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EL ESTUDIO DE CASOS.

Enviado por   •  5 de Abril de 2018  •  12.318 Palabras (50 Páginas)  •  322 Visitas

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Preocupado por el panorama descubierto y sintiéndose inseguro en cuanto a la posibilidad de modificarlo porque sus propias actividades profesionales le permitían dedicar solamente cuatro horas diarias al Hospital, período exiguo hasta para tratar los asuntos internos corrientes, que suponían la atención a la correspondencia, contratos, órdenes de compra, firma de cheques, entrevistas con jefes y encargados, etc.- el doctor Antonio hacía todo lo posible para, por lo menos, no atrasar los trámites internos diarios y se daba por satisfecho cada vez que lograba resolver algunos problemas técnicos, financieros o humanos de su Hospital los cuales, por lo demás, siempre parecían ir en aumento.

A veces también se sentía asediado por los médicos quienes, alegando necesidad de mejores condiciones técnicas para trabajar, solicitaban la compra de nuevos equipos para sus especialidades. El doctor Antonio se sentía algo confuso pues carecía de tiempo para evaluar la viabilidad económica de esos equipos y sabía que algunos buenos médicos habían dejado de trabajar en el Hospital, porque no habían recibido los equipos solicitados. Por otra parte, en algunos servicios había equipos ociosos o subutilizados porque su adquisición no había sido precedida por un adecuado plan de utilización.

Conocedor de su responsabilidad por la supervivencia del Hospital y por la solución de su problema financiero, el doctor Antonio promovió en el seno de la comunidad una campaña para reunir fondos, logrando el apoyo de algunas empresas de la ciudad y aun de los órganos de gobierno, pues gozaba de prestigio y tenía buenas relaciones con los dirigentes políticos:

La campaña, que se realizó a fin de conmemorar el cuadragésimo aniversario de la fundación del Hospital, consistió en una suscripción de donaciones financieras, para la cual se convocó a las industrias y a los comerciantes más representativos de la ciudad. El resultado de la campaña permitió solucionar algunos problemas urgentes como el pago de los sueldos atrasados y de algunos documentos de proveedores del Hospital, lo cual posibilitó que algunos de éstos le abrieran nuevas líneas de crédito. Los gobiernos estatal y municipal también respondieron donando dos ambulancias y un equipo de Rayos X.

Los fondos, empero, pronto se revelaron insuficientes pues el Hospital, además de utilizarlos para saldar compromisos vencidos, no lograba generar recursos acordes con sus necesidades. Al doctor Antonio no le quedó otro camino que el de solicitar préstamos bancarios que terminaron por comprometer aún más la situación financiera del nosocomio.

Así, el doctor Antonio -ya no controlaba la situación financiera y no lograba formular una solicitud para ésta, inclusive porque los datos que recibía siempre tenían un retraso de tres meses. También le afectaba la falta de una proyección presupuestaria que le-permitiera realizar cierta estimación de la evolución del cuadro financiero imperante. Y por si esto fuera poco, tampoco lograba que los órganos comprometidos pagaran puntualmente las contribuciones convenidas por prestación de servicios, lo cual menoscababa aún más el valor del dinero, ya escaso. La caja del Hospital siempre estaba en descubierto y hasta el saldo para pequeños gastos estaba aplazado.

Esta situación obraba en conocimiento del director anterior, que la aprovechaba para criticar el trabajo del doctor Antonio.

El cuadro personal, fruto de la política de concesión de empleos de los Directorios anteriores, era excesivo para las necesidades del Hospital pese a lo cual, durante las conversaciones con los jefes y encargados, siempre se dijo al doctor Antonio que no era posible reducirlo sin perjuicio para el funcionamiento del nosocomio. Este contaba con 525 funcionarios para sus 250 lechos; es decir, un índice de 2,1 funcionarios por cama, considerado elevado para la región. Por lo menos podía prescindirse de un centenar de funcionarios sin que la atención a los pacientes sufriera menoscabo. Muchos funcionarios llevaban más de veinte años trabajando en el Hospital y por un acentuado sentido de solidaridad, reaccionaban siempre que alguno se viera enfrentando a la amenaza de despido. Estos formaban un verdadero sindicato encabezado por la funcionaria Francisca de Melo, por cuya aprobación debía pasar toda decisión administrativa relacionada con el personal. La nómina de pagos equivalía al 65% de la facturación del Hospital, superando holgadamente el 35%.

Esto indicaba que era necesario formular nuevamente toda la política de .remuneraciones del establecimiento y el señor José da Silva, Jefe de Personal - aun conociendo perfectamente las leyes laborales que prohíben la disparidad de remuneración para funciones iguales- nada podía hacer para conjugarla, pues ignoraba los criterios seguidos por el Directorio para fijar los salarios para las distintas categorías profesionales. El hecho es que el señor José da Silva recibía quejas constantes de funcionarios insatisfechos porque recibían salarios insuficientes en relación a su nivel de responsabilidades y, sobre todo, inferiores a los de otros funcionarios menos calificados. De hecho, el cuadro de personal no disponía de criterios o normas relativas a política salarial y el señor José da Silva carecía de autonomía para fijarlos.

Esto provocaba frecuentes reclamos sindicales que terminaban por agravar aún más el presupuesto del Hospital. En un caso, el nosocomio fue condenado a pagar una indemnización por el despido injustificado de un funcionario con 22 años de antigüedad, cuyo monto ascendió al 10% de la facturación del establecimiento.

También era siempre elevado (entre 20 y 30 por mes) el número de funcionarios ausentes con licencia médica, renovada y prolongada una y otra vez, sin una razón que lo explicase. Como no se exigía un certificado extendido por un médico señalado por el nosocomio, éste debía aceptar los que se le presentasen a fin de no dañar sus relaciones con los médicos, que podían considerar cercenada su libertad para extender tales certificados. La falta de un reglamento de personal consignado por escrito, también dificultaba la adopción de innovaciones por parte del doctor Antonio y del señor José, quienes asistían a la aparición de los problemas sin poder hacer nada para resolverlos o evitarlos.

El funcionamiento normal del nosocomio, también resultaba afectado, a veces, por la falta de algunos materiales esenciales, lo cual obligaba a comprarlos urgentemente al primer proveedor disponible o en la farmacia más cercana. Esto resultaba extraño para el doctor Antonio, quien no podía comprender que pudieran registrarse carencias al comprobar

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