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Filosofía contexto histórico de República

Enviado por   •  8 de Septiembre de 2018  •  2.043 Palabras (9 Páginas)  •  279 Visitas

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A la caída de la democracia de Pericles, le sucedieron regímenes políticos que resultaron en una superposición de legislaciones y decretos que facilitaron la arbitrariedad y la corrupción de los gobiernos, lo que constituyó el marco de la polémica que sostuvieron Sócrates y Platón con los sofistas y que tuvo implicancias en el pensamiento de Aristóteles.

Phýsis y nomos: el planteo de los sofistas

Las estructuras económicas, políticas y sociales que se consolidaron durante el Siglo de Oro, implicaron un ordenamiento de la sociedad que supuso la normatización de prácticas y la creación de leyes acordes: toda la sociedad se concibió como un orden natural sujeto a leyes similares a las de la naturaleza. Sin embargo, las relaciones y las acciones humanas en el plano social se presentan bajo la forma de la contingencia, a diferencia de la naturaleza que es regular, repetitiva en sus ciclos, los entes son idénticos y realizan siempre su función específica. La ley humana regulariza las acciones y conductas de los hombres con un patrón que se ajusta al concepto de lo bueno y lo justo, es decir, la conducta que se ajusta a la ley es justa y buena y racional. Tal identificación puede concebirse como prolongación de la naturaleza o como una convención, como necesidad natural o artificio humano para su conveniencia. En Platón y Aristóteles, la continuidad entre ley y justica se corresponde con su concepción teleológica del universo que sostiene que cada elemento del orden tiene una función específica o fin (thélos) a realizar según su naturaleza. Lo que implica que el hombre también tiene un fin natural y éste es la vida de razón, que lo diferencia del resto de los seres vivos. Dicho fin lo puede realizar en la polis, un orden regulado según un patrón racional que se expresa en las leyes de un régimen de gobierno o régimen político justo, entendiéndose como justo el que gobierna con el fin del bien común.

Algunos sofistas plantearon una confrontación a las costumbres y leyes vigentes (nomos) de la polis ateniense relativizando su carácter natural (phýsis) y sagrado, y poniendo en cuestión a la verdad como criterio absoluto y unilateral, tanto en el plano cognoscitivo como en el moral y el religioso. El término sofista designaba a hombres sabios que comerciaban con el conocimiento y la labor pedagógica, y que enseñaban el arte de convencer mediante sofismos (falsos razonamientos) por sobre la búsqueda de la verdad; especialmente importante para la élite política que deseaba influir en la asamblea.

Existieron entre ellos posiciones que desnaturalizaron en mayor o en menor medida a la justicia, las leyes y las costumbres relativizándolas, y se constituyeron como interlocutores principales en muchas de las obras de Platón y en varios pasajes de la obra de Aristóteles.

Protágoras de Abdera (480-410 a.C.) sostuvo el carácter relativo de la verdad y el conocimiento, diciendo: “el hombre es la medida de todas las cosas”. Sócrates dice que “el hombre es la medida de todas las cosas, en tanto del ser de las que son, como del no ser de las que no son”. El hombre individual constituye el criterio de todo juicio, de modo que hay tantos criterios como individuos y distintas percepciones y concepciones de una misma cosa. Resultaba inadmisible para Platón en tanto implicaba que una misma cosa podía poseer cualidades contradictorias. Ej.: ser frío y caliente, justo e injusto, ser y no ser.

Georgias de Leontium (483-375 a.C.) sostuvo 3 principios relacionados: 1. a nada existe, 2.aunque algo existe es inabordable para el hombre, 3.aunque algo sea concebible es inexplicable e incomunicable a los otros hombres. Cuestiones similares fueron planteadas respecto a los dioses, la justicia y la ley y, por ende, con relación al orden social y la polis.

Protágoras sostenía el carácter pre político del hombre que fundaba ciudades para subsistir, y a las leyes y a la justicia como imperativo para sostener y conservar la ciudad, evitando que los hombres se maten entre sí. La justicia es el resultado no natural de la convención que surge con el establecimiento de las ciudades y se inculca a través de la educación mediante la exigencia de respeto a la ley.

Critias también habló de que en un principio, la vida de los hombres era violenta y desordenada, reinaba el más fuerte, que no sufría castigos, sobre el más débil, que tampoco recibía ningún premio. Cuando los hombres establecieron las leyes punitivas para que la justicia se aplicase a todos por igual y castigase a quien pecara, había quienes obraban ilícitamente en lo oculto por lo que un hombre prudente y sabio inventó el temor a los dioses para que los malvados no continuaran violando la ley.

Transímaco sostuvo que la justicia es lo que conviene al más fuerte y que, por lo general, la naturaleza y la ley son contrarias entre sí. Por naturaleza es feo sufrir una injusticia pero por ley es feo cometerla. Los débiles y la mayoría son los que hacen las leyes de acuerdo a su ventaja, para atemorizar a los fuertes y a los capaces de poseer mucho para que no tengan más que ellos porque tratar de poseer más que los otros es injusto. Pero para Gorgias, la naturaleza demuestra que es justo que el más fuerte tenga más que el débil y el poderoso más que el que no lo es.

Los sofistas sintetizaron la problematización de la relación entre naturaleza y convención. Distinguieron al mundo de la naturaleza (totalidad de las existencias y del orden independientes del hombre) del mundo de la cultura (complejo de las creaciones y de las maneras de vivir del hombre) cuando antes los filósofos naturalistas los mezclaban y confundían como uno. En esa distinción, algunos creen que el mundo de la cultura es una consecuencia y aplicación del mundo de la naturaleza; otros creen que es la antítesis y una superposición a la naturaleza.

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