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Los fundamentos filosóficos de la Ética - Ramón Xirau

Enviado por   •  14 de Mayo de 2018  •  1.855 Palabras (8 Páginas)  •  409 Visitas

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Es en este punto donde los diferentes enfoques y puntos de vista de la filosofía pretenden guiar al individuo, tratando así de iluminar su paso hacia una sociedad funcional y un grupo de “iguales” enriquecidos con sus infinitas diferencias.

Es así como la ética encuentra su campo de estudio, en la relación entre estos 2 conceptos y de igual manera, la filosofía pretende por medio de temas como la espiritualidad y el engrandecimiento del espíritu humano brindar respuestas a esta problemática.

El hombre se consolida como un ser social y a partir de aquí, se entiende que la sociedad misma no es un producto ajeno a este. El hecho innegable en la problemática al momento de actuar moralmente de cada individuo, es cuando dicha acción choca contra la moralidad de otros individuos dentro de la misma sociedad, generando así, problemas éticos vinculados directamente entre decidir que moral es la más adecuada o la más verdadera dentro de los diferentes puntos de vista de los participantes. Así es como la filosofía encuentra su lugar dentro de la interacción y al tratar de mediar el conflicto entre voluntades de diferente magnitud y dirección, siempre tratando de no inclinarse hacia un lado.

En cuanto a este punto, el autor describe como es una acción por demás complicada, puesto que una de las características principales de entre los diferentes tipos de filosofía y corrientes de pensamiento, es que una se separa cada vez más de la otra, haciendo esta labor un tanto más complicada. Dicho espacio queda restringido de nuevo a la autorregulación de los participantes y tratando de seguir las pautas sociales establecidas, no sin permanecer fieles a sus propios límites morales y por lo tanto éticos, tanto como a sus propias filosofías.

En sí, la ética busca, partiendo de estas diferencias, tratar de mejorar al ser humano por medio de una adecuada guía de interacción entre los mismos, puesto que los problemas que surgen en la problemática generada por la conducta social del hombre solo tienden a crecer exponencialmente de no ser atendidos.

Es así y de igual forma que en el caso de la filosofía, que la ética va cobrando diferentes puntos de vista y, por ende, ofreciendo diferentes parámetros de entre lo que es correcto y lo que no, que es moral o amoral, que manera de vivir es la más adecuada ya no solo como individuo, sino como parte esencial del grupo social al que pertenece y, por lo tanto, con el que tiene una responsabilidad como miembro.

Sin importar cuantas sean las ramificaciones y las diferentes direcciones que tomen todos estos hechos, es indiscutible la íntima relación que llega a existir entre la filosofía, la moral y la ética.

Es de tal manera, que el proceder hacia la determinación de si un acto es moralmente bueno o malo, o el hecho de que tan ético o falto de ética sea dicho acto, siempre partirá del denominador común que es el individuo mismo, sea tomado o no como parte de una sociedad, y sea cual sea su filosofía bajo la cual se ha visto influenciado para tomar dicha decisión.

Aristóteles afirmaba respecto al tema de la moral (la moral Socrática específicamente), que esta podía ser comprendida en 3 proposiciones:

- La virtud es lo mismo que el conocimiento.

- El vicio es ignorancia.

- Nadie hace el mal voluntariamente.

El entendimiento dentro de estas 3 líneas, radica en que, para Sócrates, así como para los Sofistas, la virtud podía ser enseñada, lo que nos lleva una vez más a pensar ¿Qué tan propia es la idea de moralidad para el individuo cuando esta podía ser aprendida?, y más aún, ¿cómo saber cuál de las líneas era la correcta a seguir?, ¿Cuál era la filosofía indicada para basar nuestras ideas morales, nuestras virtudes o comportamiento ético?

Así como los Sofistas veían en la virtud un simple cumplimiento del deber, de manera práctica, para Sócrates existía la tendencia hacia el bien identificándolo posteriormente como sabiduría, más, sin embargo, cuantas personas con grandes conocimientos llegaron a hacer el mal, a lo que Sócrates indicaba, que, si lo hacían, era debido a que, a pesar de sus grandes conocimientos, aún no habían adquirido la sabiduría necesaria para poder evitarlo.

Argumentaba que el conocimiento, específicamente en nosotros mismos, era el punto de partida para nuestras acciones, así como para nuestros pensamientos. Explicaba que, si el conocimiento era real, tanto este como la acción misma que partían de él, tendrían que coincidir en el bien como resultado de estas.

Por su parte, Platón, ejemplificaba este conflicto entre hombre, bien y mal, como un carro guiado por un cochero y jalado por dos corceles voladores. Uno de los ellos representaba el honor y la templanza, con la tendencia de ascender y a volar cielo arriba; este era el símbolo de la voluntad dirigida al bien. El segundo corcel, contrariamente al primero, representa las fuerzas negativas, el mal, con la tendencia de descender y a volar hacia el suelo.

Ambos ejercían una continua tensión sobre el cochero que simboliza la razón. Este tiene que esforzarse por mantener un equilibrio inestable y tratar de alcanzar la armonía entre estas incansables fuerzas opuestas.

“Tal es el alma del hombre: razón, apetito y voluntad dirigida al bien.”

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