PEDAGOGÍA DEL ABURRIDO 1 ESCUELAS DESTITUIDAS
Enviado por Ensa05 • 17 de Diciembre de 2018 • 7.101 Palabras (29 Páginas) • 298 Visitas
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(nacional) como ordenador simbólico. Lo que se opone a la ley es la regla, que opera donde no hay lenguaje analógico. El estatuto de la regla no se trata de leyes inmanentes, su fuerza reside en su capacidad de constituir un orden convencional de juego. El agotamiento del Estado – Nación se trata de la incapacidad del Estado para postularse como articulador simbólico del conjunto de las situaciones, debido a la dispersión de éstas. En esta dinámica de las situaciones dispersas, la simbolización es situacional. Hay simbolización en situación. La anomalía consiste ahora en la imposibilidad de entrar en la dinámica de la regla específica de la situación. Existe contradicción en el interior de las situaciones, porque cada situación elabora sus reglas de coherencia y en este sentido hay posibilidad de contradicción. La trasposición de una regla sobre otra es incompatible. Cualquier trasposición reglamentaria es un síntoma de inercia estatal: resistencia a habitar la situación en tanto que situación. CAPÍTULO II PEDAGOGÍA Y COMUNICACIÓN EN LA ERA DEL ABURRIMIENTO. La comunicación ha sido un dispositivo de producción de subjetividad. El término clave de ese dispositivo por el código, conjunto de reglas, sistema de prohibiciones y restricciones, conjunto de significaciones compartidas, sede de sentido común. La comunicación actual es internacional. La comunidad actual el virtual. El pasaje de la comunicación a la información comporta la destitución de un elemento clave en la constitución de la subjetividad pedagógica y estatal: el código, que es también un instituido. Se vislumbran como condiciones del agotamiento de la subjetividad pedagógica. La educación ha cesado porque ha cesado la subjetividad pedagógica. Una escuela sin educación es una experiencia que se produce por la decisión de ocupar el tiempo-y no el espacio-y armar una situación. Será en los lugares pero las experiencias. Llegó la hora de empezar a registrar estas experiencias. Y para ese registro, afortunadamente, no tenemos código. Es necesario situar un horizonte, para nuestra reflexión sobre la comunicación. Situar las condiciones de agotamiento de la institución escolar en el entorno del agotamiento del estado-nación: en tiempos de mercado, la escuela es un destituido; en tiempos de mercado, deviene galpón. El agotamiento de la metainstitución estatal acarrea un desmoronamiento: el de las instituciones que se reproducían. El esquema es conocido: primero la familia, después la escuela, pues la fábrica. La analogía de los espacios encierro supone la analogía de unas prácticas que se reproducen instituyendo en cada sitio un tipo subjetivo propio: el hijo, el alumno. Todos ellos encuentran, sin embargo, una interpretante común: el ciudadano. El lema es vigilar, castigar, educar y rehabilitar esa subjetividad sólida e insistentemente reproducida. El estado-nación es el agotamiento de sus subjetividades y de las instituciones que la generaban. Hablar de agotamiento de las instituciones es aludir a una pérdida de la capacidad instituir. En la sociedad informacional, la lógica del espacio no es una lógica de lugares sino de flujos. Dicha alteración radical que en la sociedad actual hay cada vez más flujo de información en tiempo diagnostiqué. Nuestras prácticas cotidianas transcurren casi ineluctablemente en un flujo de velocidades extremas y entre variaciones de velocidades de esos flujos. Esto afecta la comunicación. En la era de la información, la comunicación ha dejado de existir. Se agotó el paradigma mediante el cual pensamos lo fenómenos de la significación y la producción de subjetividad. En la era de la información, la comunicación LA CAÍDA es un DEL destituido CÓDIGO más. COMPARTIDO El signo remite al referente, y se vuelve sentido común, y además instituye el sentido en cuestión como sentido común. Para esto es necesario dos condiciones: permanencia y repetición. El sentido de signo debe permanecer implícito durante cierto tiempo para que las remisiones puedan repetirse. Pero además es necesario educar a la comunidad de hablantes en ese ámbito de remisión. Ese código implícito y ausente es el que vuelve consistente el vínculo entre los interlocutores. Los interlocutores son semejantes entre sí porque comparten un código; el código instituye entonces los lugares de emisor y receptor como lugares equivalentes ante el código aunque distintos entre sí: son diferentes entre nosotros iguales ante la ley del código. Es decir: somos semejantes. Se ve una fuerte analogía entre la ley estatal y el código lingüístico. Somos iguales ante el código, somos iguales si compartimos el mismo código. Emisor y Receptor son lugares que se conectan en el tiempo mediante un instituido estable: el código. El agotamiento un mecanismo de producción de sentido y un modo de hacer de la subjetividad ligado a ese mecanismo: el de las significaciones instituidas que él estado garantizaba mediante un disciplinamiento práctico. En la sociedad informacional no hay lugares sino flujos; el sujeto es un punto de conexión con la cadena. El código es una entidad inexistente. Así, hoy en día es frecuente que los problemas que se suscitan entre las personas se diagnostiquen como problemas de comunicación. Pero en ese diagnóstico reside un malentendido: la incomunicación se explica por limitación de los códigos o déficit en la capacidad de los usuarios para relacionarnos con ellos. Pero destituido el código como instancia compartida, la incomunicación actual no puede explicarse como un problema en los códigos o en las relaciones supuestamente deficitarias; más bien habría que hablar de descomunicación: sin código compartido, no hay instancia que ligue los términos que habitan las situaciones. Comunicarse no es ya la condición universal sobre la que se asienta el núcleo de la sociedad humana. La comunicación funciona en base a equívocos. Lo propio de la descomunicación es la impertinencia. El equívoco y el malentendido señalan, que hay relación entre los individuos.
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