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UN ITINERARIO INTELECTUAL COMO PROFESOR UNIVERSITARIO Y EN PSICOLOGÍA (¿CRÍTICA?)

Enviado por   •  11 de Julio de 2018  •  5.906 Palabras (24 Páginas)  •  328 Visitas

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Aunque no forma parte del proceso académico, pero sí es parte de mi formación vital, debo mencionar que para este momento ya había incursionado en el mundo laboral. Nunca he comulgado con el uso de influencias para acceder a una labor o desarrollar un rol, por lo que, dada la necesidad económica y el deseo de incursionar en otros ámbitos empecé a buscar en los avisos clasificados de los diarios opciones de trabajo, así, a los diez y seis años estaba como botones en un hotel, en Bogotá, en menos de un año llegué a estar de recepcionista. También trabajé como ayudante en un taller de metalmecánica, haciendo llaveros y láminas de identificación de objetos. Tomé un curso de inducción para la venta de Enciclopedias y salí a la calle a ofertarlas puerta a puerta. El intento no duró más de un par de semanas. Igual ocurrió con la venta de cursos de inglés. Hacia décimo y once – por referencia de mi profesora de español- trabajé como mensajero en una oficina de abogados. Así combiné estudio y trabajo cerrando esta etapa.

ESCOLARIDAD UNIVERSITARIA.

Como ha sido constante en mi vida, hice personal y directamente la búsqueda de opciones de estudio universitario. Inicialmente no tenía claro qué estudiar. Por ello probé con una inscripción en medicina en la escuela Juan N Corpas a la que no pasé. Como siempre he pensado en opciones y simultaneidades, me había inscrito a Administración de empresas en el SENA, lugar donde empecé en Enero de 1979 y que dejé en Febrero cuando supe que había sido aceptado para estudiar psicología en la Universidad Santo Tomás, pero en ella no pude hacer los estudios pues el ICFES no aceptó la institución pues para ese momento le faltaba algún requisito para ser aprobado como carrera en la primera cohorte. Fue esta la razón que me llevó a ser estudiante de psicología de la Universidad INCCA de Colombia. Los costos eran factibles para el presupuesto familiar y mi papá me pagó el primer semestre con el compromiso de seguir costeándome la carrera. Esto lo hice mediante préstamos aquí y allá, incluidos unos semestres de préstamo universitario.

Por esos avatares de la vida y en línea con el acercamiento que había tenido a tendencias no conservadoras de la política y de la vida – teatro social, literatura comprometida, contacto con Granma y casa de las Américas- ahora resultaba en una universidad que tenía como lema “trabaja por el socialismo científico por un nuevo hombre social”. Para quienes creen en la predestinación, este es un ejemplo de cómo los caminos se juntan, para mí, es parte del caos y la complejidad de la vida. En cualquiera de los casos, la perspectiva filosófica y política que orientaba los fundamentos de esta universidad, demarcaría mi línea de formación.

Lo anterior se expresó en la propuesta curricular del programa de psicología con un marcado énfasis en la psicología marxista, dialéctica o cubano-soviética como indistintamente se le refería. Por ello, a una temprana edad de formación me encontré con una perspectiva diferente a la que de manera hegemónica se impartía en la mayoría de universidades, tanto en la parte disciplinar como en las opciones investigativas post-positivistas. Conocí la manera como desde la teoría marxista que se concretaba en la URSS, se asumía la psicología en sus procesos básicos, Luria, Leontiev, Vygotsky, y en áreas como la psicología social con Petrosky, Worger, o la manera como se expresaba desde Cuba con Fernando González Rey, Albertina Mitjans, Ovidio D’Angelo y otros psicólogos cuyos textos los conocíamos mediante fotocopias de los libros que les llegaban a los profesores encargados de impartir las respectiva asignaturas. También me formé desde la tradición de la psicología en sus enfoques conductual, psicoanalítico, humanismo, y en las dimensiones conceptuales, epistemológicas y metodológicas, estas eran asumidas por profesores -Jaime Zamudio, Stella Sacipa, Jaime Bueno, Carlos Carvajal, Nelly Bogoya- desde el trabajo crítico que sobre la base de los fundamentos de la universidad INCCA se querían privilegiar.

Complementaba esto, el componente de la asignatura institucional, que era un curso de marxismo que se ofrecía durante el transcurso de la carrera a todos los estudiantes. En otras universidades se denominan filosofía Ignaciana, Tomista, amigoniana, según la orientación de la respectiva universidad. Así me acerqué a textos de Marx, Lenin, Engels y difusores de su pensamiento en lo que de manera general se conoce como filosofía marxista.

Por este contexto fui asumiendo interés por la antipsiquiatría y con ello mi apatía hacia la psicología clínica. Esta preferencia era más una postura ideológica que académica, pero tenía a la base la idea que lo patológico no es más que un invento de la burguesía para dominar, excluir y controlar. Mis motivaciones se fueron perfilando hacia la psicología del trabajo y la psicología social.

En la vida de estudiante universitario, dentro del ámbito de la universidad no desarrollé ninguna labor destacada, era un estudiante promedio. Tenía un grupo de cuatro a seis colegas del curso que eran “el parche”, con ellos conversábamos en el intercambio de clases, tomábamos café, bebíamos cerveza y así fui conociendo los lugares emblemáticos donde se escuchaba música salsa y son Cubano (Galería Café-Libro, Quiebra canto, El Hueco, El Bulín y los bares cercanos de la Universidad). Hacia segundo semestre me nombraron representante de curso ante el consejo estudiantil, pero no fue un rol que haya desarrollado, fue algo nominal, aunque participé de algunas reuniones. Nunca pertenecí a ningún partido político, o movimiento social, tampoco a ningún grupo estudiantil o cualquiera de sus formas organizativas, aunque en cuarto semestre participé en algunas reuniones de la Juventud comunista colombiana (JUCO), pero esto no trascendió.

En compañía de uno de los integrantes del parche, compramos una fotocopiadora para tenerla como negocio en uno de los locales cercanos a la universidad, contratamos una persona para su atención, pero el negocio no prosperó más de un año, por lo que se cerró la iniciativa. En ese mismo local, que funcionaba como Bar, trabajé un par de semestres como mesero para tener de qué vivir.

Se presentó un hecho extraacadémico que sin duda influyó y demarcó mis preferencias laborales y con ello el área y el enfoque asumido. Para el año primer semestre de 1979, fecha en que empecé a estudiar, era claro que tenía que trabajar para pagarme el estudio. Había visto que en el barrio donde vivía llegaría una nueva ruta de buses por lo que necesitarían trabajadores, así que indagué por el asunto, conseguí la

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