La calidad de la democracia española: la comprensión ilustrada

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Un sistema de gobierno democrático debería fomentar la igualdad entre sus ciudadanos, pero resulta del todo imposible si la industria cultural a la que pertenecen los medios de comunicación crean tres niveles de cultura que estigmatiza la población, según Dwight MacDonald, en el artículo “A Theory of Mass Culture”: la alta cultura (refinada en ciencia, literatura, arte…), media cultura (menos creativa, imitativa, de clases medias) y la que consume la mayoría, la cultura de masas (baja, superficial, de consumo, sensacionalista, banal)[4].

Estas desigualdades sociales que refuerzan los medios impiden que las personas estén informadas en los mismos términos, que tengan el mismo acceso a la información. La comunicación de masas perpetúa el sistema de clases vigente desde la Revolución Industrial puesto que limita el acceso no solo a la información de actualidad que proporciona la prensa, la radio o la televisión, si no quela industria cultural limita el acceso a la educación de las clases más bajas.

El hecho de que la democracia española no sea perfecta era más que evidente, pero no lo son tanto las causas que desgastan su calidad. Quizás, unos medios de comunicación de calidad, honestos, independientes y al servicio del pueblo podrían ser una herramienta eficaz para la denuncia de las flaquezas de nuestra forma de gobierno democrático, incluso podrían ser un instrumento para fomentar la participación política, pata fundamental de cualquier entramado democrático de calidad.

Como estudiante de Periodismo y Ciencia Política, me preocupa el modus operandi actual de los medios en España y en todo el mundo. No obstante, creo que en el problema está la solución, puesto que, aunque los medios de comunicación estén ayudando a que nuestra democracia no sea muy democrática (valga la paradoja), todavía estamos a tiempo de regular y enfocar el quehacer de las empresas comunicativas para que sean un instrumento para la ciudadanía y no una herramienta para la opresión del sistema.

El Estado debería fomentar la libertad de expresión de aquellos que no se encuentran supeditados por los grandes grupos de medios y que no están condicionados por los intereses económicos de las grandes empresas, ya que informarán de forma más honesta y sus contenidos no estarán sometidos a los filtros impuestos en los grandes medios. Otra propuesta sería fomentar medios públicos que tuvieran sistemas de control encargados de impedir que los poderes políticos influyesen en la información y la cultura proporcionadas.

En definitiva, abogo por una industria cultural y un periodismo informativo al servicio de la democracia y no encorsetado por las leyes del libre mercado y por la ideología dominante que convierte a los periódicos en propaganda política y a los medios audiovisuales en espectáculos sensacionalistas que intentan hacer creer a las masas que no existe alternativa al sistema capitalista. Sin una población bien formada e informada, jamás existirá una democracia real, de calidad y cuyos gobernantes luchen por los intereses de la ciudadanía y no por los intereses económicos de los líderes del mercado económico.

BIBLIOGRAFÍA

- Dahl, R. A. (2012): La democracia, Barcelona, Ariel.

- Fernández, M. (2017): Teorías de la Información, Madrid, OMM PRESS.

- Ramió, C. (2015): La Administración Pública del Futuro: La Administración 2050, Barcelona, GIGAPP Estudios.

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