Iniciativa y competencia, pensar y reflexionar

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¿Cuándo observar? ¿Cuándo intervenir?

Lo espontáneo, si es voluntario, se carga de marcas personales, de gestos propios, de historia de vida, con un valor de “autoría”.

En este sentido, Pikler menciona este sentimiento de competencia trabada por la manera en que el adulto cree favorecer el desarrollo del niño.

Volviendo al texto de Pikler, concluyo que cuanto más se cree “ayudar” al bebé a “ejercitar” su fuerza, postura o acciones, y se lo “pone” o se le “hace hacer”, más se lo expone al peligro, se lo aleja de una actitud prudente.

Nosotros, los piklerianos, logramos esa mirada respetuosa, paciente y atenta; pero ¿cómo traspasar las barreras rígidas que cité al principio, en donde para la mayoría de los adultos, los bebés no son personas sino “futuras personas” que hay que “ayudar a desarrollarse”?

No pretendo que este análisis tenga un tono de queja, enojo o crítica; son preguntas que a veces encuentro sin respuesta porque entiendo que, lo que por generaciones enteras “fue así”, resulta muy difícil de transformar; por otro lado, veo que, muy lentamente, cada vez más convocatoria tiene esta forma de mirar al niño, y quizás entre redes que nos sostienen mutuamente, poco a poco podamos ir encontrando respuestas.

Para cerrar, quisiera citar el “Decálogo de la Niñez”, en relación con algunas cosas que se confunden en relación al niño:

“Cuando un niño se tira, no quiere decir que se caiga

Cuando un niño choca, no quiere decir que empuja

Cuando un niño golpea, no quiere decir que lastime

Cuando un niño se mueve, no quiere decir que sea activo

Cuando un niño se muestra activo, no quiere decir que sea interactivo

Cuando un niño hace silencio, no quiere decir que se calle

Cuando un niño sueña, no está distraído

Cuando un niño se inmoviliza, no quiere decir que esté quieto

Cuando un niño está solo, no quiere decir que está aislado”

Andrea Paula Keserman

Un niño, se hace sujeto en un momento histórico, político, económico, social. Es difícil pensar hoy en padres, y personas en general, que entiendan y adhieran rápidamente a nuestra mirada. Nuestra forma de mirar al niño, tiene “un tiempo y un espacio” muy particular, una lenta velocidad, valga la aparente contradicción. La observación nos enfrenta con una aparente no acción, actitud poco respetada en nuestra contemporaneidad. Hace rato que entendí que nos toca trabajar desde la resistencia, y es desde allí que vamos conquistando nuevos adherentes. Pero ojo! Lleva tiempo! En mi experiencia personal, se me hizo carne, entraña, después de una larga práctica. Nuestras matrices y las de tanto y tantos, es la de estimular, proponer, intervenir, dar, mostrar, actuar. Muchas veces la fractura entre la teoría y la práctica es muy grande, y sólo se va asimilando y pudiendo transformar en un determinado tiempo, en un proceso. Los niños viven sus propios procesos, en su capacidad para explorar, probar, investigar, volver a probar y sacar alguna conclusión. Nosotros, como estudiantes, profesionales, sujetos de ésta época, también vivimos procesos con sus propias contradicciones.

Cuando digo “se me hizo carne, entraña” digo que ya no puedo pensar de otro modo y que mi mirada ya está impregnada de una teoría que se cotejó con la práctica, con los niños que uno tuvo la oportunidad de acompañar. Capaz no recordamos quién empleó tal término por primera vez, quién habló antes de competencia, o de iniciativa o de autonomía, pero son significantes cargados de un significado inconfundible para nosotros. Fue Pikler? Fue Agnés? Fue Wallon? Fue Chokler o Beneito? En algún momento de nuestro proceso se nos hace propio ese término, ese código, ese universo. Vale la pena seguir en la resistencia, no?? Sigamos lento pero seguro, transmitiendo e invitando a detenerse para mirar, para observar, para aprender de nuestros queridos niños!!