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POESIA AL MAESTRO

Enviado por   •  22 de Noviembre de 2018  •  882 Palabras (4 Páginas)  •  400 Visitas

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Una sola… Maestro, una sola… No mereces más; pues tu espada es de grafito, de gis y de pizarra… Es arcilla que no hiere, es arcilla que no mata, es escoria que no sirve en los campos de batalla.

Tus esfuerzos no sirven, maestro… tus desvelos a nadie le importan, a nadie le interesan… Porque el honor y la gloria solo se ganan en los campos de batalla… Y tú, no te ensañas con los niños que salen a tu encuentro, no te ríes a carcajadas del dolor que llevan dentro y nunca la espalda les das si te piden, Maestro… tu consejo.

Jamás dañas, jamás hieres, jamás matas… Tu labor no es destruir vidas. Tu misión es hacer hombres que sepan construir sus propias vidas.

¿Y ese sacrificio… en cuenta quién lo toma?… Te humillan cuando pides aumento de salario, se mofan cuando exiges respeto a tus derechos, se burlan y se ríen, te miran con desprecio… Y en cambio, sí… te exigen que cumplas el programa, que rindas pleitesía a aquél que te difama… que aplaudas sus conquistas, sus logros y su fama… que no hables mal de nadie, porque eso… es ser antirrevolucionario.

Si dices la verdad… Cometes sacrilegio. Si exiges lo que es tuyo… Eres un necio. Si expresas lo que sientes… no sirves a la causa. Si tomas la bandera defendiendo al campesino… A la cárcel irás muriendo a pausas… y no habrá organismos ni padrinos que tomen por su cuenta tu defensa.

¡Qué triste Maestro.. qué triste!… Se consume tu cuerpo y te resistes a morir en un lecho cuajado de delicias. Cambias todo por un solo puñado de sonrisas, que vengan a apagar tu dolor si estás enfermo y llevarte grabadas sus caritas… en tu viaje hacia el eterno.

¡Con eso te conformas!… ¡Con eso te consuelas!… y no quieres minutos de silencio, ni zarzuelas de espadas, fusiles o metrallas…. te humillan los honores con todo y sus medallas. Te ofenden las limosnas que te ofrecen como aumentos… Degradan tu sapiencia las miles de reformas… poniendo en duda, Maestro… Tu gran conocimiento.

¡Y tú!… sigues con tu pecho erguido… sin darte cuenta que eres hombre, en una sociedad perdida… Tu barca en vez de ser una reina de los mares… Es canoa de ingratitudes y pesares… Y el campo en que laboras… ¡Un desierto! Donde anidan serpientes ponzoñosas que se arrastran con cautela tenebrosas, esperando que caigas en sus fauces… Y por todas esas cosas… Maestro… ¿Dónde… Dónde , donde está ese monumento?.

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