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CASO: RICARDO ALDAPE GUERRA

Enviado por   •  21 de Junio de 2018  •  6.173 Palabras (25 Páginas)  •  426 Visitas

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La policía no tenla por que hacerlo además eso hubiera sido un suicidio. Tuve tiempo suficiente para haberme ido de Ia casa junto con los otros muchachos pero pensé, “El que nada debe nada teme” Si me detienen lo más que pueden hacerme es mandarme a México, por ser un trabajador indocumentado.

Nunca me imaginé que por ese delito, más tarde me fueran a condenar a muerte, como lo hicieron.

Carrasco se sentó pesadamente en un sillón para ver su serie policiaca que estaba en Ia televisión, me invito a que me sentara a ver el programa a su lado, como si nada hubiera sucedido, pero los nervios no me dejaban estar en paz.

En Ia calle comenzaron a escucharse a gritos carreras que se mezclaban con el escandaloso ulular de la ambulancia, las patrullas de policiacas. La salita de Ia casa que permanecía a oscuras, se iluminaba frecuentemente, por las luces rojas intermitentes de los vehículos que daban vuelta en la esquina.

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A dos cuadras de ahí se había quedado el Oficial policía texano muerto, tirado boca arriba con varios balazos en el rostro, en medio de un gran charco de sangre.

Salir a Ia calle en ese momento ya era peligroso, porque nos podían detener fácilmente. Carrasco parecía no importarle nada de esto, él estaba muy entretenido viendo el programa de televisión, daba Ia impresión como si hubiera matado a un perro. De pronto la casa quedo rodeada por policías armados hasta los dientes, escuchamos Ia voz de un policía, que nos gritaba en un mal español que saliéramos con las manos en alto.

- ENFRENTAMIENTO CON LA POLICIA

Carrasco se levantó tranquilamente de su sillón diciendo “Ya vienen otra vez a fregar estos hijos de la chingada, que no lo dejan a uno ver en paz Ia TV, pero ahorita les voy dar en Ia madre, a ver de qué cuero salen más correas, apuntándome con su pistola, me dijo sonriendo, No se me raje changado que ya empezó Ia revolución”

Despidos fue a apagar el televisor, nos salimos por Ia parte de atrás de Ia casa que daba a un patio. Ahí estaba un viejo remolque para caballos y yo me oculte bajo el, para que no me vieran los policías. Carrasco se siguió de frente, hasta una casa vecina por un pasillo, en el camino se topó con un policía que había brincado una cerca para entrar a Ia casa. Me parecido que el oficial le disparo a Carrasco, sin darle, porque él le hizo varios disparos al policía, que cayó en el suelo gritando en inglés, y llevándose las manos al estómago.

Carrasco corrido hasta Ia casa vecina, se parapeto junto a un árbol delgado que apenas le cubría, recargándose en Ia pared de madera dando Ia espalda a Ia calle se puso a esperar que los policías le Alegaran de frente.

Sin darle tiempo a que se rindiera, o se detuviera fue acribillado alevosamente a balazos por Ia espalda, cayendo boca abajo mortalmente, en el piso del jardín en medio de un gran charco de sangre. No tardarla en me, sentí miedo, todo el cuerpo me temblaba, pensé que a ml también me matarían.

En esos momentos de peligro, cuando me encontraba frente Ia muerte me pasaron por mi mente, las imágenes de mis padres, de mis hermanos, de mis parientes, mis amigos tan queridos de Ia colonia Moderna, allá en Monterrey. Recordaba la casa de mis padres, las rosas perfumadas del jardincito de Ia entrada, el olor de las tortillas de harina calientitas, que preparaba mi mama para Ia cena, recordaba mi colección de camisetas futboleras. ¡Como quería que todo aquello hubiera sido una pesadilla, me despertara en mi cama temprano, para irme Ia escuela o al trabajo como todos los días!

- LA DETENCION DE RICARDO ALDAPE GUERRA

Los potentes reflectores de Ia policía me encandilaron, iluminando todo el lugar donde yo estaba escondido. Envolví con un pañuelo rojo Ia pistola que me acababa de dar Roberto Carrasco, Ia avente con fuerza para que los policías vieran que estaba desarmado.

Después salí temblando con las manos en alto, pensando que me dispararían en cualquier momento. En unos instantes se echaron sobre ml varios guardianes, me subieron a golpes a una patrulla. Me colocaron en las manos unos guantes de plástico, me esposaron, me Llevaron de aquel lugar rumbo a Ia estación de policía.

Esa noche calurosa del 13 de julio de 1982 estábamos varios amigos viendo tranquilamente un programa de televisión, en Ia casa de Jacinto Torres Luna, un paisano de Monterrey, trabajador indocumentado como nosotros.

Serían como las nueve y media de Ia noche ,le dije a Jacinto que si me prestaba su viejo carro Pontiac, para ir a comprar unos refrescos por ahí cerca, me dio las Llaves, diciéndome que se estaba bajando Ia batería, que tuviera cuidado porque el carro se estaba parando. Salí al garaje, logre echar andar el carro Pontiac. En eso llego Carrasco Flores, quien apodaban “el loco” a quien solo conocía de vista, por haberlo tratado en dos tres ocasiones.

CARRASCO FLORES

El güero Carrasco, era un tipo como de 28 años, blanco, fornido y algo extraño, sumamente violento. Había llegado hacia unos días al barrio de Ia Magnolia, nadie sabía nada de él, aunque decía que era de Chihuahua, contaba que Ia policía habla asesinado a un hermano suyo.

Todo habla pasado en un momento pero la muerte de Carrasco no habla saciado Ia sed de venganza de Ia policía. Todos se hablan confabulado contra mí. Me hablan convertido en objeto de su odio y su agresión. Realmente por el único delito de ser un trabajador mexicano indocumentado, por haber salido a comprar.

Nunca me imaginé que a un hombre se le pudiera condenar a muerte por esos ridículos delitos. Para justificar Ia criminal sentencia de muerte hicieron todo un circo un teatro burdo de lo más injusto y absurdo que pueda existir.

Algunos patrulleros son culpables de Ia violencia, de que sucedan este tipo de hechos lamentables. Acostumbran a tratar con groserías con despotismo en forma humillante a las personas modestas, ensañándose principalmente contra los trabajadores indocumentados, como si el acto de trabajar fuera un crimen incalificable.

El barrio mexicano de Ia Magnolia, se habla convertido en una romería, a las diez y media de Ia noche con el escándalo de las patrullas y ambulancias, los vecinos hablan salido de sus casas y se juntaban grupitos que comentaban asombrados lo que habla sucedido.

A mí nunca se me habla maltratado ni se me habla dado tanta importancia en Ia vida, Iba en un asiento trasero de Ia patrulla en medio de

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