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ANTECEDENTES DEL PROBLEMA ¨NO HAY ANTECEDENTES DEL PROBLEMA¨

Enviado por   •  22 de Marzo de 2018  •  6.222 Palabras (25 Páginas)  •  447 Visitas

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Los mercados prehispánicos pequeños (tianquixtli - tianguis) de Mesoamérica y los del altiplano lacustre (región predominante antes de la llegada de los españoles) como los de Texcoco, Chalco, Tenochtitlan, Xochimilco o Tlaltelolco, llamados pochtlanes, además de ser referentes sociales mantenían entre ellos una interrelación comercial por medio de diversos tipos de embarcaciones y de los Tamemes (cargadores); eran organizados, diversificados, e importantes y contaban con sus propios tribunales que imponían castigos a los infractores.

Estos mercados eran manejados por las organizaciones de pochtecas (mercaderes) y en ellos los integrantes de los calpullis presentaban, en las diferentes secciones de aquellos, la oferta unificada de los productos de cada calpulli, lo que no sucedía en mercados de otras partes del mundo. Es importante destacar que en la actualidad, en el centro histórico de la Ciudad de México, prevalece la tendencia de agrupamiento de los mercaderes y/o productores de un mismo giro en una calle o barrio (calpulli); esto lo podemos notar también en muchos de los mercados y tianguis sobre todo en las poblaciones del interior del país (en la actualidad en los días de plaza en Cuetzalan Puebla; Malinalco, Santiago Tianguistengo y Capulhuac en el Estado de México; o Chilapa en Guerrero) .

En este sentido, el comercio informal no sigue este mismo patrón, quizá porque se inició comercializando productos de importación con frecuencia introducidos ilegalmente al país (“fayuca”), asentándose irregularmente en las banquetas, calles y otros lugares públicos de la mayoría de las poblaciones urbanas.

Cabe señalar que el comercio ambulante (alimentos, paletas de hielo, dulces, frutas, bebidas, tierra de monte y otros productos) es otra forma de comercio de la vía pública que tiene sus orígenes paralelos al del comercio formal, aunque generalmente se le confunde indebidamente al comercio asentado irregularmente en las vías públicas y que se denomina genéricamente “fayuca” y cuyos practicantes se conocen como “fayuqueros”, los cuales progresivamente se han entremezclando con los Tianguis tradicionales y con los mercados sobre Ruedas (Comerciantes itinerantes – idea rescatada de la actividad de los antiguos buhoneros-), que es una forma de pequeño comercio semifijo impulsada por el Gobierno con el fin de acercar mercaderías a pequeñas poblaciones y barrios relativamente alejados de las zonas comerciales.

El calpulli, a pesar del tiempo y los avatares históricos, se institucionalizó y persiste a partir de los municipios creados por Hernán Cortés, en los cuales existió por ejemplo la función de “fiel ejecutor,” encargado de las pesas y medidas en la compraventa, y el de “Diputado de Alhóndiga” (esta era una especie de central de abastos para la comunidad destinada a evitar el intermediarismo), o bien el “posíto” (fondo público destinado a realizar compras en tiempos de bonanza y vender en ciclos de mala cosecha, otra función de este fondo era el de obtener un beneficio al satisfacer una necesidad pública, o bien, cuando era imposible almacenar más el grano, lo transformaba y comercializaba para el consumo). Los calpullis derivaron en las denominadas Plazas o Mercados que eran edificaciones ubicadas principalmente en el centro de los poblados, instituidos como centros de comercio y destinados a sustituir a los antiguos tianguis; alrededor de ellos se establecieron las tiendas o lonjas de los comerciantes españoles.

Estas medidas de gobierno derivaron con el tiempo en las legislaciones y reglamentaciones de mercados de comercio formal y de vías públicas, así como en normas, en una metrología, en los almacenes de depósito, en las centrales de abasto, en instituciones bancarias y financieras para el fomento de la producción y el comercio, y en los agrupamientos productivos, comerciales y de consumidores.

En la sociedad feudal europea que es otra de nuestras raíces, no se presentaba esta organización comercial en sus mercados, pues en ellos se tendía a integrar una oferta diversa. La vida económica se desarrollaba con el uso de valores como el oro. Era una economía controlada por los señores feudales, quienes contaban entre su servidumbre a los artesanos, quienes producían lo que les era encomendado.

La aldea medieval se abastecía en gran medida así misma; producía y consumía la mayor parte de lo que requería, y el resto de sus necesidades se cubría por medio del intercambio o la compraventa en el mercado semanal en las afueras de algún monasterio o castillo, o en la población próxima más importante. Estas plazas se hallaban también bajo el control del señor feudal o de órdenes religiosas, y era allí donde se efectuaban todas las transacciones.

En cambio, en las ferias que se instalaban con motivo de ciertas fiestas religiosas se comerciaban productos al mayoreo, los cuales procedían de todo el mundo; éstas eran el centro distribuidor donde grandes negociantes, que se distinguían de los buhoneros errantes (ambulantaje) y de los artesanos de la localidad, compraban y vendían artículos de diversa procedencia, y dedicaban ciertos días para comerciar con determinadas clases de mercancías como telas y pieles. Estas ferias tenían su propia organización, policía y tribunales que resolvían sobre las disputas comerciales.

El comercio exterior que las complementaba se desarrolló principalmente en Italia (Venecia) y se extiende posteriormente por todo el Mediterráneo. Las Cruzadas fueron ocasiones propicias para el crecimiento del comercio de Europa con África y las civilizaciones del Oriente, todo bajo la protección clerical.

Después del siglo XII, con el auge del tráfico comercial, la economía feudal se transformó en una economía mercantil y crediticia, que a su vez impulsó el crecimiento y expansión de la producción, de los mercados y de la distribución. Siglos después esto derivó en el capitalismo industrial, que se manifestó en la producción industrial masiva de productos antes considerados como elitistas, lo que motivó a su vez el desarrollo de la administración y de las técnicas y métodos de comercialización, para hacer más efectiva la labor de las nacientes empresas orientadas a satisfacer mercados cada vez más importantes tanto en su capacidad de compra como en su volumen y diversidad.

En otro sentido, el encuentro y conquista del continente americano significó un auge sin precedentes del comercio mundial y fue el precursor de la recomposición del trabajo, actividades y el poder económico entre las naciones. Esto obligó a algunas de ellas a practicar la piratería o a ser más industriosas en la producción de bienes (Inglaterra, Alemania, Holanda,

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