NECESIDADES DE LA INFANCIA

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Finalmente, estos menores deben de tener algún adulto al que poder expresar su enfado y sus emociones.

- Fase de regateo.

Hay que recordarle al niño los motivos por los que salió de su casa y las causas por las que no es posible que vuelva, siempre en base a hechos ocurridos, sin dar ideas negativas sobre los padres ni dando falsas esperanzas de regreso.

Hay que facilitarle el acercamiento a la realidad y quitarle la idea de culpabilidad que tiene ante la separación.

Sigue siendo importante que el niño se sienta seguro en el centro, nunca amenazado o inseguro por las circunstancias que sean.

- Fase de depresión o tristeza.

En esta fase hay que dar cariño al niño o niña para que se sienta querido y valorado. Hay que resaltar cualquier logro personal que consiga y ayudarle a centrar sus emociones en aspectos que le interesen, como el deporte por ejemplo.

Es necesario conocer que cosas motivan a los menores para recuperarlas progresivamente. Se le pueden hacer propuestas de actividades y apoyar cualquier iniciativa que tengan reforzándola positivamente.

Se les tiene que dar la posibilidad de que expresen sus sentimientos.

En el caso de que la separación de su familia vaya a ser permanente, este puede ser el momento ideal para que vaya forjando lazos de afectividad y apego con aquellas personas que se harán cargo de el en un futuro, sin agobiar al menor ni exigirle demasiado y sin que tenga emociones negativas demasiado fuertes.

- Fase de resolución.

Hay que ofrecerle una información realista acerca del pasado, del presente y del futuro, dejándole participar todo lo posible en el programa de intervención que se esté diseñando para el menor, así como en el plan de integración definitiva.

Con la idea de abordar de la mejor manera futuras pérdidas. Esta fase puede ser el momento ideal para hacerle hacer una revisión de todas las fases por las que ha pasado en este tiempo y enseñarle como las puede afrontar en otra ocasión similar.

Es un momento ideal también para que comience a tener nuevos lazos afectivos con figuras de apego que no sean parte de su familia biológica.

Por otra parte, hay que ayudar al niño a que cree su historia de vida para poder dar explicaciones de forma cordial y nada excesivas sobre lo que ha vivido a aquellos con los que se empiece a relacionar, como compañeros de clase por ejemplo. También hay que informar previamente a los adultos que vayan a estar en contacto permanente con estos menores.

Hay que enseñarles que hay personas a quienes no se les puede contar aspectos tan personales como estas situaciones de vida, para evitar confiar demasiado en algunas personas y no crear dependencia excesiva con nadie.