Unidad II: Kant y la filosofía de la Ilustración
Enviado por Jerry • 12 de Septiembre de 2018 • 8.851 Palabras (36 Páginas) • 391 Visitas
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Esta fe en el progreso predicaba, también, una especie de eficacia automática del avance científico; en otras palabras, si se quitan los obstáculos a la ciencia, la inteligencia humana logrará un saber acumulable que es causa por sí mismo de civilización y progreso moral: por las solas virtudes del uso de "la luz natural de la razón" la nueva imagen del mundo debe garantizar no sólo la prosperidad en adelantos cognoscitivos y técnicos, sino también el crecimiento económico y la organización racional y justa de la sociedad.
La convicción acerca del progreso indefinido de la humanidad es la clave de la concepción de la historia; ésta aparece unida al progreso; el hombre camina en una dirección definida y deseable, hacia la concreción de la promesa de felicidad terrena, que será posible por el creciente dominio del hombre sobre la naturaleza. La causa de que en el pasado el progreso no haya sido estable y continuo se encuentra en los prejuicios y errores que han impedido avanzar en un sentido adecuado; pero la felicidad se alcanzará en el futuro gracias al triunfo de la razón sobre los prejuicios.
El progreso pasa a ser artículo de una nueva fe, que ve en el florecimiento de las ciencias y de las artes, en las manifestaciones de la civilización, los milagros de la razón.
Los instrumentos apropiados para el progreso son la legislación y la educación, que a su vez modificarían paulatinamente la opinión pública. Mientras la ignorancia esclaviza, divide a la sociedad y obstruye el progreso, la instrucción libera, corrige las desigualdades e impulsa el avance de la humanidad. Los intelectuales ilustrados emprenden una campaña contra la superstición confiados en los efectos positivos de la difusión del saber[1]. Además, mediante la legislación puede mostrarse el origen y la causa de todo hábito vicioso; el país cuya constitución y cuyas leyes se ajusten más exactamente a la voz de la razón y de la naturaleza, será aquél en que la virtud será más fácil, en que las tentaciones de apartarse de ella serán más raras y más débiles.
* Crítica al pasado: Todo lo que la historia ha constituido y la tradición ha consagrado en materia de organización social y política, de instituciones económicas y jurídicas, de métodos y órganos educativos, y de creencias y prácticas religiosas, todo está sometido a revisión crítica en nombre de los derechos soberanos de la razón. Sólo por medio de ésta es posible liberarse del pasado, reconstruir trozo por trozo la máquina de la vida individual y social, abrir a la humanidad un camino de progreso indefinido, y suministrar los medios para realizar ese nuevo ideal de perfección y felicidad. Dice Kant:
“Nuestra época es la época de la crítica, a la que todo tiene que someterse. La religión por su santidad y la legislación por su majestad quieren generalmente sustraerse a ella. Pero entonces suscitan contra sí sospechas justificadas y no pueden aspirar a respeto sincero, que la razón sólo concede a quien ha podido sostener libre y público examen”[2].
Para Kant, la crítica es “el libre y público examen mediante la razón”, estableciendo un nexo expreso de libertad y publicidad (en el sentido de espacio público) en la idea de Ilustración, ya que...“para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón en cualquier dominio”[3].
Lo que se basaba sólo en la costumbre y la tradición deberá en adelante justificarse ante el tribunal de la razón, y no evadir esa nivelación igualitaria que ella exige. La razón es humanitaria y es pacifista; la disputa, la lucha, el contraste, son efectos de inmadurez espiritual, de una irracionalidad que es atribuida a la historia con todos sus prejuicios, sus injusticias y desigualdades.
Precisamente, como veremos más adelante, la filosofía de la historia ilustrada trata de proyectar una visión racional del acontecer, a través de exposiciones que proporcionen la base de una fe en el progreso de la humanidad.
2. Kant.
Immanuel Kant (Königsberg-Prusia Oriental, 1724-1804), es uno de los mayores pensadores de la Edad Moderna. Su doctrina, en cualquier caso, ha sido decisiva para el rumbo de la filosofía posterior, ya que puede considerarse como sistematización y fundamentación del horizonte de sentido de la modernidad. Su vida transcurre en su ciudad natal, de la que casi nunca sale, y donde lleva una existencia más bien difícil y modesta como profesor aun cuando llega a alcanzar bastante renombre como filósofo.
Su imponente obra Crítica de la Razón Pura (1781) vio la luz luego de doce años de investigaciones, contando su autor 57 años, y representa un viraje decisivo en su pensamiento. Luego de su publicación le siguieron otros escritos aclaratorios, y un poco más tarde las otras dos “Críticas”: la Crítica de la Razón Práctica (1788) y la Crítica del Juicio (1790). Escribió también numerosos opúsculos (pequeños textos) políticos o de filosofía de la historia, en los que se destaca claramente su pertenencia al entramado ideológico ilustrado.
2. 1. La crítica de la razón
Para Kant, la razón no puede ni podrá eludir el hecho de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar, pero a las que tampoco puede responder totalmente; esta paradójica situación impone al filósofo la tarea de hacer una crítica de la razón, restaurándola sobre bases nuevas que la alejen del dogmatismo y la coloquen en el camino de la ciencia.
Lo primero es hallar en qué radican las condiciones para que el pensamiento, la actividad de la razón, constituya también conocimiento. La crítica entonces es “un poner a prueba y una justificación”, debe invalidar las pretensiones abusivas y legitimar derechos. Mientras no se haya criticado a sí misma, la razón no tiene conocimiento de sus límites, e ignora cuántas veces opera ilegítimamente: por ejemplo, cuando la razón añade al edificio del conocimiento —construido por el entendimiento y la experiencia— una supuesta ciencia de lo suprasensible, con el nombre de metafísica, acerca del alma, del mundo y de Dios.
Esa es la tarea que emprende Kant en la Crítica de la razón pura, obra destinada a investigar la propia posibilidad del conocimiento y a aclarar el papel de la razón en sí misma y en relación con la experiencia. Al pasar revista a las dos posiciones que disputaban en torno a la teoría del conocimiento —el racionalismo y el empirismo—, descubre que ambas expresan una parte de la verdad: si la
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