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GRADO DE CULTURA FINANCIERA EN ESTUDIANTES DE LAS LICENCIATURAS: ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS DE LA UNIVERSIDAD DE SONORA.

Enviado por   •  14 de Enero de 2019  •  3.857 Palabras (16 Páginas)  •  465 Visitas

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Por medio de la inclusión financiera la población de un país tiene la capacidad de incrementar su bienestar, al poder desplazar los flujos de ingreso y consumo en el tiempo, por medio del ahorro y el crédito, así como la acumulación y la creación de un fondo para la vejez. A pesar de estos beneficios, solo 50% de las personas adultas en el mundo tiene una cuenta en una institución financiera formal, mientras que en la región de Latinoamérica y el Caribe el uso es aún más bajo (39%) y donde solo 8% de los adultos solicita préstamos en el mercado formal. Por un lado, esto apunta hacia una mayor vulnerabilidad de las personas que no tienen acceso al mercado financiero formal y, por otro, se aprecia también un amplio margen para poder incrementar la inclusión financiera (Demirguc Kunt y Klapper, 2012).

Así mismo, el Banco mundial [BM], (2015), menciona que cerca de dos billones o el 38 % de los adultos en el mundo no utilizan servicios financieros formales y un porcentaje aún mayor de los pobres no tiene cuenta bancaria debido a los costos, las distancias de viaje y a los complejos requisitos que se deben cumplir para abrir una cuenta. Sus filas incluyen más de la mitad de los adultos en el 40% de los hogares más pobre en los países en desarrollo.

De la misma forma, existen, a nivel mundial, grandes lagunas en el acceso al financiamiento. Un poco más de la mitad (58%) de las empresas de los países en desarrollo y apenas una quinta parte de las empresas de los países de bajo ingreso tienen acceso al crédito bancario. Las empresas —sobre todo las pequeñas y medianas— siguen enfrentando obstáculos que les impiden un mayor acceso al financiamiento, como los costos elevados, las distancias que recorrer y los trámites engorrosos. Las limitaciones del crédito, las elevadas garantías exigidas y las altas tasas de interés también impiden su crecimiento.

A los gobiernos les toca jugar un papel central fundamentalmente, debe educar y proteger al consumidor. Un primer paso fundamental consiste en crear marcos jurídicos, regulatorios e institucionales adecuados y un ambiente de información propicio. Todo con el fin de lograr avances hacia la inclusión financiera, la reducción de la desigualdad y el estímulo al crecimiento. Una de las determinaciones es que la falta de inclusión financiera contribuye a una persistente desigualdad del ingreso y a una desaceleración del crecimiento (Filiz, 2015).

La falta de inclusión financiera se atribuye a distintos factores relacionados con la demanda y con la oferta de servicios financieros. Desde el punto de vista de la demanda, bajos niveles de ingreso y la carencia de educación financiera reducen el ahorro e impiden que los clientes potenciales aprecien los beneficios de estos servicios. Es decir, mientras que el ingreso constituye una barrera para el acceso y el uso de estos productos, que son desplazados por otros métodos más rudimentarios (Conde Bonfil, 2001), el desconocimiento de su manejo y de sus funciones impide que los individuos aprovechen las ventajas que ofrecen. Del lado de la oferta, la presencia de un sector financiero concentrado en los segmentos de la población con un mayor poder adquisitivo, y que proporciona instrumentos financieros con limitada flexibilidad, conjugado con una mayor cobertura en las zonas urbanas respecto a las rurales, perjudica a la población, en particular la que se concentra en estas últimas.

Una mayor inclusión financiera es de provecho para todos los participantes en el mercado, pero, para alcanzar este fin, es necesario que los intermediarios, públicos y privados, se den a la tarea de proporcionar las bases de educación financiera para que los usuarios, entendiendo los principales conceptos financieros, busquen y utilicen, de forma acertada, los productos que les resulten más convenientes (CNBV, 2009). La educación financiera es considerada por los organismos e instituciones y financieras como son bancos, aseguradoras, y por la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), como un proceso de desarrollo de habilidades y actitudes que, mediante la asimilación de información comprensible y herramientas básicas de administración de recursos y planeación, permiten a los individuos: a) tomar decisiones personales y sociales de carácter económico en su vida cotidiana, y b) utilizar productos y servicios financieros para mejorar su calidad de vida bajo condiciones de certeza (CONDUSEF, 2009).

La secretaría de Educación Pública [SEP] (2015) considera que en México la educación financiera es un asunto prioritario ya que se cuenta con una “ventana de oportunidad” ya que los hogares mexicanos ahorran poco, a pesar de las condiciones favorables para el ahorro, considera también que las nuevas generaciones cuentan con una mayor cultura del ahorro, más que sin embargo, existe evidencia de fortalecer cada vez más la cultura financiera.

La falta de educación financiera se asocia con el nivel socioeconómico, el género, la edad, el nivel de escolaridad, factores culturales y otros aspectos ligados a la raza o la etnia de pertenencia de los individuos (Lusardi, 2008).

Por otro lado, la cultura financiera considerada como el dominio de habilidades, conocimientos y prácticas diarias necesario para tomar decisiones financieras con información y de una forma sensata a lo largo de la vida, está muy vinculada a la educación financiera, que hace referencia a la enseñanza de dichas habilidades, prácticas y conocimientos para poder afrontar de mejor manera los retos básicos de índole financiera. De la misma manera, se describe que la educación financiera es un proceso de asimilación de información y herramientas que permiten a las personas tomar decisiones en su vida cotidiana y la cultura financiera son las habilidades, conocimientos y prácticas que se poseen.

Tanto la Comisión Europea como la OCDE han recomendado en repetidas ocasiones a los Estados miembros que la educación financiera pase a formar parte del currículo escolar con el objetivo de potenciar e incrementar la cultura financiera en la sociedad. Cada vez más países europeos y del resto del mundo se van uniendo a esta corriente. En el caso de España, el Real Decreto 126/2014 por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria incorpora, desde el curso 2014/2015 la educación financiera como contenido mínimo integrado dentro de Ciencias Sociales (CNMV, Banco de España, 2010).

En México uno de los problemas en el sistema educativo es la carencia de la enseñanza de las finanzas desde la primaria. Cabe mencionar que es importante inculcar hábitos financieros íntegros en los mexicanos desde una temprana edad, previniendo

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