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VERDAD Y TRANSFORMACION.

Enviado por   •  12 de Abril de 2018  •  2.715 Palabras (11 Páginas)  •  291 Visitas

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Cuando tenemos claro este sentimiento, entonces podemos saber que los necesitados no deben encontrar obstáculos ni dilaciones para que puedan obtener con urgencia y eficacia lo que merecen por justicia y amor. ¡Es urgente ayudar a los necesitados! Actualmente, vemos como toneladas de alimentos no llegan a personas que mueren de hambre en África, todo por una burocracia impregnada de mezquinos intereses políticos, pero no hay que ir muy lejos pues en nuestro propio país y ciudad pasa lo mismo.

Es en estas situaciones donde los creyentes debemos hacernos notar, para recordar a la sociedad que todas las instituciones que están para ayudar deben tener siempre presente que los más importante es la gente, las personas. Las organizaciones deben estar al servicio de las personas y no al revés. La iglesia, nosotros, debemos ser como alarmas que recuerden el deber de la solidaridad permanente.

Una verdadera evangelización, se da cuando la realidad se transforma de mala a buena, cuando le son devueltos a los pobres y necesitados sus derechos. Un creyente debe ser solidario, debe trabajar por una cultura de solidaridad, donde los más pobres sean puestos de pie. Eso fue lo que hizo Jesús y es lo que debemos hacer nosotros. Otro factor en donde debemos estar presentes es en el gobierno o estado del país, la cosmovisión cristiana ve al gobierno como institución establecida por Dios, con el propósito principal de promover la justicia para todos los ciudadanos.

Sabemos que el poder tiende a corromper, así que un gobierno que dispersa el poder es mejor que uno que junta el poder en las manos de unos pocos. Como cristianos, debemos darle la bienvenida a oportunidades para tomar parte del gobierno, con el objetivo de influenciar en el Estado para ajustarse a la voluntad de Dios como institución social. La visión cristiana no señala ninguna forma de gobierno en particular como aceptable, aunque es más probable que una forma de gobierno constitucional se adapte más a principios bíblicos y responda a sus ciudadanos que una menos democrática.

El gobierno humano es necesario a causa del pecado. Nuestras malas inclinaciones hacia el pecado deben ser refrenadas por leyes y un gobierno capaz de hacer cumplir esas leyes. De esta manera, el gobierno nos protege de nuestra propia naturaleza pecaminosa. Cuando el gobierno gobierna dentro de los límites de su papel en el orden de Dios, nos sometemos voluntariamente a la autoridad del Estado, porque comprendemos que Dios lo ha colocado en autoridad sobre nosotros. Sin embargo, cuando el Estado abusa de su autoridad o afirma ser soberano, debemos obedecer la ley trascendente de Dios antes que aquella del Estado. Nuestra lealtad a Dios puede llamarnos a la participación política en un esfuerzo de crear un gobierno justo y bueno, recordando las frases del Pastor Darío Silva “hay que cristianizar la política y no politizar el cristianismo”.

Por otro lado hay que volver a la educación integral, teniendo en cuenta la Palabra de Dios, pues no es ninguna exageración decir que la educación basada en la Biblia puede transformar vidas. Ha dado sentido y esperanza a personas que se sentían vacías y desesperadas.

La educación Cristocéntrica que en un tiempo fue la que trajo prosperidad a Europa, fue intercambiada por una educación humanista en donde se decía que la religión debía repensarse glorificando al hombre, y no a Dios; este pensamiento es el que actualmente maneja la Nueva Era. Desafortunadamente, el hombre no aprendió que fuera de Dios sólo existe la anarquía y quisieron mantener a Dios fuera de la educación, calificando la basada en la Biblia como “religiosa”, primero fue rechazada y ahora está casi prohibida.

El resultado de cambiar la educación y basarnos en el hombre y sus conceptos nos lleva a lo que hoy en día vivimos: violencia escolar, perversión sexual, suicidios, abortos, drogadicción, etc., en sí la ruptura total de la célula familiar, fundamento de una sociedad sana, como lo mencionaba más arriba. Recordemos que si Dios no existe, pues todo es permisible, y estamos viviendo las consecuencias de ese pensamiento, por lo que es tan importante regresar al principio… Dios. Debemos regresar a una educación fundamentada en la Palabra de Dios, para no estar basados en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.

En el Antiguo Testamento vemos que cuando Dios hizo su alianza con la humanidad, la hizo dándonos una serie de normas que debemos cumplir de acuerdo a su divina voluntad. Ese es el Decálogo o Diez Mandamientos. Estos diez mandamientos que Dios quiso darnos a la humanidad constituyen un faro y una norma de vida fundamental en la justicia y en el amor, es el “gran código” ético para toda la humanidad.

Los mandamientos son los que siembran y construyen la confianza que hemos de tener entre todos nosotros. No podemos vivir en medio de la mentira, del fraude, de la corrupción, del engaño y de las falsas acusaciones. Muchas veces, algunos esperan que sean las leyes humanas y los tribunales los que vayan restableciendo el orden que se ha perdido, pero vemos claramente que la corrupción ha entrado hasta esos niveles. Por eso es necesario que regresemos a los mandamientos de la Ley de Dios que tan insensatamente hemos abandonado.

Por esto es muy importante abrir nuestra mente para conocer la verdad. Estamos acostumbrados a pensar dentro de los parámetros que hemos aprendido pero ahora tenemos que conocer la Palabra de Dios, es decir la verdad, solamente el conocimiento de esa verdad nos hará libres.

Conociendo la verdad, entonces podemos empezar a cambiar no sólo nuestra vida sino la de los demás y por ende la del mundo entero, este es el privilegio que Dios nos ha regalado, el cumplimiento de la Gran Comisión en nuestra generación. En mi opinión, la única manera de cambiar el mundo es cambiando a los individuos. Muchas personas cambiadas producirán universidades cambiadas, comunidades cambiadas, ciudades, estados y naciones cambiadas. Sí, un mundo verdaderamente cambiado. Jesucristo es el único que puede cambiar a las personas desde su interior. Nosotros, podemos cambiar el mundo, llevando a todas las personas a Jesucristo.

Uno de los mayores errores de todos nosotros, los cristianos, es pensar que en la actualidad la gente no quiere conocer a Dios. Pero, Dios me ha dado la oportunidad de participar en Misión Posible de la Iglesia y es ahí, cuando visitamos colegios y personas necesitadas donde me puedo dar cuenta que esto no es cierto, pues el Espíritu Santo ha creado un hambre por Dios en los corazones de muchas personas, es el momento entonces, de llevar las buenas noticias de una forma sencilla y clara para saciar esta necesidad. Sin embargo,

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