Los valores en el aula

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Para lograrlo es necesario que el alumno desarrolle la cultura de la integración que permite que reconozca que no es un ser aislado, por lo que a lo largo de las diferentes etapas de su vida estará en constante interacción, que tanto él como el resto de los individuos tiene derechos y que así como en casa hay una figura que modera el comportamiento, el aula también la tiene y es el docente. Kohlberg lo explica de la siguiente manera “El niño debe aprender a ser uno entre la multitud de pares en un aula que está dirigida por una figura de autoridad relativamente impersonal que da órdenes y tiene el poder de manejar el elogio y la culpa.” (1987) si bien, no es el fin del docente producir sentimientos de culpa, si es necesario que él sea quien funja y estimule las actitudes positivas o la aplicación de los valores y detenga, sancione o atribuya consecuencias a un actuar incorrecto. “El niño debe aprender a respetar la norma; debe aprender a cumplir su deber porque es su deber.” (Kohlberg , 1987)., no con el fin de que exista una imposición, sino que asuma su papel como parte dé.

Una vez que el grupo se identifique como tal serán perceptibles para ellos las diferencias sociales y personales, por ello es importante que desde los primeros años escolares, niños y niñas desarrollen una actitud reflexiva sobre lo que piensan y sienten acerca de sí mismos y de los otros; también es fundamental que conozcan sus derechos, y comiencen a clarificar sus valores. Todo esto con el fin de que en el proceso de adaptación logren identificar cuáles son sus prejuicios, acepten las diferencias y logren asumir actitudes de mediación en la solución de conflictos.

Para hacer una puesta en común se sugiere identificar los valores sociales previamente establecidos y a partir de ahí modificar o reforzar los valores necesarios. “De este modo diseña un sistema en el que los derechos colectivos (que él denomina derechos diferenciados en función de la pertenencia a un grupo) y los derechos individuales se complementan sin resultar contradictorios.” (Gimenez, S/F).

A medida que se va dando la integración también afloran lazos de convivencia que recriminan ciertas conductas negativas. “La experiencia de ser parte de un grupo de personas que toma en serio la confianza, el cuidado mutuo y la participación es un bien moral en y por sí mismo.” (Comparación de culturas morales: resultados y estudios de casos S/F). Esto sucede una vez que el alumno logra empanizar con sus iguales.

Finalmente es necesario que exista una constancia en la formación de valores a lo largo de toda la educación a través de vivencias, ejemplos o anécdotas que encaminen a los alumnos a reflexionar sobre la mejor manera de proceder ante tal o cual situación, hacer ejercicios y dinámicas que vallan encaminadas a la adquisición de nuevas conductas, valores y formas de vida. Así también el maestro no amonestará a los alumnos sino que los orientará hacia un mejor comportamiento y trato con las personas que lo rodean y siempre alentarlos positivamente y hacerles ver sus cambios buenos, adoptando así el modelo conductista.

Si se estructura adecuadamente un sistema de acciones dirigido a profundizar los conocimientos de los alumnos sobre la vida, a partir del cual se promuevan los valores, se puede contribuir a la formación y fortalecimiento de los valores en niños y adolescentes.

Bibliografía

Latapí, P. (2000) Valores y educación. Vol. IV. No. 11

Kohlberg, L. (1987). De la discusión moral al gobierno democrático en “El enfoque cognitivo-evolutivo de la educación moral”. En Jordán, J. A. y Santolaria, F. (eds.), La educación moral hoy. Cuestiones y perspectivas (pp. 85-114). Barcelona: PPU.

Comparación de culturas morales: resultados y estudios de casos (S/F) n/a p.269-291

Gimenez. G (S/F) la cultura como identidad y la identidad como cultura. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.