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ANTI-MARXISMO LATINOAMERICANO: EL CASO DE HERNÁN FAIR

Enviado por   •  11 de Diciembre de 2018  •  2.634 Palabras (11 Páginas)  •  329 Visitas

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… hemos dejado a un lado a la izquierda marxista tradicional u ortodoxa, al entender que un proyecto de izquierda democrática sólo puede ser pensado alejado del extremismo y cerrazón que caracterizaron históricamente a este tipo de teorías, tanto en el plano teórico, como así también, y sobre todo, en la experiencia ‘realmente existente’ (en particular, durante la trágica experiencia estalinista) (2010a: 256).

Entonces, según Fair, hay un marxismo tradicional que él identifica con el estalinismo, el cual por su “carácter real” ha quedado descartado. Esto lleva a Fair a rechazar, primeramente, a través de un proceso metonímico, es decir, pasando la parte por el todo, el marxismo en general. En segundo lugar, esta posición lo lleva también hacia un supuesto marxismo no-ortodoxo, no-tradicional, mediante la asunción, vía Ernesto Laclau, de Antonio Gramsci.

El rechazar al marxismo viene unido a una crítica, poco o nulamente argumentada, de algunos conceptos gnoseológicos y de algunas concepciones económico-sociales del marxismo. En lo gnoseológico, Fair (2010a) dice que el marxismo —y Marx— tiene un concepto de “Verdad” (con mayúscula) que se establece como “una práctica totalizante, en el sentido de que buscaba abarcar todo el rango de posibilidades de la sociedad” (Fair, 2010a: 238). Para Fair, entonces, el marxismo es simplemente una teoría totalizante (palabra que en tal escrito debe leerse como totalitario) al modo del platonismo, del hegelianismo, del estructuralismo, del liberalismo, etc.

Por ende, según Fair, “en el marxismo, en cualquiera de sus variantes, existía la idea subyacente de que existía un centro o Verdad ontológica” (2010a: 242)2. Entonces, el marxismo, no el tradicional u ortodoxo, sino todas las formas de marxismo poseían (para continuar con el uso temporal de Fair) una noción de verdad propia de las teorías totalizantes, lo cual conduce a Fair a un “rechazo absoluto a la totalización de la teoría marxista” (2010a: 245).

En síntesis, en el aspecto gnoseológico, según Fair, el marxismo es una teoría totalizante que se ancla en una verdad ontológica (u ontologizante); es decir, substancializadora, la cual fija ciertos parámetros de una vez y por todas, aunque al inicio, concibe alguna forma de marxismo desconexa de las corrientes tradicionales, ortodoxas y estalinistas; al final, asume que todas las pretendidas formas de marxismo caen dentro de eso que él llama verdad ontológica y totalizante.

En el aspecto económico-social, siguiendo a Ernesto Laclau, Fair critica al marxismo (en todas sus variantes) “por defender un esencialismo económico y una noción de clase social que ya no tiene presencia ni posibilidad de aplicarse a la actualidad (más bien nunca la tuvo)” (2010a: 250). Ahora bien, el problema con la verdad del marxismo, según Fair, radicaba en que absolutizaba sus alcances (lo cual no cuestiona su validez, sino solo su extensión), pero, en lo económico-social, producto de las premisas epistemológicas del marxismo, los conceptos marxistas ya no solo son la sombra de una substancialización de la realidad, sino que nunca han sido válidos. Por ende, se puede deducir de lo dicho por Fair que la lucha política del marxismo también es inválida, lo cual quedó demostrado “a fines de los ochenta y comienzos de los noventa, con el fracaso de la perestroika y la restauración del capitalismo” (2010a: 240).

Es interesante que Fair en esta cita utilice el pasado imperfecto “existía”, dando lugar a la idea de algo que recientemente ha dejado de existir. Recuerda la idea de la muerte del marxismo (y del fin de la historia, por tanto).

Por consiguiente, Fair maneja una concepción del marxismo, que lo asume como un simple discurso, el cual es epistemológicamente inválido y socio-económicamente es inviable; olvidándose que él mismo ha operado un proceso de metonimización entre el estalinismo y el marxismo en general.

- CRÍTICA A LA CONCEPCIÓN FAIRIANA DEL MARXISMO

Kant (2007) planteó en su Crítica de la razón pura, un sujeto activo, capaz de sintetizar a priori y dentro de un esquema lógico-formal, una verdad trascendental; es decir, universal y necesaria. El sujeto kantiano, mediante el entendimiento, era la expresión de aquel sujeto nacido en el seno del auge de la burguesía y especialmente, ligado al Newton de los Principia. El sujeto kantiano era la expresión de un renacer de la filosofía entendida como teoría del conocimiento, donde el sujeto idealmente construía la cosa en sí.

Sin embargo, a pesar de la trascendentalidad de tal sujeto y del avance filosófico que supuso el pensamiento marxiano, la posmodernidad se empeñaría en, según ella, destruir tal noción de subjetividad. Así, el sujeto de la Crítica de la razón pura, que ya había sido superado por Marx, se anula, por parte de los postmodernos, a favor del sujeto (también kantiano) de la Crítica del juicio

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El sujeto del juicio estético, del gusto, es el sujeto que pervive en y para la posmodernidad. ¡Sí, los posmodernos son más kantianos que Kant!

Kant decía que:

Para decidir si una cosa es bella o no lo es, no referimos la representación a un objeto por medio del conocimiento, sino al sentimiento de placer o de pena por medio de la imaginación (...). El juicio del gusto no es, pues, un juicio de conocimiento; no es por tanto lógico, sino estético, es decir, que el principio que lo determina es puramente subjetivo (2000: 33).

En otras palabras, si al estar yo con un amigo, veo una mujer pasar, yo podría entonces decir: “esa mujer es bella”. Pero, mi amigo, no sin burlarse de mí, exclamaría: “esa mujer es no-bella (fea)”. Luego, cómo podría ser tal mujer bella y fea a la vez. Para Kant, la respuesta es clara: la mujer no es ninguna de las dos cosas que se le atribuyen; simplemente, cada juicio expresa el sentimiento de placer o displacer experimentado por quien emite respectivamente cada juicio estético. Relativismo puro: dos juicios “válidos y contradictorios entre sí” para un solo y único objeto, a un mismo tiempo y espacio.

Sobre la montura de este sujeto estético, cabalga el anti-marxismo de Fair, pero no sin contradicciones, ya que si bien, el juicio anterior “esa mujer es bella” tiene una estructura similar a un juicio lógico, o sea, S es P; la verdad es que su contenido no tiene valor lógico, cognoscitivo, sino solamente emotivo. Es decir, como se verá, los juicios o argumentaciones de Fair son de carácter dóxico, simples opiniones, más que

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