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Escuela Nueva Alexander Sutherland Neill

Enviado por   •  7 de Julio de 2018  •  16.939 Palabras (68 Páginas)  •  266 Visitas

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Y por último hablaremos de George Lapassade con su sistema de la autogestión pedagógica.

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Francisco Ferrer Guardia (1859-1909)

Francisco Juan Ramón Ferrer Guardia nació el 14 de enero de 1859 en Alella (Maresme), hijo de una familia de agricultores acomodados, católica y monárquica. Estudió en la escuela municipal de Alella. Según la biografía de Sol Ferrer, la influencia clerical sobre la familia provocó la rebelión de Francisco y de su hermano José.

Con catorce años se traslada a Sant Martí de Provencals para trabajar en la tienda de un comerciante de harina. Más tarde, un destacado republicano le hace entrar en la compañía ferroviaria que realiza el trayecto Barcelona-Portbou-Cervera, donde trabaja de revisor de la empresa ferroviaria. En contacto con republicanos exiliados, Ferrer se compromete políticamente en conspiraciones y es amonestado y represaliado por la dirección de contra los seguidores de Ruiz Zorrilla y Salmerón salpicó a Ferrer, que abandona el país camino del exilio en París.

Una vez se instala en la capital francesa, trabaja en una empresa importadora de vinos y como gerente en un restaurante del Barrio Latino. Su militancia política le llevó a ser secretario del político republicano Ruiz Zorrilla. En París se afilia al Gran Oriente de Francia y comienza a dar clases de español. Entre 1895 y 1898 ejerce la docencia en el liceo El Español Práctico. Mientras tanto, había evolucionado de un republicanismo político a un republicanismo más sociológico, no exento de influencia libertaria.

En 1894 conoce a Ernestina Meunié que al morir en 1901 le lega sus bienes para la creación de escuelas. En sus últimos años de estancia en Francia, Ferrer se relaciona con libertarios como Jean Grave o el anarquista de origen napolitano Charles Malato, belgas como el poeta Emile Verhaeren, el dramaturgo Maeterlinck y el novelista J.H. Rosny el Viejo, el inglés William Heaford, el profesor de Mecánica física de la Sorbona Paul Painlevé, Lucien Descaves, periodistas como Alfred Naquet y Charles Albert, o políticos como Jean Jaurès.

A comienzos del siglo XX, Barcelona es una ciudad en plena expansión industrial y con un movimiento obrero que se organiza con dificultades. Ferrer llega allí con la idea de crear escuelas “racionales y científicas”. para ello constituye un patronato y en agosto de 1901 inaugura en la calle Bailén la primera Escuela Moderna, la cual se trataba de una escuela de ideario racionalista, igualitaria, laica y ácrata, no coercitiva y considerada -por su fundador- natural. El proyecto comenzó con treinta alumnos y pronto se propagó y en 1906 ya se tenían más de treinta escuelas relacionadas con el movimiento.

Simultáneamente publica el Boletín de la Escuela Moderna. Ferrer fue un destacado masón aunque heterodoxo, y sostuvo importantes contactos internacionales con los grupos librepensadores organizados asistiendo a sus congresos internacionales de forma regular, llegando incluso a ser su secretario. Muchos de los que participaron en el proyecto de la Escuela Moderna eran masones. Ferrer estaba entregado a las actividades editoriales y de extensión cultural por medio de las concurridas Conferencias Dominicales de la escuela en las que colaboraban Odón de Buen y el catedrático de la Universidad de Barcelona doctor Martínez Vargas.

En el plano editorial (publicaciones de la Escuela Moderna), Ferrer plantea una oferta dirigida tanto a un ùblico escolar como a los núcleos obreros “conscientes”. A la muerte de Ferrer, cuando se levantó definitivamente el embargo sobre todos sus bienes, Lorenzo Portet, mantendrá en funcionamiento la editorial hasta su muerte. Ferrer fue encarcelado y procesado bajo la acusación de ser el líder de la rebelión popular de la Semana Trágica de Barcelona en agosto de 1909.

El hecho de que Ferrer sea inicialmente conspirador político, profesor autodidacta republicano, delegado obrero socialista, pro-independentista cubano, agitador anarquista y pedagogo y editor racionalista forja y representa un paradigma educativo único, que tuvo seguidores radicales en todo el mundo y que hoy en día figura en colecciones de clásicos de la educación.

Se sabe que acabó convencido de que la reforma de la sociedad pasa por la educación. En él la decepción política se fue volviendo optimismo pedagógico: “sólo la juventud (aunque a toda edad se puede ser joven), le incumbe lanzarse, con el brío eficaz del entusiasmo, hacia los nuevos horizontes que abarcaran los tiempos modernos”. Esta juventud deberá ser una juventud educada, formada.

Ferrer creía fervientemente en una pedagogía de convicciones librepensadoras, de un humanismo anclado en una fe en la ciencia y la razón, basada en la palabra y en su poder ilustrador, y enfocada hacia la alegría metodológica y un resuelto optimismo metafísico “Hay que enfocar la vida, no recuerdo quién dijo esto, algún escritor francés, como compuesta únicamente por “mañanas”/”matinñees” en francés. ¡Arriba, pues, corazones!, teniendo la vista clara y puro el corazón en todo lo que se emprende”.

Del optimismo a la alegría metódica media un paso. Uno de los aspectos centrales de la propuesta pedagógica ferreriana, que además coincide mucho con su talante personal, con su forma de entender la relación pedagógica, tal como la supieron transmitir oralmente o por escrito algunos de sus antiguos alumnos, es la exaltación del entusiasmo, de la euforia, el principio de alegría, expuesto de forma no exenta de cierta ironía socrática: “Yo creo que las «teorías de la alegría» son más morales que las dictadas por la severidad de un hipocondriaco, por una austera severidad”.

No puede ser más claro el sentir de Ferrer al respecto: “la euphoria todo lo ilumina. Como sol radiante envuelve de bienestar y calor, calor y bienestar.” El principio pedagógico de la alegría es envolvente, es fuente de franca abertura hacia el bien y la grandeza de alma, da ligereza a lo que podría ser muy gravoso: el cumplimiento del deber. Dos formulaciones de esta idea: “La alegría inspira la bondad, generosidad, indulgencia, halla también en sí fuerza motriz para arrear y engalanar la tarea que a olas o el grupo, se nos encomienda -no digo impone.../La alegría inspira bondad, generosidad, es imprescindible para el clima pedagógico. Halla en sí la fuerza motriz para arrear y engalanar la tarea (...)”

La intervención educativa desde la alegría no sólo genera un ambiente educativo sano, sino

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