Independencia del Brasil

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Los pueblos en Minas Gerais, compuestos principalmente de brasileños, habían expresado su lealtad hacia Pedro por permanecer en Brasil y le proporcionaron soldados y recursos para la ya inevitable guerra contra Portugal. Estos pueblos retoman la ya iniciada revolución que se dio en 1789 a favor de la independencia y la república, representados por Tiradentes, quién fue ahorcado por defender estos ideales.

Desde Portugal el Rey decide abolir el Reino de Brasil y las cortes de Rio de Janeiro, obligando a todas las provincias a subordinarse directamente a Lisboa y retomando el comercio monopólico con Portugal. Concentra también los mandos militares en manos portuguesas y le ordena al príncipe que embarque lo antes posible hacia Portugal. Estas situaciones generan un gran descontento en Brasil. El pueblo le solicita a Pedro que se quede y disuelva toda relación con la metrópoli, este acepta y asesorado por José Bonifácio de Andrada e Silva (ex funcionario real) comienza un camino hacia la independencia.

Ante esta actitud de Pedro I, Portugal envía tropas que son repelidas sin siquiera desembarcar en territorio americano. Desde ese momento comienza una larga sucesión de luchas por hacer efectiva la independencia, incluso en las provincias que preferían estar bajo el yugo portugués.

El príncipe finalmente en Ipiranga y bajo las noticias de nuevos envíos de tropas a Brasil por parte de Portugal, declara el 7 de septiembre de 1822, la independencia ante sus tropas.

A diferencia de las guerras de independencias hispanoamericanas, Pedro contrata militares ingleses y franceses para llevar a cabo la liberación del norte del país en contra de los militares portugueses. De esta manera el Reino del Brasil mantiene su territorio intacto a diferencia del ex Virreinato del Río de La Plata que se disgrega en estas revoluciones. Podemos destacar además que en Brasil se dio la situación inversa, ya que la revolución fue “desde arriba,” la oligarquía brasilera cerró filas con Pedro para mantener sus privilegios, el más preciado de ellos fue la esclavitud.

De la mano del librecambio pregonado por los aliados ingleses, Río de Janeiro se convierte en un centro cafetalero y de exportación de gran atractivo internacional. Este hecho va a marcar la ruptura con una metrópoli para depender de otra, llevando a la economía brasileña a una dependencia y atraso producto del monocultivo que aún hoy se sigue pagando. Dejando una estructura social vinculada al orden feudal, donde se continuará utilizando mano de obra esclava hasta 1888, cuando los pretos velhos hicieron posible su reclamo a través de incansables luchas. Los negros, pardos y mulatos se unieron a las tropas brasileñas lideradas por Pedro para obtener sus propias reivindicaciones aunque no lograron ascender en la escala social quedando relegados de toda participación por la discriminación racial que existía.

Con el panorama hasta aquí descripto y teniendo en cuenta la actualidad de Sudamérica y en especial de Brasil, podemos concluir que aquellos lazos económicos que se mantenían con Inglaterra y Portugal, actualmente gozan de buena salud pero en distintas manos. Hoy China y Estados Unidos son los mayores compradores de materia prima brasileña, y quiénes determinan gran parte de la política económica.

Así como antes eran los terratenientes portugueses quienes ostentaban los grandes latifundios y manejaban las plantaciones haciendo uso del modo de producción feudal, en la actualidad quienes poseen extensos territorios son empresas chinas, coreanas y de Arabia. Sin dejar afuera a los gobernadores brasileños quienes extienden y avanzan en la compra de terrenos fiscales acaparando cada vez mayor poder en detrimento de los campesinos. En respuesta a estas políticas surge el MST (Movimiento de los Sin Tierra) que nace como producto de la conjunción de distintos factores socioeconómicos consecuentes del período 1970-85 donde el proceso de concentración de grandes extensiones de tierra, latifundios, en propiedad de pequeños grupos de la sociedad, lo que fomentó en Brasil gran aumento y empobrecimiento de los pequeños campesinos. El Brasil es el país donde existe la mayor concentración de tierras en pocas manos en el mundo.

Actualmente “no es sólo el país de las bananas, o el café, o el azúcar, sino que es uno de los mayores exportadores de oleaginosas como la soja, y en su extremo sur también se produce carne vacuna de primera calidad y cereales propios de los climas templados. El grado de industrialización es alto, y lo ubica como octavo país del mundo en este aspecto; posee tecnología nuclear y cibernética propia, y una industria automotriz que exporta a toda América Latina”[2]. Sin embargo, nos llama la atención descubrir que un tercio de la población vive en estado marginal, sin acceso a la salud ni a la educación, donde 30 millones de personas “no existen” ya que carecen hasta de documentación.

La zona con mayores recursos, es la central, formada por Rio de Janeiro, Belo Horizonte y San Pablo liderados por la burguesía paulista. La zona amazónica, norte y nordeste son las más pobres y con mayor concentración de población negra e indígena.

Desde nuestro análisis, tanto Brasil como el resto de Latinoamérica, tiene pendientes desvincularse definitivamente de las potencias imperialistas para lograr desarrollarse económica y socialmente. Creemos también que las estructuras sociales heredadas de aquellas épocas de dependencia colonial siguen vigentes y deben ser destruidas, donde se quiebre el latifundio y se logre una mayor igualdad de posibilidades para toda la población.

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