Caso Alaska-Lobos.
Enviado por karlo • 28 de Febrero de 2018 • 2.233 Palabras (9 Páginas) • 415 Visitas
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La estructura de la primera parte del encuentro permitió que los participantes presentaran algunas de sus realidades y cosmovisiones globales, y que identificaran las cuestiones o preocupaciones que suscitaba en ellos el plan de la Junta para el control de los lobos. Se eligió un grupo equilibrado de representantes de todos los intereses, a fin de que participaran en una serie de paneles y presentaran sus ideas, tendieran una base común de comprensión de los problemas y cuestiones y estipularan puntos pertinentes para la discusión ulterior. Se empleó un “micrófono abierto” para sumar a estas presentaciones las ideas de una gama más amplia de participantes. Esta sesión sacó a la luz todo el espectro de marcos, cuestiones e intereses de las partes involucradas. Todos los participantes aceptaron este proceso para comenzar, aunque hubo discusión sobre la cantidad de tiempo asignada a los oradores individuales que representaban los diversos grupo de interés.
Originalmente, se había previsto que la segunda parte de la reunión incluyera una sesión plenaria grupal de tres horas, en la cual los participantes hablarían entre sí sobre los intereses que había que satisfacer y los componentes de una política y un plan satisfactorios, utilizando un dispositivo de rotación de miembros. Los facilitadores confiaban en que la información compartida por los oradores y participantes en la primera parte, y el deseo de los participantes de hablar sobre las cuestiones, generarían un diálogo productivo. Pero en este punto divergieron las concepciones de las partes acerca de los procesos aceptables de resolución de disputas, por un lado, y por el otro las realidades del proceso de los facilitadores. Las partes, que tenían y estaban familiarizadas con un enmarcamiento judicativo de la situación y los procesos, querían utilizar ese foro para enunciar sus posiciones como si estuvieran en una audiencia pública, aunque no se había convocado a ningún cuerpo judicativo formal para que recogiera los testimonios y tomara una decisión. Los facilitadores trataron de alentar al grupo a emplear un proceso de resolución de problemas centrado en el diálogo, y algunas partes aprovecharon esta oportunidad, pero la mayoría deseaba una audiencia pública más judicativa. Al comprender que el enmarcamiento de la situación por las partes requería que ellas pudieran enunciar sus posiciones antes de discutir la cuestión, los facilitadores reestructuraron la agenda para darle la forma de una reunión pública tradicional. En última instancia, este cambio de dispositivo permitió un intercambio adicional de información, hizo tomar conciencia a los participantes de que podían influir sobre el proceso de resolución de la disputa y, después que cada posición fuera enunciada de modo firme y público, les permitió avanzar y discutir detalladamente algunas de sus preocupaciones e intereses subyacentes en sesiones de pequeños grupos.
En la tercera parte de la reunión, se constituyó una serie de pequeños grupos facilitados, compuestos por una mezcla equilibrada de representantes de los grupos de interés. Se pidió a estos grupos que exploraran áreas posibles de consenso para hacer recomendaciones a la Junta, y que produjeran un informe que sería presentado al gobernador, la Junta y todos los participantes. Esta tarea imponía en sí misma la realidad moral y la realidad procesal del estado y los facilitadores, sobre algunos miembros del grupo que se sentían más cómodos con un enfoque totalmente confrontativo y judicativo. (Algunos de estos grupos consideraban que su rol en las reuniones debía completarse después que hubieran enunciado públicamente su posición.)
En vista de la gama de realidades que aparecieron en la reunión, el equipo de facilitadores tuvo que desarrollar un enmarcamiento para estipular el propósito y las tareas de las sesiones de los pequeños grupos. También tuvieron que enmarcar las cuestiones que debían abordarse. Hacer posible que las partes dialogaran sin desembocar en una impasse inmediata, y llegar a algunos puntos de acuerdo. Enmarcar las cuestiones supone definir los temas específicos que las partes quieren encarar. A menudo las partes enmarcan las cuestiones de una manera inaceptable para las otras. Si éste era el caso, el mediador u otra parte debían intentar un reenmarcamiento hasta que se encontrara una definición aceptable para todos. Eran enormes las posibilidades de que hubiera un bloqueo, como consecuencia de la diversidad de marcos de la realidad global y de las cuestiones específicas. Algunos defensores de los derechos del animal enmarcaban la cuestión y la situación en términos de “cómo detener la matanza de lobos”. Para algunos ambientalistas se trataba de “como podemos instrumentar el manejo del ecosistema de modo que los intereses de los animales estén en el mismo nivel que el de los humanos”. Los cazadores, con una perspectiva expresivista, enmarcaban la cuestión en términos de “cómo podemos nosotros, los habitantes de Alaska, tomar nuestras propias decisiones sin interferencias de ajenos”, mientras que los nativos se preguntaban “cómo puedo continuar realizando mis prácticas tradicionales de caza, provenientes de Dios, y preservar mi cultura”. El enmarcamiento del estado, aunque nunca articulado directamente en estos términos, era “cómo podemos manejar la población animal para mantener un sostenido rendimiento de la caza, satisfacer a los diversos públicos interesados, evitar un conflicto costoso y destructivo, y conservar nuestra viabilidad política”. Finalmente, los facilitadores desarrollaron una propuesta de enmarcamiento múltiple, sustantivo y procesal, de los temas que discutirían los pequeños grupos, ese enmarcamiento hacía lugar a la diversidad de concepciones de la realidad de los participantes y a las diversas cuestiones e intereses implicados. Esas cuestiones e intereses eran los siguientes:
- ¿Cuáles deben ser los objetivos de largo plazo del estado en las políticas y prácticas del manejo de los lobos?
- ¿Hay circunstancias en las que el control de los lobos es o no es apropiado?
- Si hubiera control de los lobos, ¿cuáles serían los métodos apropiados para alcanzar los objetivos?
- ¿Con qué procedimientos deben establecerse las políticas de manejo de los lobos, y adoptarse las prácticas de instrumentación?
El enmarcamiento de las cuestiones fue realizado en forma de preguntas que minimizaban las soluciones del tipo de “eso o aquello”, extraían más información sobre los intereses subyacentes de las partes, generaban una gama de opciones que reflejaban toda la constelación de intereses afectados
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