Resumen del libro El ultimo Caton.

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Empezaron examinando las fotografías, eran muchos, y venían numeradas y clasificadas por orden temporal, es decir, de principio a fin de la autopsia.

Seleccionar aquellas en las que se veía el cuerpo entero del etíope baca arriba y boca abajo, aquel hombre jamás hubiera podido hacerse pasar por otra cosa distinta de lo que era, Etiopía, pues sus rasgos étnicos resultaban muy acusados. Se le veía bastante flaco y espigado, y la coloración de su piel destacaba por demasiado obscuro.

Aquella mañana no es otra cosa que observar, terribles imágenes, repasando cualquier detalle que le resultará significativo a J bien, encontró una fina cicatriz con la forma de la letra griega signo además, encontró otras seis letras griegas repartidas por el cuerpo, encontró un crismón que presentaba una curiosa peculiaridad.

El capitán permanecía largos ratos sentado frente al ordenador, tecleando sin descanso misteriosas instrucciones. Él decidió que era mejor imprimir una imagen a escala grande. O todavía le pidió que buscara en el ordenador cualquier cosa que se relacionaran con las cicatrices que tenía el etíope, aunque a las nueve de la noche no habían localizado casi nada.

Y así pasaron unas semanas a partir de aquel día, encerrados en el laboratorio desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche, de lunes a domingo, repasando los pocos datos que tenían, a la luz de las escasas informaciones que iban obteniendo de los archivos. El segundo día de trabajo, nada más entrar en el laboratorio a Ottavia le llegó la solución de las letras griegas, leyendo desde la cabeza hasta las piernas, las siete letras griegas formaban la palabra Cruz. Así que se dedicó a estudiar todos los antecedentes que tuvieran que ver con la palabra. Y tenía que ver con el emperador Constantino el grande cuando ganó una gran batalla, al ver en el cielo un crismón y después teniendo este como estandarte.

El crismón que el etíope exhibía en el torso era precisamente ese que el emperador utilizó para la batalla, pero aun así la palabra no les daba mucha información. A pasos agigantados se acercaba el domingo, 19 de marzo, y la doctora se preparaba para visitar a su familia en Silicia. Así que el viernes después de comer, la hermana Chiara paso a recogerla con su coche y abandonaron Roma por la autopista. Por fin llegó y su hermana el estrecho entre sus brazos hasta casi romperla, mientras su cuñado le daba cariñosos golpecitos en el hombro, ella le dijo que no la fuera a buscar, pero su hermana le dijo que como iba llegar sola a Palermo además le comento la infortunada situación que tenía con la familia Sciarra.

Lo que más emocionó fue enterarse de la presencia de su hermano Pierantonio, que llevaba dos años sin verlo, el resto de su día fue una continua ida y venida de miembros de su familia, Después de una plática con su hermano se dio cuenta de que ella misma era capaz de encontrar la información necesaria relacionada con el Etíope, con ayuda de su sobrino descubrió que aquel hombre había robado una de las maderas que componían a la cruz en la que murió Cristó.

Llegó a Roma de lunes por la noche, había hecho algo que nunca había esperado de sí misma : había desobedecido, Aunque al llegar el capitán le dijo que habían encontrado las cruces en la pared del monasterio ortodoxo de Santa Catalina del Sinaí, después de revisar toda la historia necesaria, el capitán le dijo que eso era todo. Ella no quería abandonar la la investigación, así que le dijo que ella sabía todo lo relacionado con el etíope y con la con los robos de las reliquias de la Vera Cruz. Él le preguntó que cómo había sabido todo eso poniéndose bien y acercándose amenazadoramente hacia donde ella se encontraba, lo que hizo después fue irse.

Después de eso no supo explicar lo que había pasado, cuando se dio cuenta de que ya no tenía acceso a su laboratorio, además de una llamada diciéndole que había terminado su trabajo en el Vaticano y que se le asignaría. Durante el transcurso Ottavia sólo pensaba cuánto tiempo podría soportar aquella deshonrosa situación, pero para sorpresa en el aeropuerto se encontró con dos jóvenes sacerdotes vestidos a la antigua, no entendía lo que estaba ocurriendo, pero ellos aún sabían menos, Ellos sólo recibieron la orden de que debían recogerla del avión y de bien meterla a otro por órdenes del señor arzobispo.

La recogió una limosina que cruzó orgullosamente las vías de Roma, abarrotadas de turistas incluso en esas frías horas de la noche. Llegaron aún palacio cuya reciente construcción había costado más de 35,000 millones de libras, al entrar fueron recibidos fue recibida por un anciano portero que la es corto hacia la recepción. Dentro del reservado la esperaban tres personas presidiendo una reunión, Monseñor torneo, el capitán Glaüssier Röist, y un individuo desconocido a la derecha del capitán, que mantenía la cabeza baja y las manos fuertemente entre las hadas como si estuviera muy nervioso, el capitán le presento al profesor Farag Boswell, que le tendió la mano temblorosa, ella pensó pensaba que era un hombre muy atractivo, casi tan alto como la roca, ósea el capitán, y vestido de manera informal, que parpadeaba nerviosamente mientras trataba de evitar que su mirada huyera despavorida de ella. Tenía la piel morena, su cabello era castaño muy claro, casi rubio, y sus ojos eran completamente azules, de un precioso azul turquesa.

Tomaron asiento, y el capitán le pidió que abriera un paquete extraño, por su cabeza pasaron muchos pensamientos en aquel momento, todos a una velocidad vertiginosa y si mucha coherencia, pero si de algo estaba segura era de que, si habría que el envoltorio, volvería a convertirse en un vulgar instrumento de usar y tirar, así que no aceptó la invitación, el capitán le dijo que todo había cambiado así que tomo la palabra el monseñor Tournier que dijo que todo había sido culpa de él y le pidió una disculpa por la equivocada en la iglesia adoptó contra ella.

Después de eso decidió abrir el paquete y el capitán le dijo que habían ido a Santa Catalina del Sinaí. Ottavia sorprendida les pregunto qué es lo que había sucedido así que el capitán le contó que habían el 75% de los estuches estaban vacíos, contenían los fragmentos llamados Ligna crucis, es decir pedazos de la original madera en la que murió Cristo después de ello junto con el profesor Boswell, le contaron su viaje a Santa Catalina, donde al mentirle s los monjes pudieron, “tomar prestado” un manuscrito del monasterio y así que ella perpleja y sin la menor capacidad de reacción, miró el envoltorio como si fuera una rata, no tenía más remedio que verlo, finalmente