DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

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NT: Cristo plenitud de la revelación: Él con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con el testimonio. Esta revelación es plena y, por lo tanto, no se tiene que esperar otra revelación pública salvo la manifestación pública de Jesucristo al final de los tiempos. (DV, 4)

REVELACIÓN Y LIBERTAD HUMANA

Hay que tener en cuenta, tal como se ha manifestado, que esta revelación de Dios no anula la libertad humana, de ahí que al Dios que se revela el hombre responda con una entrega entera y libremente, es decir, le ofrece el homenaje de su entendimiento y voluntad.

A esto hay que sumar el auxilio de Dios mismo, es decir, las ayudas espirituales que Dios brinda a todo hombre de buena voluntad y que desee creer a fin de que pueda dar su asentimiento.

De saber además que para comprender cada vez más la revelación, el Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe con sus dones.

TRAMISIÓN DE LA REVELACIÓN

DIOS SE REVELA > CRISTO PLENITUD DE LA REVELACIÓN > APÓSTOLES > OBISPOS

Los apóstoles “con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó” (DV, 7)

Los apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo (DV 7).

“Para que este Evangelio se conservara vivo y entero en la Iglesia, los Apóstoles nombraron como sucesores a los obispos “dejándoles su cargo en el magisterio” (DV7)

LA SAGRADA TRADICIÓN

Comencemos por la etimología de la palabra TRADICIÓN cuya raíz latina es Tradere con el significado de trasmisión. Suena a “entregar, trasmitir, comunicar”

Por otra parte es importante afirmar que existe una tradición apostólica. Esta consistiría en la trasmisión de la revelación de Jesucristo por parte de los apóstoles y discípulos del maestro.

La trasmisión del evangelio se llevó a cabo: 1) oralmente, 2) por escrito (los mismos apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de salvación inspirados por el Espíritu Santo” (DV 7).

La predicación apostólica es continuada en la sucesión apostólica

Muertos los apóstoles continuaron la predicación del evangelio aquellos que fueron sucesores de los apóstoles, es decir, los obispos que tuvieron la labor de magisterio.

¿Qué significa la labor de magisterio? Que los obispos asumieron la tarea en la Iglesia de la interpretación de los textos. No se trataba de repetir las cosas sin más. De lo que se trataba era de realizar una trasmisión viva, ciertamente llevada a cabo a través de la iluminación del Espíritu Santo.

Esta trasmisión, tradición, por lo demás, se lleva a cabo en la Iglesia y crece: “la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y trasmite a todas las edades lo que es y lo que cree” (VD, 8).

En realidad existen tres maneras de que crezca la tradición con la ayuda del Espíritu Santo: 1) Crece la comprensión de las divinas palabras e instituciones por la contemplación y el estudio, 2) Cuando comprenden internamente los misterios que viven (cuando Dios ayuda de manera especial con su gracia), 3) cuando las proclaman los Obispos sucesores de los apóstoles.

La existencia de dicha tradición viene atestiguada por los primeros comentadores de la Biblia (“Padres de la Iglesia”). Es la misma tradición, por otra parte que da a conocer los libros de la Escritura

UNA SOLA FUENTE DE LA REVELACIÓN

Existe una única fuente de lo que Dios ha querido trasmitir. Tradición y Escritura manan de la misma fuente.

“La sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo”

“La tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo

a los Apóstoles, y la trasmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación. Por eso la Iglesia no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado