VANGUARDIAS DEL S XX (Concepto e historia)

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La Vanguardia artística

Los cambios en las artes, los pasajes de un estilo o de un movimiento a otro, se dan en la historia del arte por una variedad de causas sociales y culturales: cambios en los modos de pensar, la necesidad de comunicar contenidos diferentes a través de diferentes formas, alteraciones en los gustos y las modas de cada época. Los cambios estilísticos han sido, por lo general, procesos que llevaron varios años de concreción y desarrollo. A partir de la modernidad, el valor de lo nuevo y el deseo de romper con la tradición, condujeron a los artistas a provocar que esos lentos procesos de cambio en los modos de representar se convirtieran en fuertes rupturas.

El arte se caracterizó por la diversidad; coexistieron simultáneamente diferentes movimientos artísticos, y cada uno de ellos se propuso distintas búsquedas, cada uno reflejó diferentes ideas y la incorporación de nuevos materiales y

herramientas. Sin embargo si algo tienen en común todos los artistas del SXX es el rechazo a las convenciones, el replanteo de problemas, y la actitud investigadora que han aprendido de los científicos.

En este siglo los movimientos artísticos cuyo rasgo común fue el haber dado la espalda al orden cultural existente y a sus formas académicas, son identificados como “vanguardias”.

La Vanguardia es crítica

Por medio de su arte, la vanguardia se centrará en innovar, respecto del color, de las formas, de la composición; pero también producirá una crítica social. También la crítica se dirige al arte mismo y, sobre todo, a la institución artística.

La institución artística está formada por los agentes sociales que regulan el funcionamiento, de la actividad artística. Es decir, los museos, galerías de arte, editoriales, las universidades y demás instituciones que se encargan de la distribución, la crítica y además el periodismo especializado, que difunde diferentes obras, tendencias y sus valuaciones; los premios y sus jurados, que imponen criterios de selección y valoración de las obras; y el mercado, que impone sus normas.

Una crítica importante a la institución artística, tuvo lugar en 1917, cuando el artista Marcel Duchamp, envió a un concurso en Nueva York una obra que constaba de un urinario comprado en un comercio, al que llamo “Fuente”. Este objeto fue el comienzo de lo que se denomino ready-made (traducido como listo-hecho), la utilización de un producto fabricado para un fin específico y su ubicación en otro contexto (en este caso en una sala de exposición) otorgándole un nuevo sentido a partir de la intervención del artista. Con este gesto, él cuestionaba fuertemente la posibilidad de que un jurado pudiera declarara a un objeto como obra de arte, en nombre de valores convencionalmente establecidos para un momento dado. Y por el solo hecho de tener el poder para hacerlo, dentro de la institución artística.