EL DESARROLLO DE LOS PROCESOS DE REPRESENTACION*

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Tener la imagen del nudo en la mente, no es lo mismo que hacer el nudo, aunque la imagen pueda proporcionar un esquema para organizar secuencialmente las acciones. Su manera de referirse a los objetos no es tan arbitraria como lo es en el caso de las palabras. Se puede reconocer la imagen de un suceso una vez que lo hemos experimentado pero, no podemos conocer la palabra que designa a un suceso por el hecho de haberlo experimentado. La significación lingüística es fundamentalmente arbitraria y depende del dominio de un código simbólico. Para hacer una descripción lingüística es necesario conocer, los referentes de las palabras, reglas para construir y transformar las emisiones.

El desarrollo no supone una secuencia de etapas, sino un dominio progresivo de estas tres formas de representación y de su traducción parcial de un sistema a otro.

La representación simbólica. El niño, solo aprenderá a relacionar lentamente lo que dice con lo que piensa sobre las cosas, es decir, a organizar su representación del mundo mediante la lógica inherente a la sintaxis de su lengua. A medida que avanza, se vuelve a encontrar con la doble tarea de traducir esas representaciones y las contradicciones entre cómo se hace, como se dice y que apariencia tiene algo.

Cabe preguntarse si nuestro concepto encaja con los cuatro criterios propuestos. Las tecnologías que ofrece la cultura a través del lenguaje, los mitos y creencias, los sistemas de medida y cálculo, los instrumentos y sus disciplinas de conocimientos, amplifican y enriquecen las capacidades de representación humanas. Las concepciones etnológicas más recientes se centran cada vez más en el tema de la representación a través de mecanismos tales como el apego y los desencadenantes.

Experimentos.

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El niño de tres años busca que se encienden, y se fija solo en el hecho de que se enciendan no buscan al azar. Cree que sus acciones producirán una figura y que, solo después de generada, podrá reconocerse como una de las dos que tiene enfrente.

Lo que sucede a los cinco años. Para la tarea el niño ya es capaz de apoyarse en una representación por medio de imágenes. A despecho del número de alternativas, solo tiene en cuenta una de ellas y la acepta o la elimina sin tener suficiente información. Confirmar algo parece consistir para ellos en comprobar de modo directo la hipótesis que se deriva de una determinada imagen o quizá sea mejor decir que consiste en comparar directamente la imagen.

Lo característico del niño de ocho años es su capacidad para manejar la información definida con propiedad y no solo relacionándola con imágenes individuales. Puede operar simultáneamente con todos los modelos propuestos.

Fernández Ordaz Berenice

Páginas: 119- 125