La evaluación y la acreditación en el proceso de aprendizaje
Enviado por Mikki • 12 de Septiembre de 2018 • 3.990 Palabras (16 Páginas) • 276 Visitas
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El concepto de evaluación ha sido, es y será un campo de lucha. Con la evaluación del producto final, con el objeto de promover a los sujetos evaluados. Para esta postura evaluar es sinónimo de clasificar, separar a los sujetos en aptos y no aptos. Se confunde la evaluación con el mero acto de calificar. Si bien una de las funciones que debe cumplir el sistema de evaluación en las instituciones educativas es la acreditación, no es el único, ni siempre el más importante.
Pero precisamente la acreditación no se soluciona reduciendo la evaluación al mero acto de certificar una nota, sino intentado evaluar los procesos más ricos del aprendizaje y tratando de que la acreditación sea, en lo posible, un reflejo de dicho proceso.
La acreditación no es un problema intrínseco a la pedagogía, sino que tiene que ver con la necesidad administrativa de las instituciones de otorga certificados. Centrar la discusión en los problemas de acreditación, de calificación, obtura la discusión de aspectos importantes y centrales de la educación, y empobrece la discusión acerca de la evaluación.
Confundir la evaluación con medición implica reducirla al mero acto de colocar notas a ejercicios. Nada más arbitrario, pues evaluar significa valorar algo, y solo es posible el acto de valoración cuando, después de reunir diversas evidencias cualitativas, se comparan las mismas con ciertas expectativas y escala de valores. Entonces, evaluar significa valorar. Abrir un juicio de acuerdo a una escala de valores. Evaluar no es solo a nivel de aprendizaje sino también a nivel general, es emitir un juicio crítico sobre algo o alguien, una opinión propia, personal.
Reducir la evaluación a la medición de los productos, hace perder de vista los procesos más ricos que se llevan a cabo el aprendizaje. Si evaluamos solo productos, el alumno tratara de memorizar dichos productos, sin preocuparse ni reflexionar acerca de los procesos que permiten construirlos, y esta reflexión es indispensable para lograr un aprendizaje significativo.
Reducir la evaluación a la medición de productos lleva a veces a respetar más los tiempos institucionales que los procesos de los alumnos, y esta actitud muchas veces coincide con una concepción de conocimientos fragmentados o produce como efecto una comparación muy parcializada de los conocimientos.
Desde otra perspectiva, distinta a las analizadas entendemos la evaluación como un continuo proceso de reflexión acerca de los procesos realizados en la construcción de aprendizaje significativos. Por ello evaluar implica una permanente actitud de investigación por parte de los docentes y alumnos, que intente descubrir y valorar todos los procesos, aun los no visibles nítidamente. Adquiere así real significación la autoevaluación, como la posibilidad de revisar críticamente los propios procesos realizados. Autoevaluarse implica tomar nota de la marcha del propio aprendizaje. Desde este punto de vista podríamos decir que la evaluación debe buscar como meta final la autoevaluación.
Entender evaluar cómo proceso significa que debemos caracterizar los aspectos más valientes, los obstáculos, los intentos, lo logros, los errores, las carencias y las posibles causas que intervinieron.
Evaluar significa volver a recorrer el camino realizado en un intento de comprensión histórica del mismo.
Desde la perspectiva, la evaluación debe intentar ser continua, cuantitativa, formativa e integral:
Decimos que la evaluación debe ser continua porque es importante que se intente integrar en el análisis del proceso toda la historia del mismo. La evaluación así entendida tiende a confundirse con el mismo proceso de aprender y no se reduce a un acto artificial y burocrático.
La evaluación cualitativa integra los aspectos cuantitativos y cualitativos de un proceso, trata de reunir todas las evidencias posibles, de cuantificar los aspectos que así lo requieren, de describir los procesos, de interpretar los fenómenos, de buscar las causas que los provocan.
Decimos que la evaluación debe ser integral para que se rescatan y promuevan en el alumno el desarrollo de todas las potencialidades posibles. Si evaluamos solo la memoria esta será la capacidad que desarrollen nuestros alumnos. Es necesario construir que permiten evaluar muchas otras capacidades intelectuales, habilidades, actitudes que queremos que nuestros alumnos desarrollen.
La evaluación para ser educativa o formativa debe posibilitar la toma de conciencia de procesos realizados, de los errores, de las dificultades, de los modos de aprender, debe tender permanentemente a la autoevaluación.
Ya sabemos que existen diferentes tipos de evaluación y que éstas deben cumplir funciones distintas. Por lo que es necesario utilizar procedimientos y técnicas de evaluación igualmente diferenciales. Aunque todavía escasos, empezamos a tener a nuestro alcance algunos instrumentos de evaluación bien diseñados y relativamente fáciles de utilizar en las aulas. No basta con evaluar los aprendizajes que llevan a cabo los alumnos y alumnas sino que es necesario, evaluar la actuación de los profesores y las actividades de enseñanza que planifican y desarrollan sus alumnos.
3 tipos de evaluaciones
Tomando en cuenta a Cesar Coll y Ezequiel Ander Egg, podemos decir que el cuándo evaluar se refiere al momento en que se realizara la o las evaluaciones, tiene respuestas a diferentes niveles. Así por ejemplo, se puede estar haciendo mención a la evaluación diaria, semanal, quincenal, mensual, trimestral, final, etc. Se trata de la temporalización de la ocupación evaluativa. Pero hay otros aspectos más sustantivos relativos al cuándo evaluar. Se trata de tres momentos que implican también formas diferentes de evaluar, que Cesar Coll distingue como: la evaluación inicial, la evaluación de proceso y también la evaluación de producto.
Evaluación inicial: es la que suministra a los docentes información sobre los alumnos/as al comienzo del año escolar, de un nivel o ciclo. Casi siempre esta evaluación es implícita, en el sentido de que el profesor o maestro reflexiona sobre lo que sus alumnos han adquirido. Además los resultados de esta evaluación inicial, al ser expuestos y analizados grupalmente, pueden cumplir una función motivadora para considerar aprendizajes nuevos, y que los alumnos tomen consciencia de las lagunas, impresiones y contradicciones de sus esquemas de conocimientos y la necesidad de superarlas. Aunque no sea un hábito realizar esta evaluación, consideramos oportuno que los docentes realicen siempre
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