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Carta reflexiva a un maestro.

Enviado por   •  2 de Enero de 2018  •  1.324 Palabras (6 Páginas)  •  493 Visitas

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y un número en la lista, o la simple matrícula de la escuela, llegan a ser parte de ti, parte de tus intereses, motivaciones, preocupaciones, llegan a ser parte de tu vida.

Algo que sin duda no voy a olvidar es a un niño que me dio una lección de vida personal y profesional. La maestra me hablo de él, me dio ciertas referencias es inquieto, travieso, rebelde, grosero, falta seguido a clases, pero es muy inteligente. Mi primer acercamiento a él fue mediante una actividad grupal donde tenían que inventar un cuento entre todos, para mi sorpresa él se mostró muy interesado e incluso su participación fue muy buena, se expresó de manera natural, sin miedo, con entusiasmo, sus compañeros le aplaudieron por su excelente participación, la actividad fue todo un éxito, a los niños les encanto. Al final de esta clase él se quedó al último, y me dio un abrazo y una hoja de papel doblada y me dijo “gracias”, abrí la hoja y vi lo que tenía escrito, decía:

- Gracias por sus bonitas clases, así si vengo todos los días. A la mañana siguiente todo transcurrió de manera tranquila aborde los contenidos correspondientes, pero algo me llamo la atención de él, se encontraba muy callado y distante, durante el recreo me acerque a él, y comencé a platicar con él, él se mostró muy atento, durante la charla, pero llego un momento en el que se levantó de el pupitre y me dijo: no, no se acerque, porque también se va ir, como mi mama y me va a dejar.Después de esto consulte con mi tutora y me comento que sus papas se habían separado, y la madre se había ido de la casa y el niño se había quedado al cuidado de su padre y tenía serios conflictos familiares.El último día de la jornada todos los niños se despidieron de mí, incluso el, me dio un abrazo muy fuerte me dijo que me extrañaría.

Esa misma tarde mientras me encontraba revisando algunas cosas en la mochila me encontré con una hoja doblada, y me imagine que era de él, pero más nunca imagina lo que tenía escrito, simple y sencillamente me dejo sin palabras:

Gracias por sus bonitas clases, me divertí mucho, y se me olvidaba que mi mami se había de mi casa la voy a extrañar, no se olvide de mí, porque yo no voy a olvidarla.

Reflexión

Estoy completamente convencida que ser maestro(a) no es una simple decisión; no podemos reducirlo a un trabajo, esto, mis queridos colegas, no es sólo una profesión. Para mí ser maestro puede comprender un estilo de vida. Creo que cuando nos ponemos el traje de educadores, si lo hicimos con vocación, no se vuelve a quitar jamás.

Un buen maestro no solo lo es por el hecho de haber obtenido un título o por que domina ciertas estrategias de enseñanza y aprendizaje, o bien porque tiene dominio de contenidos temáticos. Un buen maestro, tiene que ser humilde, amoroso, valiente, tolerante, con capacidad de decisión, seguridad, sentido de justicia y habilidad verbal.

La fe, la esperanza y el amor son elementos imprescindibles en esta hermosa y tan importante carrera. Sí, nos hará falta la fe, creer en nosotros mismos, pero aún más en todos esos niños que tendremos a nuestro cuidad, enseñarles tanto, no sólo aumentando su intelecto, sino dándole nuevas herramientas para vivir mejor. Nos hará falta la esperanza, porque muchas veces habrá pocas posibilidades, pero es con la esperanza que mantendremos siempre esa ventana abierta para llegar a la meta que queramos. Pero el más importante, el amor. Nada se hace con excelencia cuando no hay amor en ello. Un maestro real, ama su carrera, ama a sus semejantes, pero también tiene ese amor propio que lo llena siempre de fuerzas para emprender con gran empeño su labor en este mundo.

Angélica González González

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