La privatización del sector siderúrgico Caso particular de Altos Hornos de México AHMSA

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Otro acontecimiento importante en este período tiene que ver con la Fundidora Monterrey que experimento problemas financieros originados por su deuda contraída con extranjeros impactada directamente por la devaluación, para evitar la quiebra de esta empresa el estado la adquiere en 1977 convirtiéndose en la segunda paraestatal siderúrgica.

Crisis y Privatización

En 1982 la crisis petrolera afecto severamente al sector siderúrgico ya que esto se tradujo en la reducción de la inversión y el gasto público sobre el sector del acero, por esta razón la construcción de SICARTSA se vio suspendida así como todo el sector se vio reducido en términos de empleo, producción y por ende la reacción acabó por reflejarse una balanza comercial siderúrgica negativa, la balanza comercial que había mostrado una clara tendencia creciente de las exportaciones en detrimento de las importaciones para principios de la década de 1980 se tornaba deficitaria[4], aunado a esto la capacidad productiva del sector que había incrementado considerablemente en los últimos años no encontraban correspondencia con la estancamiento de la producción.

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La producción de acero había experimentado una estrepitosa caída en 1982 de la cual si bien había logrado salir entre 1988 y 1989 su producción parece haberse estancado, en general en incremento de la capacidad productiva del sector no correspondía a los montos de producción.

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En 1990 el esquema porcentual de la participación por empresa en la producción de acero demuestra que las todavía paraestatales AHMSA y SICARTSA aportaban el 50% de la producción total de acero en país.

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De acuerdo con los reportes anuales de la Cámara Nacional del Hierro y el Acero (CANTRA), la tendencia decreciente de las importaciones y los crecientes montos de exportaciones alcanzaron su punto máximo en 1983 cuando la exportaciones superaron a las importaciones, sin embargo la crisis de 1982 revirtió rápida mente este efecto y para 1985 la tendencia parecía completamente contraria con importaciones crecientes y exportaciones decrecientes.

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Aunado al estancamiento de la producción del sector siderúrgico y a los déficits de la balanza comercial el consumo nacional se contrajo hasta llegar en 1989 a 7.28 millones de toneladas, a partir de 1991 el consumo marca una tendencia creciente salvo para el año 1993 en que se contrajo nuevamente sin embargo está contracción no alcanza los niveles observados hasta ante de 1990.

En consecuencia de los déficits que reportaba la balanza comercial del sector siderúrgico y de la imposibilidad del estado de contrarrestar este efecto en marzo de 1990 se emite un comunicado oficial en el que se exponen la justificación de la privatización de las siderúrgicas AHMSA y SICARTSA[5], dos eran las razones fundamentales sobre las cuales se fundamentaba la privatización de las dos paraestatales:

- Es necesaria la inversión privada que permita la modernización del sector para que sea competitivo.

- La liberación de las partidas estatales con destino al sector siderúrgico pueden canalizarse en hacia programas que atiendan el desarrollo social.

El comunicado también establecía un par de condiciones para los candidatos compradores:

- Los compradores deberán contar con un programa de modernización así como disponer de los recursos necesarios que les permitan llevar a cabo dicho programa.

- Los compradores se comprometen a respetar los derechos laborales de los trabajadores de las paraestatales en cuestión así como a promover su participación en la propiedad de las empresas.

Como era de esperarse las inversiones realizadas en este periodo incrementaron significativamente en el sector:

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Este cuadro pone de relieve la cuestión sobre que tan efectiva ha sido la privatización en términos de inversión, si se considera, como se argumentó en el comunicado oficial de la privatización y en general en el neoliberalismo, que es el sector privado el único capaz de generar las inversiones que modernicen al sector convirtiéndolo en una rama competitiva se puede concluir que más que modernizar el sector e incrementar su competitividad la privatización ha estancado al sector por casi dos décadas, esto sin considerar los impactos que el recorte de personal y la desarticulación de las economías locales generadas a partir de las fundidoras provocaron en algunas regiones.

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En cuanto a AHMSA se puede observar que en vísperas de su privatización la capacidad instalada tuvo ligeras variaciones entre 1987 y 1990 mientras que la capacidad ociosa incremento hasta 1988 donde alcanzo el punto más alto del período analizado, sin embargo las variaciones más evidentes surgen entre 1990 y 1991, año en que se materializo la privatización después de 1991 la capacidad instalada de AHMSA se mantiene constante a partir de 1991 mientras que la capacidad ociosa de recude significativamente.

La privatización de AHMSA lanzo al desempleo a miles de trabajadores, el personal empleado fue reducido paulatinamente hasta que en 1993 representaba apenas el 56% de personal en 1989, lo que significa que se había desempleado a un 34% del personal del sector:

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SITUACIÓN ACTUAL

En 2010 México se ubico dentro del Top de los 15 principales países productores de acero en el mundo, su producción promedio entre 1990 y 2010 asciende a 13, 664.76 millones de toneladas, la posición de México en el top productores de acero fue al decimo tercera[6], su producción representa el 1.2% de la producción mundial para el mismo año.

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De a cuerdo con reportes de la Secretaría de Economía el 85% de la producción de acero en el país la concentran 5 empresas, siendo la principal Arcelormittal que es una empresa norteamericana, seguida de AHMSA que aportó en 2010 el 26% de las 14.75 toneladas producidas por el grupo de empresas, es decir que entre Arcelormittal y AHMSA se concentra el 46 % de la producción total de cero en México.

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Por otro lado la Balanza comercial siderúrgica ha reportado una tendencia