MARÍA MADRE DE CRISTO Y MADRE EJEMPLAR DE LA IGLESIA
Enviado por Ninoka • 11 de Septiembre de 2018 • 1.475 Palabras (6 Páginas) • 372 Visitas
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Por tanto, tenemos que, María es Madre de Dios al participar en el misterio de la Encarnación, al ser Madre del Verbo encarnado, colaboradora de la obra de su Hijo. María al final de su vida terrena fue llevada en cuerpo y alma (Dogma de la Asunción) en donde ella participa de la gloria de la Resurrección de su hijo, siendo de este modo, la verdadera garantía -la madre de Cristo, abogada nuestra- de la resurrección de todos los fieles cristianos mortales que peregrinamos en este valle de lágrimas. Y, por último, estrechamente relacionado con las dos afirmaciones, creemos -y así lo asegura la Iglesia- que María, en cuerpo y alma, sigue ejerciendo el ministerio materno sobre todos los fieles desde que le fue dado al pie de la Cruz.
María es Madre de Dios y Madre de la Iglesia. María es madre en cuerpo, al ser partícipe de la Encarnación de Cristo en su vientre, y es Madre en espíritu, al ser partícipe de la obra de Salvación de Cristo que un ejercer desde la casa del Padre. Ahora bien, María es tipo, modelo y ejemplo de la Iglesia. Así, la constitución dogmática Lumen Gentium del concilio Vaticano II, después de haber presentado a María como “miembro muy eminente y del todo singular de la Iglesia”, la declara “prototipo y modelo destacadísimo en la fe y en el amor”. En ese sentido, la constitución dogmática le da forma y fundamento doctrinario, a una verdad emanada de la relación entre María y la Iglesia, y es que, ella es un verdadero ejemplo y promesa. No pasando desapercibido que Cristo es el primer ejemplo de amor, la Lumen Gentium reconoce y afirma que verdaderas actitudes y ejemplo de María Madre, que sirven de ayuda a todo fiel cristiano para a comenzar una relación auténtica con Cristo.
María es Madre de Dios y Madre ejemplar de (nosotros) la Iglesia. Cristo, que se encarnó en María, no solo formó en ella una madre, sino que, a la vez, nos la dio a nosotros. Ella es, la garantía viva de que llegado el final de nuestro peregrinar seremos participes de la resurrección de Cristo, sin embargo, al ser garantía también es camino y ejemplo. En ella tenemos, como fieles cristianos, el máximo ejemplo del fiat y del “Hágase en mi según tu palabra” (Lucas 1, 38), como prueba de la obediencia y docilidad ante el plan de Dios sobre nosotros. Para con la Iglesia, en palabras de San Ambrosio, María es modela de la iglesia: “Sí, ella (María) es novia, pero virgen, porque es tipo de la Iglesia, que es inmaculada, pero es esposa: permaneciendo virgen nos concibió por el Espíritu, permaneciendo virgen nos dio a luz sin dolor.” Es por eso que la Iglesia tiene la función de ser inmaculada, virgen, pero esposa, y, sobre todo, Madre.
A manera de conclusión, este trabajo comparte la visión de María Madre de Dios y de la Iglesia con todo la fuerza evangélica y doctrinaria que se expuso en el trabajo. No hay duda, María es madre del Redentor y de nosotros sus hijos. Esta visión, por compleja que parezca, se limita a un gran sentimiento y que es del sabernos y sentirnos hijos amados por un Madre que ésta verdaderamente presente entre nosotros. Así lo hizo ver desde las bodas de Caná, al pie de la Cruz, al momento de la resurrección, incluso, al presentarse ante San Juan Diego y decirlo lo que habrá que recordar siempre y que éste trabajo proponer, recordar que nos dice: “¿acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre?”
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