RELACIÓN DE LOS FACTORES DEL ENTORNO DE TRABAJO CON LA CALIDAD DE VIDA LABORAL DEL PERSONAL DE ENFERMERÍA DEL HOSPITAL REGIONAL DOCENTE “LAS MERCEDES”
Enviado por mondoro • 21 de Diciembre de 2018 • 4.817 Palabras (20 Páginas) • 495 Visitas
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La vida laboral está mediada por dos grandes dimensiones: el entorno en el que la enfermera realiza su trabajo y donde prioritariamente presenta riesgos potenciales de naturaleza física, química o biológica o los riesgos generados por la interacción con el medio ambiente de trabajo (ergonómico y psicosocial) y aquella la experiencia de los trabajadores, esta última considera la esfera privada y el mundo familiar, las posibilidades de desarrollo en el trabajo, la autonomía etc.1 Todos estos riesgos constituyen categorías relevantes que afectan en forma potencial la satisfacción, motivación y rendimiento de las enfermeras y que por lo tanto determinan la calidad de vida laboral de estas profesionales en el ambiente hospitalario.
CAPÍTULO I
PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
- Realidad Problemática
En el 2002, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) clasificó el Convenio sobre el personal de enfermería, entre los instrumentos que no habían perdido actualidad y reafirmó su pertinencia respecto la realidad social y económica del momento. Este convenio fue suscrito en Ginebra, por los países miembros de la OIT, animado por la intención de lograr el fortalecimiento de la enfermería al considerarlo un recurso clave de salud para el logro de los Objetivos del milenio, contemplando una serie de recomendaciones en materia de políticas adecuadas sobre el personal de enfermería y sus condiciones de trabajo. Si bien el convenio fue adoptado hace aproximadamente 30 años, cabe lamentar que desde entonces en muchos países no ha habido mejoras en las condiciones de trabajo de este grupo profesional. De acuerdo a diversos estudios nacionales e internacionales la relación entre unas condiciones de empleo y de trabajos insatisfactorios definen la escasez del personal en el ámbito de la enfermería, trayendo como consecuencia una mayor morbilidad y mortalidad de los pacientes; mayor violencia en el lugar de trabajo; menoscabo de la seguridad y la salud del personal en servicio activo; alto grado de insatisfacción laboral e intención de abandonar el sector.2
Según la investigación de Carvallo, Beatriz en el año 2010, con el paso de los años y pese a esas recomendaciones de los organismos internacionales, la situación se ha ido agudizando, sin conseguir el fortalecimiento de la enfermería y su calidad de vida laboral. La realidad de los gobiernos en los diferentes países especialmente en vías de desarrollo, revela indiferencia, indolencia o falta de decisión política que permita caminar hacia soluciones integrales. Como se puede deducir de estas consideraciones, la calidad de vida laboral de la enfermera debe ser un foco de atención en razón de sus implicancias no sólo desde el punto de vista personal y profesional, pues más allá, se requiere un enfoque más decidido y profundo, en atención a la relevancia social de su hacer en el cuidado de la salud. 3
Por la multiplicidad de riesgos a los que se exponen los trabajadores de salud, los hospitales han sido clasificados por el Instituto de Salud Ocupacional de los Estados Unidos de Norteamérica, como centros de trabajo de alto riesgo.4 Pese a la presencia de estos riesgos, en la mayoría de los hospitales del Perú, no se brindan las facilidades necesarias para prevenir estos riesgos o por lo menos minimizarlos; quizás por una deficiente gestión de políticas o implementación de las mismas a favor de la salud laboral de los trabajadores, en particular de los profesionales de enfermería.
La percepción de estos riesgos por parte de las enfermeras parece incidir en su satisfacción laboral, pues la enfermera impregnada de un paradigma de cuidado durante su formación es consciente que ejercer en situaciones de precariedad, con deficiencia en la cantidad y calidad de insumos, o condiciones de trabajo inadecuadas, atenta contra la dación de un buen cuidado para las personas hospitalizadas como también para ella misma.
Esta problemática se evidencia actualmente pese a que en los últimos años, el nivel de especializaciones y la obtención cada vez mayor de grados académicos, han sido una constante en toda Latinoamérica, consecuentemente un importante número de profesionales de enfermería han logrado un importante status de “especialistas”, “investigadoras” y/o “gestoras al frente de una institución o unidad académica”. Sin embargo, estos importantes avances no son reconocidos por el común de la gente, o los demás profesionales; sobre todo, en los escenarios laborales la enfermera prioritariamente sigue siendo quien “obedece órdenes” o “cumple con diligencia las indicaciones médicas”. Es decir la profesión basada en el “hacer”, de un nivel “mando medio” integrada por profesionales que “auto sacrifican” su vida, trabajando largas jornadas laborales por el don que poseen de servir a los demás3.
Estas realidades coinciden con los resultados de una investigación auspiciada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en donde se encontró que en los dos hospitales del Ministerio de Salud-Perú (MINSA) existía un escaso nivel de desarrollo de las condiciones de trabajo y salud del personal que allí labora. Los resultados arrojaron también una mayor percepción de riesgos en su área de trabajo asociada a la calidad y disponibilidad de los equipos y mobiliarios de los establecimientos de salud. Así se identificó como un factor de riesgo el nivel de obsolescencia tecnológica de los equipos e instrumental, su mal estado de operatividad y la falta de material descartable e insumos necesarios para las labores diarias, así por ejemplo se conocen las medidas de bioseguridad necesarias, pero en muchos de los hospitales del MINSA no abastecen a los trabajadores con los insumos necesarios para un elemental lavado de manos. Tampoco existe una buena dotación de materiales para protección mínima del personal: guantes, mascarillas, botas o para evitar infecciones cruzadas en los pacientes atendidos.5
En nuestra Región Lambayeque, existe alta demanda de trabajo hospitalario para la enfermera, que en un turno de seis o doce horas tiene que cumplir con el cuidado de 20 a 30 personas, lo cual incrementa las exigencias psicológicas cuantitativas relacionadas con la necesidad de realizar un gran volumen de tareas asistenciales y administrativas, lo que genera fatiga, tensiones físicas y psíquicas. En ese clima de vulnerabilidad puede producirse con facilidad situaciones de conflictividad, de fallas en los procesos comunicativos, incluso de competitividad entre pares o con otros profesionales del equipo de salud, evidenciándose serios conflictos personales/ laborales que crean un clima organizacional
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