EDUCACIÓN LIBERADORA O BANCARIA DE PALACIOS “CUESTIÓN ESCOLAR”; FREIRE “EL GRITO MANSO”
Enviado por mondoro • 14 de Enero de 2019 • 2.568 Palabras (11 Páginas) • 510 Visitas
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La pedagogía de la esperanza sólo se construye cuando la "calidad" escolar no se reduce a criterios de productividad académica, sino que se afirma en la ampliación del derecho social a la educación y en la lucha contra el monopolio del conocimiento, es por definición, una pedagogía del ejercicio sustantivo y real de la democracia. Se fortalece con la intervención, la participación y la fiscalización de las comunidades en los asuntos que conciernen a su propia vida, a sus demandas y sueños, a sus ilusiones y necesidades. La democracia sustantiva gana fuerza y se multiplica cuando las mayorías ganan espacio, su voz es reconocida como una voz legítima, sus demandas esenciales como obligaciones públicas. Es esa democracia fuerte y efectiva, la democracia de la esperanza que la pedagogía crítica aprende y enseña a amar, a construir y a defender. Es una pedagogía donde lo imposible se construye, utópicamente, con un ojo en el presente y otro en el futuro.
En el texto “LA EDUCACIÓN POLÍTICA” de Isabelino Siede. El autor, desarrolla los fundamentos y propósitos de la formación ética y ciudadana a partir de la política.
Por un lado, la palabra “ciudadanía” viene del latín civitas, es decir de ciudad, y por otro, la palabra política viene del griego polis y también viene de ciudad. Ciudadanía y política provienen de un origen en común; sin embargo, en la escuela hablamos siempre de ciudadanía y no de política. A partir de lo dicho, surge la ciudadanía escolar, se la denomina políticamente neutral.
Pensar la educación política en la actualidad es revisar creencias para recrear su vigencia, donde luego se utilizaran las prácticas para transformarlo y transformarse en él.
Las prácticas pedagógicas son herramientas que se utilizan para actuar en el mundo, no sólo para fortalecer el. Esas prácticas tienen sentidos, modalidades y contenidos diferentes según las épocas y los actores sociales que las propongan. Si cada sociedad tiene necesidad de construir, en sus miembros, disposiciones y actitudes pertinentes para su gobierno.
Los dispositivos institucionales son una herramienta fundamental de la formación de los estudiantes en el Estado de derecho.
A través de las observaciones, se ha podido recoger una variedad de
Valoraciones, expectativas y metodologías de enseñanza que marcan una distancia
Considerable entre la prescripción curricular y el curriculum real del nivel primario en base a la formación ética y ciudadana
Una de las cuestiones es la Formación Ética y Ciudadana,pareciera ser un espacio que no existe a menos que se cuente con la buena voluntad del docente que asuma este desafío como propio. Y en esa entrega lo que se transmite son las convicciones subjetivas del propio educador. Ocuparse o no de la Formación Ética y Ciudadana dependería de la relevancia que tenga para cada docente en su peculiar forma de concebir el mundo. El docente en este sentido no es agente público, sino una especie de madre/padre que decide qué es valioso transmitir a sus hijos: se licua lo público en las bienintencionadas iniciativas privadas.
Entre los contenidos de la Formación Ética y Ciudadana, se encuentran dos cuestiones: los valores y los buenos modales, o el buen comportamiento. En ambos casos, la fuente de legitimación de lo que se enseña es un difuso pasado de las escuelas y de las familias, usualmente ejemplificado en el pasado personal de los docentes. Las afirmaciones que generalmente acompañan a esta perspectiva subrayan la “pérdida de valores” o la “crisis de valores” por la que estaríamos atravesando como sociedad.
Se mencionan los “valores” de las familias como el principal obstáculo para la vinculación de la Formación Ética y Ciudadana con los buenos modales o buen comportamiento, frecuentemente asociados e incluso identificados con “los valores”.
Otra cuestión es el rol del educador entre su tarea y el contexto social, es decir, la posibilidad de que la propia acción contribuya, al menos en parte, a mejorar la sociedad, ya que es una profesión que permite mejorar el mundo. El contenido y la dirección de la transformación que se espera lograr se nota notablemente entre generaciones o entre representantes de una misma generación
Sin olvidar que la escuela es una herramienta de legitimación del orden social vigente, podemos considerar que es también el ámbito donde ese orden social se presta a ser discutido, recreado y reorientado, por la educación política.
La educación política prepara a los ciudadanos para participar al reproducir de forma consciente su sociedad, y la reproducción social consciente es el ideal no sólo de la educación democrática, sino también de la política democrática”. En definitiva la educación política es el punto donde una sociedad define cuán democrática es o cómo concibe la democracia, pues allí se establece qué juego invitamos a jugar a las nuevas generaciones.
Otra cuestión que se presenta es la relación entre escuela y ciudadanía o, más específicamente, la convicción de que la escuela debe fomentar ciudadanos. Debemos formarnos como ciudadanos para: interpretar las prácticas actuales de educación política y tomar posición frente a ellas, para ello es necesario realizar un recorrido por las representaciones que orientaron sus primeros pasos, que nos permita detectar en qué medida y de qué manera siguen vigentes en nuestras prácticas actuales.
Entre las expresiones que hoy cuentan con mayor prestigio en las escuelas están los valores, la ética y la ciudadanía, frente a términos como moral y política, como categorías que transitan un campo compartido de cuestiones, donde se relacionan mucho más de lo que puede suponerse desde esa distribución de simpatías y rechazos.
Nuestro primera problemática es defender como futuros docentes las condiciones de igualdad que nos llevan a considerarnos ciudadanos, es decir, que la escuela no puede cambiar el orden social en que se inscribe, pero puede contribuir a generar cambios en las miradas, comenzando por la propia mirada del maestro. Cuando un alumno es excluido, abandonado o maltratado encuentra en la escuela un docente que ve en él un sujeto digno, que cree en sus posibilidades de cambio y crecimiento, que le ofrece herramientas para pensarse y pensar el mundo, que le abre oportunidades para aprender a ejercer su propio poder, si sucede esta situación es el primer paso en el camino de la inclusión.
En conclusión, la escuela es la responsable
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