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Consumismo y felicidad - Pablo Cisternas

Enviado por   •  30 de Noviembre de 2018  •  2.590 Palabras (11 Páginas)  •  285 Visitas

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El consumismo es un efecto de este carácter de deidad que la sociedad le da a los que más tienen. Si consumo más, más cosas tendré, si puedo adquirir más cosas es porque he trabajado por ello y me lo merezco, si me lo merezco es porque estoy haciendo las cosas bien, y si es así, entonces debo ser un modelo social a seguir, por lo que seguiré comprando más cosas para ser más feliz yo, y a la vez ayudar al resto a identificar el cómo se es más feliz. El razonamiento anteriormente expuesto, si bien simplista, permite entender el por qué a las personas les gusta comprar cada vez más cosas, incluso cuando poco o nada de utilidad les provea. En Chile, la última década, se ha profundizado esta situación en todo nivel de la sociedad. Los niños miran con admiración al que tiene el mejor juguete, crean directrices a seguir desde temprana edad por la imposición social de la idea de que “el que más tiene es más feliz, un modelo a seguir”; a nivel adolescente el que predomina es el mejor vestido (reflejo de un mayor poder adquisitivo), el que tiene el mejor teléfono móvil, la mejor “Tablet”. Todo gira, cada vez más, en torno a cuánto podemos consumir, a qué tan geniales serán los regalos de navidad que recibiré este año o los artículos de moda que podré adquirir, porque si no los adquiero quedaré relegado, apartado en cierta medida, del círculo social en que me desenvuelvo.

Según lo anterior, lo relevante no es lo consumido, si no la sensación que nos produce ese consumo dentro de un contexto social. Un factor psicológico que refleja aceptación, integración social, en otras palabras, sentirse querido, amado.

Smith plantea en la “Teoría de los Sentimientos Morales” que el amor es agradable, mientras que el resentimiento desagradable. También expone al amor como un sentimiento que en si es agradable a la persona que lo experimenta y que estimula la saludable condición de la constitución humana. La entrega mutua de éste hace felices a los sujetos. La empatía forma parte importante en el desarrollo de la felicidad de una persona. Una de las características que nos hace humanos corresponde a que podemos sentir en menor medida lo que siente otra persona en una situación específica. Si un amigo sufre una pérdida, probablemente yo también sufra con él aquella, pero en menor medida, siendo necesario consuelo de mí parte hacia él para satisfacer la imperiosa necesidad de apoyo, “requiere con más vehemencia el saludable consuelo de la simpatía”, en palabras de Smith.

Se identifica el propósito de cubrir una necesidad (de amor, de empatía de parte de otra persona) por medio del consumo, no siendo este último felicidad en sí, ni siquiera una buena forma de propiciar relaciones sociales debido a su costo ambiental, por la producción en masa de bienes, y la potencial exclusión de sectores más desposeídos.

El modelo burgués de propiedad identificado por Marx y Engels, aquel que genera destrucción del medio, la que se consigue explotando los trabajadores, robándoles lo que crearon ellos con la excusa de haber sido transado por un salario miserable, aquella inmoralidad, se ve como un modelo social a seguir en una sociedad consumista, modelo que, además de ser egoísta y poco empático en sí mismo, solo persigue un único objetivo, el del lucro; según esto: Lucro es igual a felicidad, máxima de nuestra sociedad hoy. Pero ¿es realmente el ser humano un ente que busca sacrificar al resto (siempre sintiendo empatía, que al parecer no repercute mucho en nuestras acciones) en pos de su propio beneficio económico y por lo tanto felicidad? ¿Es posible ser feliz sin tener muchos objetos materiales? Mi postura es que no, no somos unos animales totalmente egoístas, y que sí, si es posible llegar a ser feliz sin muchos objetos materiales. La felicidad no es sinónimo de tener la mayor cantidad de cosas posible, si no las experiencias que uno puede extraer de ellas. No es necesario ser esclavo y matarse trabajando para obtener felicidad; la mentalidad “materialista” y consumista de hoy nos han hecho olvidar valores de antaño que estuvieron presentes mucho antes de la concepción propia del capitalismo. Las comunidades precolombinas, que aunque poco tenían, probablemente eran mucho más felices de lo que somos hoy en día, incluso en la situación de “bajo la línea de la pobreza” (si se consideraran como miembros de nuestra sociedad actual) en que se encontraban. La felicidad no proviene exclusivamente de un modelo a seguir, de qué tan insertos nos encontramos en la sociedad (desde un punto de vista adquisitivo, exitista, no en tanto relaciones humanas) y en lo que esta espera de nosotros y menos en nuestra capacidad de compra, factores que innegablemente aportan a la felicidad de cada uno pero que no son determinantes por sí solos. Tener muchos más regalos en navidad probablemente sí causará una sensación de felicidad momentánea, pero no por los objetos en sí, si no por vislumbrar la potencialidad de experiencias que ellos nos pueden otorgar, del bienestar psicológico, anímico que procede de ellas; de acuerdo a esto, no es necesario para un niño tener el último juguete que salió al mercado, pero sí la experiencia de gratificación que puede generar al interactuar con sus amigos, o incluso el otorgarle personalidad a aquel juguete.

Creo que todos tenemos algún bien que le tenemos mucho cariño, ya sea por la utilidad que nos brinda, porque tenemos cierta estima hacia la persona que nos lo dio o ayudó a conseguir, etc., pero el valor pecuniario no es lo que importa en aquel, sino la experiencia que nos otorga o nos otorgó alguna vez. Es por ello que tener una mayor cantidad de objetos sin significado alguno, y que poco o nada de potencial bienestar otorguen (según una postura en que por cada bien extra, menos bienestar marginal otorgará al sujeto) no es sinónimo de ser más feliz con respecto al que menos tiene. Incluso cabe la posibilidad de que aquel que menos tenga sea más feliz que aquel que más tiene, siempre y cuando no caiga en un nivel de carencia, solo por llevar una vida más simple, sin tantas preocupaciones.

Felicidad no es consumismo, felicidad es hacer de la sociedad cada vez más “social” y menos material, hasta cierto punto. Felicidad no es ganar dinero, si no lo que se puede hacer con él, tanto para ti como para otros.

Bibliografía

1.-Avetikian Bosaans, Tamara. “Selección de Escritos de Adam Smith”. Estudios Públicos, 1987.

2.- Hobsbawn, Eric. “El Manifiesto Comunista”.

3.- Marx, Karl y Engels, Friedrich. “Manifiesto Comunista”. Capítulos uno y dos.

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