Tanatologia Capítulo 1. La estructura social del adolescente
Enviado por Kate • 22 de Octubre de 2018 • 12.195 Palabras (49 Páginas) • 644 Visitas
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Continuando con Erickson refiere que el concepto de identidad debe ser entendido como experiencia subjetiva y como hecho dinámico. Esta característica lleva a Erikson a hacer la distinción entre la identidad personal y la identidad del yo. El sentimiento consciente de tener una identidad personal, en opinión de este autor, se basa en dos observaciones simultáneas: “la percepción de la mismicidad y continuidad de la propia existencia en el tiempo y el espacio, y la percepción del hecho de que otros reconocen esa mismicidad y continuidad”. Mientras que la identidad del yo representa algo más que el mero “hecho” de la existencia, es la cualidad “yoica” de esa existencia. Por tanto, la identidad del yo es considerada como “la conciencia del hecho de que hay una mismidad y una continuidad en los métodos de síntesis del yo” (p.24)
Por lo tanto Erickson (1968) citado por Barradas, M. E. (2011) especifica que “la identidad es el reconocimiento del yo, en todos los ámbitos de la vida humana, pues conlleva un cúmulo de hábitos, creencias y actitudes que hacen diferenciar un individuo de otro. En el caso de los adolescentes, la identidad apenas se está formando, y esa formación se da justamente en el período de la vida del individuo en la que está en su momento de escolaridad”.( p.26)
Cierto es que Erikson “describe la identidad como un proceso biológico, psicológico y social que interactúan gobernadas por una relatividad y que hace que los procesos dependan unos de otros, o lo que se ha llamado, “fisiología del vivir”. En esa relatividad de los procesos, el ambiente no se define como un mundo exterior, sino, como una realidad que no solamente nos rodea, sino que también está dentro de nosotros mismos”.( p.26)
A su vez, para Erikson la resolución de la crisis de identidad en la adolescencia, está sujeta a la resolución de las anteriores etapas del desarrollo, la sociedad concede al adolescente una “moratoria psicosocial", en la que se retarda el tiempo, para que el individuo asuma responsabilidades y tenga un período para sí mismo. (Barradas, M.E. 20011. p.28)
Erickson (citado por Arango , 2015) menciona que “la identidad se construye desde el inicio de la vida, pero al final de la adolescencia habrán ya muchos elementos fijos definidos e inmodificables sobre esa identidad, el fin último del adolescente en esta etapa sería descubrir quién es y qué quiere hacer con su vida, búsqueda que trae consigo un interés por los modelos con los cuales identificarse e imitar, po Ar lo tanto, los modelos que los rodean, adquieren gran relevancia para su desarrollo”. (p.43)
De igual forma Erikson, conceptualiza la identidad como aquella “sensación subjetiva de mismidad y de continuidad vigorizantes”, de manera que la mayor tarea del adolescente es la construcción de una identidad psicosocial madura, desarrollando una orientación sexual, estableciendo unos objetivos educativos y vocacionales claros, preguntándose hacia dónde se dirige en la vida y en qué forma encaja en la sociedad y frente a este interrogante que Erikson llama “sentimiento de identidad interior”, el adolescente debe revisar las creencias y modos de verse a sí mismo y poder explorar identidades distintas. La confusión de todo o la llamada “crisis de identidad”, es el momento de tomar decisiones y adoptar compromisos para toda la vida (Arango, B.L. 2015, p.44)
- Educación de género en el núcleo familiar
Cala, M. & Barberá, E. (2009) citan a Crawford (2006) quien hace mención respecto a que la perspectiva psicológica de género trata de explicar las leyes generales del comportamiento humano a partir de la diversidad existente en factores biológicos, experienciales, sociales y culturales. Sin duda, ser hombre o mujer representa uno de los marcadores básicos de variabilidad. A partir de la percepción del dimorfismo sexual y en virtud de la importancia que cualquier organización social atribuye a tal observación, se asignan funciones y roles, y se interpretan las conductas de hombres y de mujeres (p.3).
Bem (1985) quien indica que mediante procesos de aprendizaje, se desarrollan los esquemas de género asociados con cada sexo y dichos esquemas median tanto la percepción de nuestro comportamiento como el de los demás. Pero lo verdaderamente relevante no es el contenido sino el proceso de aprender a codificar la información y “dividir el mundo en categorías masculinas y femeninas (Cala, M. & Barberá, E. 2009, p.6).
Dichos autores también resaltan que la teoría del aprendizaje social ha ido evolucionando con el tiempo hacia aspectos cognoscitivos hasta el punto de incluir dicho término en su denominación, pasando a llamarse teoría social cognoscitiva. En un trabajo reciente, Bussey y Bandura (1999) han aplicado dicha teoría al desarrollo del género (p.6).
La construcción social de la violencia
Doménech, M. & Iñiguez, L. (2002) destacan de la teoría de Bandura (1976) que es la teoría más importante de todas dentro de la psicología social de las que se refieren al comportamiento agresivo. El aprendizaje social en esencia, lo que esta teoría postula es que se pueden aprender comportamientos por imitación, más concretamente, por la visión de que esos comportamientos observados han sido recompensados o reforzados. De este modo, si alguien ve que un comportamiento agresivo de una persona es reforzado, entonces lo puede aprender. El trabajo de Bandura ha sido extraordinariamente fecundo en la comprensión del comportamiento agresivo, sobretodo porque ha permitido distinguir analíticamente el aprendizaje de un comportamiento y su ejecución. Es decir, se puede efectivamente aprender un comportamiento agresivo porque se ha visto cómo resultaba recompensado en otra persona, pero eso no implica que se tenga que ejecutar (p.3).
Se ha aprendido, se conoce, se sabe cómo ejecutarlo, pero puede que se realice o puede que no. La principal influencia de este modelo se ha dejado sentir en el estudio de los efectos de la visión de violencia”. “Más concretamente, la teoría permite introducir elementos de inteligibilidad menos grotescos que los habituales, al discutir si las escenas violentas que podemos ver en el cine o en la televisión comportan, inevitablemente, un aumento de dichos comportamientos” (p.3). Por ende, la respuesta es clara desde el punto de vista de Bandura, son comportamientos que se aprenden, efectivamente, pero su aprendizaje dista mucho de su ejecución y, por tanto, pueden ser realizados o no dependiendo a su vez de otros tipos de aprendizajes (Doménech, M. & Iñiguez, L. 2002, p.3).
Análisis
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