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Infanticidio ¿Qué lleva a una persona a cometer infanticidio?

Enviado por   •  16 de Septiembre de 2018  •  7.961 Palabras (32 Páginas)  •  292 Visitas

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Partiendo de la confirmacion científica que desde la concepción y hasta el momento del nacimiento se puede llevar la acción de abortar, ahora vamos a ver el otro extremos, si bien etimológicamente y tal y como lo marca la real academia de la lengua española, infanticidio es dar muerte a un ser que ya nació pero con pocos días de haberlo hecho.

La gran mayoría de los países han establecido como infanticidio desde el momento de nacer hasta un mes de haber nacido el niño(a), sin embargo en la gran mayoría de los estados de la Republica Mexicana, desde la concepción de el ser que esta formándose ya está gozando de las garantías individuales que cualquier mexicano tiene y pasadas las 40 semanas si se llegase a cometer aborto, ya se le considera infanticidio, esto último aplica para toda la republica Mexicana. Es decir nuestras leyes indican que desde que el bebe está formado en su totalidad o haber alcanzado las 40 semanas de gestación, si se llegase a matar al bebe, ya se le considera Infanticidio. (Ley derogada)

Aborto.- interrupción voluntaria o involuntaria del embarazo antes de que el embrión o el feto estén en condiciones de vivir fuera del vientre materno.

Infanticidio.- La palabra se origina del latín: infanticidium (In= privativa, Fari= hablar Caedere dar muerte), Dar muerte al que aun no habla.

Según la real academia de la lengua española su significado es: Dar muerte a un niño de corta edad.

Marco Histórico

Infanticidio en el mundo

Hagamos un poco de historia y trasladémonos hasta los tiempos más antiguos, nos vamos a encontrar con que el delito de infanticidio estuvo muy generalizado en los pueblos paganos, debido, principalmente, a las molestias y gastos que producía la educación de los hijos y a la pretensión de las madres que no querían deslucir su belleza criando un recién nacido. Además existía la idea que el nacimiento era anuncio de desventura y mala suerte, lo que justificaba el abandono o muerte de los hijos.

Por otra parte, la ley autorizaba la muerte de la criatura cuando ésta nacía deforme o enfermiza. Entre los romanos era costumbre sacrificar a los niños para apaciguar la cólera e ira de los dioses.

Esparta, no obstante haber alcanzado un alto grado de civilización, cometió con mucha frecuencia y sin mayores escrúpulos este monstruoso crimen. La costumbre usual era la de entregar al magistrado el cuerpo de cada recién nacido. Este señor, que era generalmente un hombre respetable y de barba blanca, decidía, después de examinar el cuerpo de aquella criatura, si debía vivir o no. En el primer caso, la criatura era bañada en vino y colocada sobre el escudo paternal, a un costado de la lanza, con el objeto de que las armas le despertasen sus primeras sensaciones. Cuando el magistrado dictaba su sentencia en el sentido de que la criatura no debía vivir, ya sea por ser víctima de una enfermedad grave o bien por ser sujeto de defectos físicos, era despeñada, sin más ni más, desde las rocas del Taigeto1. Esta era la usanza en la floreciente ciudad de Esparta, mirada por las demás como ejemplo de civismo y cultura.

En China existía en tiempos muy antiguos, más o menos 300 años antes de la era Cristiana, la costumbre de comerse en un banquete al primer hijo, al cual asistían los familiares y parientes más cercanos, ofrendándose a los dioses el alma del recién nacido y pidiendo para que el segundo sea fuerte y sano.

En Roma, durante los primeros tiempos, la Ley Rómulo permitía al padre desheredar y aún matar a sus hijos. Las costumbres autorizaban al padre de familia a exponer en la puerta de su casa a sus hijos que nacían defectuosos o a quienes La madre se negaba a criar. Posteriormente, y a medida que la civilización fue entrando en los países, comenzó a sancionarse este horroroso delito, y así tenemos que en Liorna2 al autor de estos crímenes era encerrado junto con algunos animales feroces para que le destrozaran las entrañas.

La Iglesia se interesó desde un principio en favor de estas inocentes víctimas y procuró excitar la compasión y cariño de los cristianos. Para este objeto ordenó que los fieles los recogiesen en sus casas cuando eran abandonados. Además se establecieron un sinnúmero de casas-cunas, casas de expósitos y hospicios. La Iglesia sancionó con medidas enérgicas a los autores de estos delitos, y así tenemos que en el Concilio de Elvira3 se negó la comunión aún en estado agónico a la adúltera que matase a su hijo.

Poco después el Concilio de Alcira suavizó este rigor, mandando que el tiempo de penitencia para ser admitido a la Comunión fuese de diez años; período de tiempo que fue rebajado a siete años en el Concilio de Lérida, para los clérigos y con la condición que todo el tiempo de su vida lo pasasen llorando humildemente su pecado. Con la aparición del Cristianismo, que veló de una manera especial y con todo celo por el bienestar de los recién nacidos, se consiguió moderar en parte, por lo menos, el carácter sanguinario y las crueles costumbres de los ya citados pueblos, los que comenzaron a preocuparse de la vida de estas inocentes criaturas.

Infanticidio en Mexico

Nadie se atreve a negar la existencia de sacrificios infantiles entre los cacicazgos mayas de la época del Contacto. El propio Hernán Cortés se refiere a ellos cuando habla de las costumbres de los pueblos que ha contactado en la península de Yucatán, en su Primera Carta de Relación a Carlos I, fechada en la recién fundada Veracruz a 10 de julio de 1519:

-Y tienen otra cosa horrible y abominable y digna de ser punida, que hasta hoy visto en ninguna parte, y es que todas las veces que alguna cosa quieren pedir a sus ídolos, para que más aceptación tenga su petición, toman muchas niñas y niños y aun hombres y mujeres de más mayor edad, y en presencia de aquellos ídolos los abren vivos por los pechos y les sacan el corazón y las entrañas, y queman las dichas entrañas y corazones delante de los ídolos, ofreciéndoles en sacrificio aquel humo. Esto hacemos visto algunos de nosotros, y los que lo han visto dicen que es la más terrible y más espantosa cosa de ver que jamás han visto. Hacen estos indios tan frecuentemente y tan a menudo, que, según somos informados, y en parte hacemos visto por experiencia en lo poco que ha que en esta tierra estamos, no hay año en que no maten y sacrifiquen cincuenta ánimas en cada mezquita, y esto se usa y tienen por costumbre desde la isla de Cozumel hasta esta tierra adonde estamos poblados; y tengan vuestras

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