente “idóneo” sea capaz de favorecer aprendizajes significativos en los educandos?