Vision Teologica del Amor cristiano
Enviado por John0099 • 4 de Julio de 2018 • 1.836 Palabras (8 Páginas) • 303 Visitas
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El hombre como creatura de Dios.
Dios al crear al hombre lo hace a su imagen y semejanza, podemos decir que crea ‘’Ex Amore’’, desde el amor o sea desde El mismo, imprimiendo en su creatura una dignidad tal que no podemos pretender tocar a la creatura sin tocar al creador. Todo hombre está llamado a vivir el proyecto del amor, siendo este llamado una necesidad, es algo constitutivo de cada ser humano.
Una prueba de que el hombre está llamado al amor es la necesidad fundamental que tenemos todos de salir de la soledad. Pero este amor no es algo que nace o surge en determinado momento, condicionado por situación alguna. El significado del amor puede ir de lo sexual a lo espiritual, de lo interesado a lo desinteresado. Con el amor designamos actitudes y comportamientos no solo bien distintos sino incluso, a veces, incompatibles. El término amor siempre necesita un referente para saber de qué estamos hablando. El perfecto amor es el que se da en el trio que toma en cuenta al amante, al amado y al coamado.
Dios al crear sale de sí, deja espacio para que otros sean, para que puedan existir seres que compartan su amor y lo primero que les da es independencia, asume este riesgo al crear, dándonos un voto de confianza. Hace renuncia a su poder creando al hombre con voluntad libre, aunque finita.
Al crear no está condicionado, no hay nada previo a su actuación, solo actúa en su libre voluntad. Lo hace mirando a Cristo que es la imagen suya, para que vivamos en comunión similar a la existente entre ambos. Crea al hombre en la pluralidad, de modo tal que la bisexualidad (hombre y mujer) es el prototipo de creación.
La relación del hombre con Dios no invalida la distinción entre los amantes, de ser así les estaríamos aniquilando. La relación con Dios es personalidad, cada persona de la Trinidad tiene algo propio, aunque donde esta una están todas. Somos hijos del Padre Creador, hermanos del Hijo Salvador y templos del Espíritu Santificador.
La perfección del amor, la felicidad y el placer está en el compartir con el otro, en ser para el otro pero no en confundirnos con el otro, al contrario el amor lo que hace es potenciar la persona de cada uno. Cualquier concepto que tienda a disolver la persona humana en Dios no es cristiano.
El amor al prójimo y la presencia de Cristo en el mundo.
Los cristianos estamos llamados necesariamente a amar al prójimo de forma tal que este amor nos lleve a Dios, cuando somos capaces de amar al otro por encima de lo que no nos gusta de él, estamos realizando un acto Divino. El amor al prójimo exige una entrega del yo, exige el abrirme al otro y permitirle entrar en mí, no en una relación de manipulación sino de enriquecimiento y potencialidad mutua.
Generalmente vemos el dar como una perdida, el otro gana y nosotros perdemos. También, a veces, vemos así el sacrificio de Jesús en la cruz. Pero el dar siempre es un poder y a quien enriquece, en primer lugar, es a quien da. Cuando doy estoy provocando la respuesta del otro. Por tanto, cuando doy también recibo. El dar me enriquece de modo que no es más rico el que mucho guarda sino el que mucho da.
El don más grande que podemos dar es la vida, es dar lo que vive en mí, con eso no se pierde nada sino que aumento la vida en quien la recibe. Mi amor queda colmado al ser correspondido con el amor del otro. La entrega de la vida de Cristo no puede ser nunca una perdida. La entrega de Jesús es una entrega libre en lo que por la fuerza del amor recobra la propia vida.
En el seguimiento de Cristo no se trata de perder la vida, se trata de ganarla. Ahí es donde cobra sentido el tema de la muerte, morir por Cristo es ganar la Vida. La vida no acaba en la muerte por el amor, porque el amor consiste en no morir. El amor es más fuerte que la muerte. El amor nos dirige hacia lo eterno.
Jesús ha querido quedarse con nosotros, postergando su entrega y los frutos de esta para nosotros, su sacrificio en la cruz que constituye una prueba irrefutable del amor perfecto de Dios continua comunicándonos su gracia.
Grandes mediaciones sacramentales por las que Jesús se hace presente en el mundo:
- La Iglesia: que comunica al mundo la gracia divina por medio del Bautismo, la Eucaristía, la Penitencia y demás sacramentos.
- La Palabra: en primer lugar la sagrada escritura la cual es necesario leer e interpretar a la luz de Dios, el magisterio y la razón.
- El prójimo: es en el que Cristo se hace presente cada día y se nos manifiesta de múltiples formas, por lo que es necesario relacionarnos con él a la luz de la misericordia y la compasión.
Así como Cristo en el momento en que vino al mundo fue capaz de revolucionarlo de forma pacífica y llevando a todos el mensaje del amor, del Reino del Amor Perfecto (Dios) nosotros que somos herederos de este Don estamos llamados también a una revolución constante de todo lo que nos rodea, en la cual el germen de acción principal sea el amor de Dios el cual estamos llamados a encarnar, siendo coherentes así con nuestro anuncio de la buena noticia a todos los hombres.
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