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La Ética como herramienta para lograr el bien común desde la perspectiva del Abogado.

Enviado por   •  18 de Abril de 2018  •  2.533 Palabras (11 Páginas)  •  369 Visitas

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Vemos ahora la gran diferencia entre ambas; la moral tiene una base social, es un conocimiento de normas establecidas en el seno de la sociedad y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes. En cambio, la ética surge como tal en la interioridad de cada persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección. La ética de un sujeto puede coincidir en su contenido con las normas morales recibidas en su educación, pero puede darse el caso de que la ética ofrezca una fuerte diferencia en alguna de sus normas con respecto a las normas morales de la sociedad en que vive. Así pues, la moral y la ética no siempre estando de acuerdo y esto es ya un motivo de reflexión en un texto de ética filosófica.

La segunda diferencia entre ética y moral ya no está en su contenido sino en el modo como actúan en la conducta de una persona. La moral es un conjunto de normas que actúan desde el exterior o desde el inconsciente. En cambio, la ética influye en la conducta de una persona desde su misma conciencia y voluntad. No es lo mismo realizar una conducta porque es una obligación impuesta por la sociedad (porque me lo mandan, porque si no la hago me hare a acreedor a una sanción) que ejercer esa misma conducta porque “yo estoy convencido de la Bondad de esa acción” y por tanto no necesito ninguna autoridad externa, ninguna coerción a amenaza de castigo.

El punto clave para percibir una tercera diferencia está en la palabra valor. En las normas morales impera el aspecto perspectivo, obligatorio, impositivo, coercitivo. Destacando una presión externa en este tipo de norma.

En cambio en las normas éticas destaca la presión del valor captado y apreciado internamente como tal. Mientras la moral se distingue por la coerción extrínseca, la ética se distingue por su presión intrínseca en función de sus valores.

El fundamento de la ética es el valor, más no el valor impuesto por el exterior, sino el valor descubierto internamente en la reflexión de un sujeto.

El hecho de la existencia de la corrupción e impunidad en la abogacía es un hecho real y que muchos abogados o personas cercanas a él, se niegan a aceptarlo, también (la razón la desconocemos y la lamentamos) pero lo que sí se pudo apreciar plenamente, es que varía de las causas o razones que dan nacimiento a esta problemática son motivadas en primer lugar por la falta de valores morales, por la obtención de algún lucro material o en especie, o en la aceleración de algún trámite indistintamente de la importancia o jerarquía del acto a realizar ya sea por falta de pericia, destreza o alguna distracción en el asunto.

No debemos de olvidarnos de que como personas estamos obligados a respetar los ordenamientos emanados por la autoridad para preservar el estado de derecho que debe de existir en toda sociedad. Debemos de hacer estos ordenamientos parte de nuestro acontecer diario y denunciar los casos en que estos no sean respetados por la colectividad para prevenir que se generen problemas. En cambio como abogados tenemos una doble obligación; respetar los ordenamientos previamente establecidos y procurar que sean cumplidos por la sociedad, por todos y cada uno de sus miembros, velando que en todo momento impere la verdad y la justicia, lo que nos lleva a decir que el abogado debe predicar con el ejemplo y procurar que sus semejantes y sociedad en general sigan su muestra. La abogacía no se puede concebir de otra manera.

Otra de las cosas que se pudo apreciar es el hecho de que en la abogacía se escucha de la realización de este tipo de problemas y no se denuncian y no se busca la manera de solucionarlos, ante lo cual exhortamos a unirse a esta lucha y buscar por los medios correspondientes la forma de erradicarlos y solucionarlos.

Ahora bien, una actitud ética, entendiendo por esta la ciencia que estudia la bondad y la maldad del acto humano, dicen los estudiosos y conocedores de la materia que esta surge de la reflexión que se hace de las normas y principios que una persona ha analizado y establecido como un camino a seguir en su actuar.

Si aplicamos lo anteriormente dicho a la abogacía, podemos percibir claramente la tarea tan importante que tiene la conducta del abogado ante la sociedad, la de ser un servidor del derecho y un coadyuvante de la justicia.

Como estudioso y conocedor del derecho, el abogado tiene una gama de conocimientos acerca de la problemática que acechan a la sociedad, conoce su origen, su evolución, sus consecuencias y la manera de prevenir futuras controversias.

Suponiendo que el abogado reflexionara el contenido de la norma valorando lo bueno y lo malo del acto y el resultado de esta reflexión lo aplicara en su actuar, estaríamos entonces hablando de una actitud ética en su conducta encaminada esencialmente a preservar los fines del derecho, evitando con ello que surjan problemas como la inseguridad, corrupción e impunidad, que son los grandes males que nos acechan, no solamente en nuestro campo de trabajo sino en la sociedad en general.

Por lo que consideramos como una herramienta fundamental en la lucha de esta problemática la aplicación de una actitud ética en el abogado, que le permita enfrentarla y expresarla de tal manera que sus semejantes adopten su conducta en su actuar.

Ahora bien si el abogado no reflexiona la norma o lo concibiera, pero hiciera caso omiso de esta, estamos entonces en presencia de un gran problema social, digno de tomarse en cuenta por todos integrantes de la sociedad, por lo que significa y representa.

No puede ser posible, que la persona encargada de velar por que el derecho y la justicia prevalezca ante cualquier circunstancia, no cumpla con esta obligación, porque ocasionaría un sin número de problemas no solo para él, sino para toda la sociedad en general.

Generaría en esta una gran incertidumbre, corrupción, impunidad y desconfianza, en fin una gran cantidad de problemas que vendrían a deteriorarla. Sin embargo, no todo es culpa del abogado, sino de todos nosotros que permitimos que pase, por no tomar las medidas necesarias para erradicar esta situación.

La lucha contra estos males debe de ser integral además de contar con una fuerte participación ciudadana. Su combate nos compete a todos, estado y sociedad civil.

Ahora bien, en el caso de la abogacía, debemos de reforzar esfuerzos, prever este tipo de situaciones y corregir el rumbo que ha tomado nuestra sociedad, encaminándola a un estado mayor de vida, en donde impere la verdad y la justicia, es decir, el abogado no solo es el hombre que recoge en sus instituciones y leyes la experiencia de los que lo han precedido,

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