COMO SE DA EL DERECHO NATURAL Y DERECHO POSITIVO
Enviado por Ensa05 • 29 de Diciembre de 2018 • 2.557 Palabras (11 Páginas) • 594 Visitas
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La sagaz respuesta de Platón fue que tratar de vivir naturalmente o en línea con la ley de la naturaleza mediante la búsqueda despiadada de los propios deseos de poder u otra satisfacción es auto-embrutecedor, incoherente e irracional.
Por naturaleza los deseos de una persona, ya sean inteligentes (digamos que de conocimiento o de amistad), o primeramente emocionales (digamos que de comida sabrosa, de sexo, de poder, de reputación, y de cosas de ese tipo) necesitan ser gobernadas y moderadas por las pautas de la razón. Estas pautas se extienden más allá estableciendo la psique propia de una persona, e incluyen el establecimiento y mantenimiento de un buen orden con y entre sus semejantes. La justicia en el alma, realmente en la construcción completa de un individuo en particular, es la fuente de, y refleja y es reflejada por la justicia en la sociedad. La naturaleza de la comunidad política es la naturaleza más evidente de un ser humano perteneciente a dicha comunidad, y viceversa.
Las pautas mediante las cuales consideramos un mal ser humano a un tirano, provienen del derecho natural, de la ley natural. Lo que los escépticos por su parte llaman la ley de la naturaleza, a pesar de las apariencias (el glamur de la malicia) es innatural porque es irracional. Ese es el tema de obras de Platón tales como Gorgias, La República, Las Leyes, etc.
También hay una teoría moderna del derecho natural, proveniente de la tradición moderna del derecho natural, que tuvo sus inicios en el siglo XVII, y que con toda conciencia hizo a un lado algunos de los elementos propios de la tradición clásica, elementos que los teóricos neoclásicos de hoy tienen en la más alta estima.
Esta tradición moderna emergió con cierta claridad en 1660, cuando Samuel Pufendorf publicó en La Haya sus Elementos de la Jurisprudencia Universal.
Se puede decir que la dialéctica que Platón emprendió con los escépticos y con los prototipos del utilitarismo y el pragmatismo modernos, es una dialéctica que se ha prorrogado hasta nuestros días. Su sistema conceptual y sus estrategias argumentativas son empleados por Aristóteles, Cicerón, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Shakespeare y muchos otros.
Algunos elementos de la tradición clásica están presentes en las obras de John Locke, Emmanuel Kant y Friedrich Hegel, pero con concesiones tan cargadas a favor del escepticismo cuando hablan de la razón práctica, que sus teorías ya no pueden llamarse clásicas sino más bien modernas. Aunque se les pueda suponer iusnaturalistas, presentan teorías que pueden considerarse una regresión hasta los filósofos pre-socráticos y sofistas.
Derecho Positivo
El positivismo legal es una propuesta más o menos modesta. Supone que la ley que dicta el Estado es o debe ser estudiada como si fuera un conjunto de pautas originadas en forma exclusiva mediante convenciones, órdenes u otros hechos sociales similares. El positivismo legal como lo desarrollan Jeremy Bentham, John Austin y Hans Kelsen es neutral con respecto a las pautas morales, que no son enteramente explicadas por ningún hecho social.
En su libro Teoría Pura del Derecho, Hans Kelsen dice que el derecho es un fenómeno social y que la ciencia del derecho forma parte del grupo de ciencias que estudian la sociedad desde diferentes puntos de vista. Según Kelsen tales ciencias difieren en su esencia de las de la naturaleza, pues él considera a la sociedad como una realidad totalmente distinta a la naturaleza.
Para Kelsen la naturaleza se entiende como un orden o sistema de elementos relacionados los unos con los otros por un principio particular, que es el principio de la causalidad. Dice Kelsen que toda ley natural hace aplicación de este principio. Un metal se dilata cuando se le aplica calor, y de ahí se deriva una ley que establece la relación de causa y efecto entre el calor y la dilatación del metal. Kelsen delibera en el sentido de que la ciencia primitiva consideraba a la causalidad como una fuerza situada en el interior de las cosas, cuando en realidad esto es solamente un principio del conocimiento.
Escribe Kelsen que la sociedad es un orden que regula la conducta de los hombres, y que esta conducta aparece, ante todo, como un fenómeno natural. Una ciencia que estudiara a la sociedad aplicando el principio de causalidad sería una ciencia de la naturaleza, como la física o la biología. Pero es otro el principio que según Kelsen se aplica en nuestros juicios sobre la conducta de los hombres, aunque Kelsen no puede dar un nombre a dicho principio, y dice que la ciencia todavía no le ha dado un nombre universalmente admitido. Kelsen pugna por que pueda verse en la sociedad un orden o un sistema diferente al de la naturaleza.
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Conclusiones
Abordar la filosofía del derecho es navegar en un inmenso océano que ostenta una miríada de rumbos, cada uno con distintas corrientes y vientos, con el propósito, y la promesa por parte de cada uno de los rumbos, de ser transportados al mejor de los puertos: La justicia para todos. No es de dudar que la mayoría de los sistemas jurídicos se ha propuesto llegar a lograr precisamente una sociedad justa; cada sociedad a su manera, lo cual, desgraciadamente, es innegable. Tan innegable como lo fue el sistema jurídico irracional nazi.
Un estado de derecho no siempre es un estado justo, y esta es una reflexión que ha propiciado que la humanidad pueda, de tiempo en tiempo, poner proa hacia mejores destinos; desde las sociedades en las que los extranjeros se convertían en esclavos, o eran simplemente metecos, extranjeros libres en la Atenas del siglo V; desde la Esparta en donde los ilotas eran cautivos griegos de la guerra, que vivían como esclavos, bajo una explotación continua y aterrorizados ante la posibilidad real de ser perseguidos y exterminados para controlar su población.
No hay duda de que el concepto de derecho ha variado con los tiempos. Tampoco hay duda de que la justicia ha sorteado con mayor o menor éxito muchas tormentas a través de los siglos. Tampoco hay duda de que muchos niños y niñas, jóvenes y muchas personas más de todas las edades, aun en nuestros días y en numerosas latitudes, sufrirán los estragos de la esclavitud, de la violencia en una gran diversidad de formas, del hambre, de la xenofobia con su discriminación, acompañada de burlas, humillaciones, amenazas y golpes; y tendrán que soportar múltiples injusticias.
Con estas realidades puede parecer ocioso escribir quinientas páginas en un libro de filosofía,
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