Antes de comenzar el análisis, me gustaría –a modo de recordatorio- citar algunas reglas interpretativas que no debemos olvidar si queremos encontrar el meollo del mensaje teológico y espiritual del texto marcano.
Enviado por Albert • 30 de Enero de 2018 • 5.643 Palabras (23 Páginas) • 475 Visitas
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Sin embargo, Marcos utiliza este hecho histórico para presentarnos su teología mediante el simbolismo de “la casa de Jesús” como imagen de la Iglesia. La “casa” es efectivamente de Jesús, la Iglesia es su ámbito natural, es el ámbito de su familia (otro sema de la palabra casa en la mentalidad judía).
2 Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra.
Pues bien, esa casa está rodeada por una multitud anhelante de escuchar la palabra que Jesús enseña en ella. Son tantos que ya no caben en la casa. Pareciera que Marcos nos quiere decir que aquellos que han sido liberados de la opresión religiosa en la sinagoga y los que han sido liberados de diversas ideologías igualmente opresoras ahora se congregan en la “casa de Jesús”.
Sin embargo, Marcos presenta un matiz de negatividad al decirnos que “ni siquiera ante la puerta había ya sitio para ellos”. Esto refleja una situación histórica que vivía la comunidad destinataria del evangelio de Marcos. Ciertamente que la Iglesia tenía la tentación permanente de “cerrar” sus puertas a las multitudes de paganos y judíos conversos que buscaban el sentido de sus vidas en la predicación eclesial. La Iglesia se sentía rebasada por completo, y es que era una comunidad de gente pobre, la mayoría ignorante, sin una estructura capaz de soportar los procesos que la palabra desataba en aquellas multitudes hambrientas de la palabra… ¡no hay lugar para nadie más!
Parece una situación desesperada y Marcos suscita la pregunta del lector ¿Cómo harán aquellos que ya no encuentran lugar en la Iglesia para entrar en contacto con Jesús? Se crea así un clima de expectativa en el lector.
3-4 Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico
Entonces Marcos introduce un recurso literario que podríamos llamar “desdoblamiento de la figura de la casa/Iglesia” y nos presenta a la misma Iglesia situada “afuera de la casa”, en forma de “cuatro que traen a un paralítico”.
Son dos dimensiones de la misma y única Iglesia de Cristo: Institución estable (casa) e Iglesia en misión, en salida de sí misma para ir al encuentro de los paralíticos de la historia y traerlos ante Jesús. La institución es necesaria como mediación visible del resucitado en el mundo (es la casa de Jesús), pero si se queda estancada en una mentalidad de miras cortas en la que cree que basta su carácter institucional para alimentar a las multitudes de hambrientos que buscan saciarse con la palabra del Maestro, se convierte en una alternativa falaz para el mundo que se quedará lejos del encuentro con el Mesías.
Fijémonos detenidamente en el simbolismo del #4, de la enfermedad (parálisis en este caso) y de la camilla.
El #4 es símbolo de la totalidad cósmica y por lo tanto, en este pasaje los cuatro que traen al paralítico representan a la totalidad de los discípulos que no se dejan atrapar por los criterios institucionalistas y saben que lo esencial de la Iglesia es su carácter misionero, rescatador de los hombres incapaces de caminar por sí mismos (paralíticos) e ir al encuentro con Jesús.
Recordemos el contexto de nuestra perícopa: Jesús ha sanado a muchos enfermos y estos son los que pueden encaminar sus pasos hacia la casa de Jesús para escuchar sus enseñanzas. Pero hay otros hombres enfermos que no han podido encontrarse con Jesús y a estos hay que traerlos a la casa/Iglesia donde pueden encontrarlos y recibir la sanación/perdón.
La parálisis significa la postración, la incapacidad para hacer éxodo, para iniciar un camino en libertad que va de la salida de la tierra de esclavitud, pasa por el fatigoso proceso del desierto y culmina con la entrada en la tierra espaciosa que mana leche y miel. Marcos parte del presupuesto de que todos de una u otra forma somos paralíticos. Por lo tanto, es necesario preguntarnos ¿de qué clase de parálisis habla Marcos?
Para responder a esta pregunta, es necesario volver una vez más al criterio de contextualización del texto. En los pasajes anteriores se presenta en cuadros plásticos la acción liberadora de Jesús en el ámbito de las ideologías religiosas opresoras y en los pasajes subsiguientes a la perícopa que estamos analizando, se continúa con la misma temática (veremos a Jesús comiendo con pecadores, discutiendo sobre el ayuno, etc.)
Por lo tanto, seguimos en el tema de la opresión religiosa y el paralítico simboliza a todos los que se encuentran alienados (la alienación es la incapacidad para descubrir la propia identidad a causa de la Introyección de determinadas ideologías) por las ideas religiosas que el sistema les impone.
Y no pensemos demasiado aprisa que esto no tiene nada que ver con nosotros. ¿Realmente pensamos que nuestra vivencia religiosa refleja los ideales de Jesucristo? ¿Vamos por el mundo haciendo que los demás encuentren en nosotros a Jesús que cura con su palabra poderosa? ¿Cuántos testimonios podemos dar de esto? ¿O por el contrario, somos multitud, masa que lo único que hace es obstaculizar el acceso a la casa de Jesús? ¿Vivimos nuestra fe de puertas del templo para dentro (rezos, comuniones, limosnas, confesiones, etc.), sin nada de testimonio misionero?
Y aquí no me refiero a andar de casa en casa gritando paz, amor y “aleluyas gloria a Dios”, sino a la salida permanente de nosotros mismos para ir al encuentro de los que sufren llevándoles una palabra de consuelo o acompañándoles silente y amorosamente, o invitando a nuestra mesa a los que no tienen un mendrugo de pan que llevar a sus hijos. Estas y otras actitudes son la manera de cargar con la camilla de los paralíticos, introducirlos por el techo de la casa y ponerlos en contacto con Jesús.
La camilla es un símbolo eminentemente religioso porque representa al pecado, a todas aquellas actitudes que nos impiden erguirnos como hombres libres y caminar. Por lo tanto, aquí entrarían realidades como los criterios de poder (imponer nuestra voluntad aunque sea por medios aparentemente pacíficos, utilizando despóticamente nuestra influencia sobre otros, por ejemplo), el pesimismo como actitud de fondo, la ambición del dinero como fin último, el placer como criterio fundamental de la felicidad, la autosuficiencia soberbia que excluye a Dios como centro de la existencia, etc. Sinceramente creo que Marcos tiene razón cuando nos considera a todos como paralíticos postrados
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