La bruja nocturna
Enviado por Albert • 23 de Octubre de 2018 • 847 Palabras (4 Páginas) • 275 Visitas
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Y en medio de esa nube venia piedeflor, porque sin saber, el trovador había roto con su cuento el hechizo del mago negro, y había logrado rescatar a su amada del reino de los cuentos donde el hechicero la tenía prisionera.
Y la nube se posó sobre la arena y desde su interior salió sonriendo la niña y se acercó al trovador, y ambos, tomados de la mano, se fueron caminando felices
El amor
Obra: la bailarina
De Saúl Schkolnik
Se hace presente como
Sacrificarse por amor
De
Garza
¿Y la Garza? La Garza siguió viviendo en la laguna sin atreverse a volar lejos. Al irse Cristal, sus vuelos se hicieron incluso más breves, más cercanos. Un día sin embargo, ya no soporto más el dolor de la separación y decidió partir también. Eligio dejar su refugio y su seguridad para encontrar a cristal. Entonces voló sobre aldeas y ciudades; voló venciendo su temor por sobre cerros y sobre duros edificios
Pero se opuso…
Un vehículo
Por fin, después de mucho volar llego a una ciudad grande, gris, fría. Diviso entre unos árboles una laguna, se posó agotada en un camino cercano y no se dio cuenta hasta que fue muy tarde del enorme vehículo. Intento esquivarlo, elevarse, pero fue golpeada violentamente y cayó herida. Ya oscurecía, la neblina del invierno cubría al parque. Con un esfuerzo increíble la garza voló ¿por última vez?… Hasta la laguna, pero no pudiendo sostenerse cayo, hundiéndose en el agua.
Finalmente cristal que andaba en busca de su felicidad, el pájaro azul. De pronto… ahí estaba… si, ahí estaba su pájaro. El pájaro azul bajando en un vuelo lento un ave cruzaba la neblina y se posaba en el agua; y era azul, de un azul suave e intenso que lleno de alegría a la joven. Vio que el ave se doblaba extrañamente y caía hundiéndose en el agua. Sin pensarlo dos veces, penetro en la laguna y la recogió con cuidado. –Ave- exclamo. ¿Garza... eres tu acaso mi pájaro azul? Pero la garza, al parecer gravemente herida, no respondió. Cristal, desabrochándose el abrigo, la envolvió contra su pecho para darle calor: calor y fuerza y valor. Cristal apretó más fuerte a la garza, como si quisiera fundirla con su cuerpo. Entonces sucedió algo maravilloso… de pronto, Cristal comenzó a sentir como la garza se iba deshaciendo entre sus manos sintió que se iba convirtiendo, poco a poco, en parte de ella misma, hasta desaparecer por completo. Solo quedaron sus propias manos apretando el pecho.
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