ENFERMEDADES RELACIONADAS CON LA ALTITUD
Enviado por Albert • 31 de Octubre de 2018 • 7.295 Palabras (30 Páginas) • 395 Visitas
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Los síntomas más frecuentes son: cefalea (generalmente frontal, pero puede ser también bitemporal u occipital), falta de apetito, nauseas o vómitos, fatiga, vértigo e insomnio; el cuadro clínico no difiere mucho de lo que se experimenta en una resaca luego de una ingesta desmedida de alcohol. En general los síntomas no se prolongan más allá de los tres o cuatro días.
Una excelente descripción de los síntomas y signos del MAM fue escrita en 1913 por el médico y militar británico Thomas Holmes Ravenhill, quien hizo sus observaciones en las minas de cobre y de salitre en el norte de Chile, en un pequeño laboratorio ubicado en la Puna a 5000 msnm, y que traducimos a continuación:
“Es un hecho curioso que los síntomas de “puna” no se hagan evidentes desde un principio. La mayoría de los recién llegados manifiestan sentirse bien al momento de su arribo. Pero como regla, a medida que avanza la tarde los pacientes comienzan a sentir cansancio y tienden a evitar la actividad física. Se van a la cama, pero no pueden descansar bien, pasan una noche turbulenta y se levantan al día siguiente con una severa cefalea frontal. Pueden presentar vómitos, frecuentemente tienen una sensación opresiva en el pecho; sin embargo raramente sufren alguna otra molestia respiratoria y no alteran su frecuencia ventilatoria (cantidad de respiraciones por minuto) si permanecen en reposo. El paciente puede presentar vértigo leve al levantarse de la cama y la actividad física incrementa su cefalea, que queda necesariamente confinada a la región frontal.[pic 9]
“Al examinarlo la cara puede verse con un tinte levemente azulado, los ojos se muestran torpes y pesados, con tendencia a lagrimear; la lengua se encuentra cubierta por sarro. El pulso es casi siempre amplio, y la frecuencia es de 100 por minuto o mayor, 150 fue la mayor frecuencia que pude registrar. La temperatura es normal o levemente baja, no es frecuente que esté aumentada al principio, sin embargo puede estar elevada por la mañana al levantarse. En la auscultación cardiaca se aprecia un incremento del componente pulmonar del segundo ruido. El paciente siente frío y experimenta temblores.
“La cefalea se incrementa al levantarse por la mañana, a medida que aumenta la frecuencia cardiaca; se pierde totalmente el apetito, y el paciente quiere que lo dejen solo y dormir si es posible. Generalmente durante la segunda noche el paciente se siente más dispuesto, y como regla se levanta a la mañana siguiente sintiéndose mejor; el pulso desciende por debajo de 90 y la cefalea es sólo leve. Es probable que los síntomas reaparezcan en los días siguientes, sobre todo en relación con el ejercicio; por lo tanto, probablemente sea mucho mejor que el paciente permanezca en reposo por cuatro días después de su arribo, y al finalizar la semana estará en buena forma nuevamente.”
A continuación nos ocuparemos de los mecanismos a través de los cuales podemos prevenir y tratar el MAM.
3) La Aclimatación:
La aclimatación es el proceso por el cual nuestro organismo se adapta a la altura. Podemos diferenciar dos tipos de aclimatación según la finalidad que persigamos a través de la misma:
- Aclimatación para evitar los síntomas del MAM a moderadas y grandes alturas (trekking a alturas menores de 4500 msnm).
- Aclimatación adicional para llevar la adaptación del individuo a su pico máximo con la finalidad de permitirle el ascenso a alturas muy grandes y extremas (andinismo a alturas superiores a los 4500 msnm).
La aclimatación en alturas intermedias es el método más inocuo y efectivo para la prevención del MAM. En general la permanencia durante una o dos noches a altura intermedia (entre 1800 y 2200 msnm) previene la aparición de síntomas de Mal de Montaña en la gran mayoría de las personas que van a permanecer varios días a alturas entre 2500 y 3500 msnm.
En general la aclimatación para trekkers que, como ya comentamos, tiende exclusivamente a evitar las molestias que surgen como fruto del MAM, comprende un período de tiempo menor al necesario para encarar grandes ascensiones. El proceso consiste fundamentalmente en permanecer entre 24 y 48 horas en cada nueva altura alcanzada, y no progresar en el ascenso si el organismo no está completamente adaptado, comprendemos por completamente adaptado la ausencia de síntomas o signos de MAM. La evidencia disponible actualmente sugiere ascender entre 300 y 500 m por día por encima de los 2500 msnm; este régimen puede ser demasiado prudente para algunos escaladores, pero asegura una buena aclimatación para la mayoría de las personas.
El proceso de aclimatación para alturas muy grande y extremas (entre 4200 y 8848 msnm) requiere un lapso de tiempo que varía de una a cuatro semanas, y a veces hasta ocho, en los casos de ascenso a “los 8000” del Himalaya sin suplemento de oxígeno. Para este tipo de empresas ya sean de escalada o de trekking, se considera indispensable como mínimo una permanencia de 4 a 5 días a una altura entre los 2800 y los 4500 msnm, y en los casos de cumbres de alturas extremas (entre 5500 y 8848 msnm) se sugiere el ascenso paulatino, repetido y gradual a alturas entre los 5200 y los 6400 msnm, transportando equipos y estableciendo campamentos de altura. Dado que el deterioro físico suele ser irremediable ante permanencias prolongadas por encima de los 5500 msnm, lo recomendable es realizar cortas estadías en los campamentos más altos y practicar descensos frecuentes a alturas menores, sobre todo para dormir. La altura más efectiva de aclimatación para ascensos a alturas extremas no ha sido bien determinada aún, pero es probable que la misma se encuentre entre los 4200 y los 5000 msnm.
El principal mecanismo de adaptación a la altura es el incremento de la frecuencia y el volumen ventilatorio; dicho en otras palabras, la cantidad de aire que entra y sale de nuestros pulmones aumenta a expensas de la cantidad de respiraciones por minuto, y del volumen que se moviliza en cada movimiento de inspiración y espiración. Este es el cambio más temprano y probablemente más importante en el proceso de aclimatación, y parece estar determinado genéticamente. Otras variables que se modifican son la frecuencia cardiaca, que generalmente aumenta, y el recuento de glóbulos rojos, que sufre un leve y temprano incremento a expensas de una disminución del plasma circulante (hemoconcentración). Existe una modificación más tardía en el proceso de aclimatación, que suele verse recién después de las 4 semanas, y que consiste en un aumento del número de glóbulos rojos; este cambio resulta fundamental para los ascensos
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