SER HUMANO-SER PERSONA EN NUESTRA VIDA ACTUAL
Enviado por tomas • 27 de Agosto de 2018 • 2.630 Palabras (11 Páginas) • 469 Visitas
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Aquellos fines de semana sensacionales, en los cuales mis padres nos dedicaban todo su descanso para satisfacción y regocijo de mis hermanos y el mío. Esos días de campo tan maravillosos, en donde una torta era un manjar exquisito y un refresco o el agua fresca de mamá era tocar el cielo. Desconozco cómo le hizo mi padre para mantener a doce niños y aún más, cómo le hizo mi madre para educarnos y sacarnos adelante. Era increíble el compartir cosas que al fin de cuentas eran para todos, no existía la envidia, o al menos no la recuerdo, y podíamos disfrutar del parque que se encontraba cerca de la casa, en donde mi hermana la mayor se hacía cargo de nosotros y podíamos ir a comprar cosas a la tienda solitos, sin ningún temor. Qué tiempos aquellos…
Desgraciadamente los tiempos han cambiado, ahora veo que ya no conocemos a los vecinos, ¿platicar con ellos?, ¡Ni pensarlo! Somos seres totalmente desconocidos. Pero si además intento salir a platicar a la calle con algún amigo, conocido o familiar puedo arrepentirme después; no hay la seguridad de que entre con vida a mi casa o con lo de valor que traía.
Ahora las madres ya no tiene tiempo para los hijos, como trabajan, han descuidado esa parte afectiva importantísima. Y no juzgo el que trabajen, sino más bien que llegan con el pretexto de que como están trabajando todo el día, ahora les toca descansar y dejan a la creatura hacer lo que le pegue en gana, con tal de que no le moleste. Dejando la educación del niño a la guardería de su elección, siendo que el compromiso debe ser compartido.
Ahora en lugar de juntarse a comer en familia, cada quien se calienta en el microondas a la hora que tenga hambre. Y por la noche tampoco hay reunión familiar porque la hija o está con el novio o está en su habitación viendo su programa favorito; perdón, olvidaba, quizá está en internet platicando con sus amigos por medio de las redes sociales. La televisión, que anteriormente era un medio masivo de comunicación que nos servía como instrumento para unir a la familia, ahora nos disgrega. Hay una en cada habitación y además una en la sala, pero si no está el canal o programa que me interesa, me conecto a internet o me encierro en mi cuarto a ver mi televisión.
Pero lo más impresionante es que ahora ya no puedo ni comunicarme con los amigos, compañeros, con la novia y a fin de cuentas con nadie, porque todo el día pongo los audífonos a mis oídos y a escuchar mi música preferida. De plano se perdió la comunicación. Desconozco los gustos de mi novia, de mis amigos, cuáles son mis necesidades o la de mi entorno. No hay metas, planes, lo que venga creo que es bueno. Voy por la calle y veo todo mi entorno lleno de personas encerradas en su propio mundo, conectadas a… ¿un respirador artificial? No, creo que es un ipod; los niños de seis o siete años con sus celulares de alta tecnología, las madres teniendo comunicación durante toda la mañana con sus hijos mientras están en la escuela, por medio del What App. ¿Realmente eso es tener una buena comunicación? ¿Cómo le harían las madres de antes para tener esa comunicación? Porque no había ese tipo de tecnología. Además se ven en persona y parecen dos desconocidos.
Estamos viviendo en un mundo que cada vez va más rápido. Veo morir amigos, familiares, conocidos y hasta desconocidos a una edad temprana, que porque otra persona se enojó le dio un balazo, que murió de estrés, que le dio un cáncer a los veinticinco años, que iba a exceso de velocidad en la carretera y mil formas más. Pero no somos capaces de detenernos a penar un poquito en nuestra situación, es mucho más fácil pensar en la economía, en la globalización, en mis cosas materiales en general; pero lo más importantes es que hemos dejado de pensar en nosotros mismos, ¡Somos unos desconocidos de nosotros mismos!
Es una triste verdad, no sabemos quiénes somos, somos parte de una fuerza que nos arrastra y se llama cosmos. No somos capaces de detenernos y ver hacia atrás, visualizar si está bien lo que estamos haciendo. Allí es donde el hombre cada vez se va sintiendo ese vacío. Una visión del hombre cada vez más mecanizada que un robot, el ritmo acelerado de la vida que no le deja tiempo para reflexionar, el afán de superficialidad creado por los medios de comunicación. Es difícil creer que en esta época en la que el hombre ha cultivado la ciencia y la ha desarrollado de forma asombrosa, no pueda dar respuesta aún a tantas interrogantes que sigue teniendo, cómo es posible que haya preguntas y problemas que la ciencia no pueda resolver.
Y entonces entra otra vez la filosofía a escena, se vuelve a retomar como materia obligatoria, y no como optativas en la formación. Afortunadamente cada vez son menos los que piensan que el progreso científico-técnico es la clave de la realización del existir humano. Después de dos guerras mundiales en las que perdieron la vida aproximadamente dos millones de personas, de la hambruna de Etiopía, de la guerra de las antiguas Yugoslavias, de la cantidad de armas que hoy meten miedo al hombre, de la destrucción de la atmósfera, de los poderes sin control, como los que se están dando en Egipto, África, Libia, Cuba y otros lugares más; después de esto, son muy pocos los ingenuos que aún miran la ciencia y la técnica como un progreso automáticamente humano. El desconocimiento de sí mismo mete al hombre en esa angustia existencial característica de nuestra época y le hace perder el sentido humano.
Sólo el hombre es capaz de preguntarse a sí mismo o a los demás, cosa que no puede hacer ni la planta, ni la piedra, ni el animal. Necesita saber hacia dónde orientar sus decisiones y sus frustraciones, y percibirse a sí mismo mucho más valioso que aquello que ha vivido y logrado. La finalidad no es aumentar el saber humano, sino dar respuesta a una situación concreta de existir, comprenderla para bien vivirla. Cuando experimenta el vacío o hastío existencial después de una vida gastada en la rutina mecánica de cada día, en la que la sociedad lo llena de quehaceres y distracciones que no logran satisfacer el corazón del hombre, es cuando se da cuenta de esa realidad.
Afortunadamente el hombre, antes de tocar fondo, se ha encaminado a la búsqueda de algo concreto. Es algo paulatino, no puede ser un cambio drástico, ya que sería imposible. Pero podemos ver que ya quedó sembrada la semilla de la duda, ya tenemos la reflexión en función de las experiencias. Creo que si poco a poco nos vamos uniendo en protestar interiormente nuestra forma de conducirnos, podemos lograr mucho. El hombre ha cambiado a lo largo cinco millones de años en los que se puebla la tierra, ¿Acaso no podemos hacer ese cambio para bien en menor tiempo, si se
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