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Las Paradojas de Mihura

Enviado por   •  9 de Noviembre de 2017  •  2.724 Palabras (11 Páginas)  •  421 Visitas

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La acción se desarrolla durante una noche, a lo largo de nueve horas, interrumpidas por dos entreactos. Estos poseen un valor temporal desigual, ya que mientras que entre el primer y el segundo acto transcurren dos horas, entre el segundo y el tercero solo hay un lapso de un minuto. A lo largo de toda la obra, el autor nos indica con toda precisión el avance del tiempo por medio de las palabras de sus personajes.

Las estrategias del humor

La gran aportación de Mihura al teatro cómico español estriba en haber logrado compaginar a la perfección tres tipos de humor: el de situación, el de caracteres y el verbal. En los tres casos, el dramaturgo muestra preferencia por lo disparatado y absurdo, lo que otorga a la acción una apariencia de inverosimilitud que, unida a la escéptica visión del mundo propia del autor, puede producir el desconcierto del espectador. En realidad, todos los elementos lingüísticos y escénicos de Tres sombreros de copa están al servicio de un humor vivo y disparatado.

Con respecto al uso que hace Mihura del lenguaje, es muy significativa la capacidad camaleónica que posee Dionisio para asumir el discurso ajeno y adaptarse a él, lo que muestra a las claras el talante del personaje. Además de producir un efecto entre cómico y patético, esa tendencia prueba que, en realidad, Dionisio no posee ningún discurso propio. La propensión a apropiarse de los modos de hablar de los otros la manifiesta el protagonista tanto con los personajes del mundo burgués como con los del mundo artístico.

Acto primero. La metamorfosis de Dionisio

El primer acto consta de tres escenas, determinadas por las visitas que Dionisio recibe en su habitación. En la primera escena asistimos a una conversación cursi y absurda del protagonista con don Rosario, cuya actitud con el huésped resulta disparatadamente inapropiada, tanto en sus exageradas muestras de cariño como en el insulto que le endilga. El absurdo diálogo deja de entrever la trascendencia de la situación a la que se enfrenta Dionisio: el matrimonio y el comienzo de una vida nueva, el paso de la soltería a la vida de casado. Así, entre burlas y veras, sabremos que Dionisio es un huérfano solitario que trabaja en un pueblo cercano, y que ha llevado una vida convencional y gris, casi siempre en “casas de huéspedes”.

El primer acto, en suma, dramatiza el encuentro de dos seres solitarios que poseen formas muy distintas de concebir la vida. Pese a su aparente ligereza, la situación no deja de ser amarga, ya que percibimos que ambos jóvenes son manipulados por los respectivos mundos a los que pertenecen, lo que motiva que no se cuenten toda la verdad el uno al otro: Dionisio no solo no es el malabarista que la joven cree, sino que le oculta a Paula que tiene novia y que se va a casar. Del mismo modo, pronto sabremos que tampoco ella ha entrado por azar en su habitación sino que su intención era sacarle a Dionisio todo su dinero. En cualquier caso, si parece natural que el protagonista quede fascinado por Paula y por lo que ella representa, no lo es tanto que la muchacha se sienta atraída por Dionisio. A pesar de que, para la chica, el joven burgués es una posible alternativa a Buby y a todos los “odiosos señores” con los que tiene que lidiar en las ciudades que el grupo de music-hall recurre. Paula confiesa que no es la novia de Buby porque le guste serlo, sino simplemente porque se aburre en las giras. En realidad, considera que Buby es un grosero que no deja de beber e insiste en diversas ocasiones, sin duda recurriendo a un truco para provocar la compasión de Dionisio, que ella no puede enamorarse de un negro. En definitiva, Paula y Dionisio se atraen porque se complementan: ambos aborrecen el mundo en el que viven y anhelan pertenecer al mundo del otro. Del mismo modo que Dionisio ve en la vida de Paula la posibilidad de la imaginación y la alegría, la joven bailarina busca en Dionisio una vida en la que predominen el respeto y los buenos sentimientos

Acto segundo. El “mal negocio” de Dionisio

Tras la primera escena hilarante, en la que presenciamos las relaciones entra las chicas del grupo del music-hall y los señores de la ciudad por medio de una serie de diálogos disparatados, la segunda escena del acto segundo nos muestra a Dionisio, exultante por la borrachera, proclamando que nunca ha sido tan feliz. Su euforia es, sin embargo, fugaz, ya que el protagonista, al recordar que cuando despuente el día le aguarda su boda con Margarita, rechaza el fascinante mundo bohemio que acaba de conocer y que le ha proporcionado algunas horas de felicidad, y se muestra deseoso de regresar a su mediocre existencia.

También la cruda realidad se le impone a Paula, a quien Buby pregunta si ha conseguido dinero de Antonini. Aunque con más crudeza, el cínico Buby representa ahora ante Paula el mismo papel que don Rosario con Dionisio, es decir, le recuerda quién es y le reprocha las consecuencias de sus actos: la acusa de ser una de esas “bonitas muchachas soñadoras” que se dedican al teatro porque no quieren cuidar de sus llorones hermanitos ni trabajar como obreras; luego le insiste en que la compañía no gana suficiente dinero y que la supervivencia del ballet está en juego, con lo que Paula acaba cediendo ante el chantaje de Buby.

En la tercera escena, Paula dialoga cariñosamente con Dionisio e intenta explicarle su situación, pero él, distraído, parece no entenderla. La joven le propone una escapada, pero Dionisio la rechaza arguyendo que tiene un “negocio”. En realidad, no miente, pues no otra cosa es la boda para el protagonista: un negocio que le proporcionará seguridad y tranquilidad. Sí miente, en cambio, cuando niega tener novia, aunque para amortiguar su negociación, y cuando Paula le pregunta si piensa casarse alguna vez Dionisio responde con un inesperado “regular”, absurda réplica que trasluce la ambigüedad del personaje.

A lo largo del segundo acto, Dionisio ha estado más cerca que nunca de Paula y de lo que la muchacha represente. Sin embargo, aunque ha vivido un momento de euforia hacia la mitad del acto, durante el resto del tiempo ha permanecido atrapado en su mala conciencia y se ha dejado llevar por Paula, que en su propuesta de jugar junto al mar intenta un imposible retorno a la infancia y el inicio de una nueva vida. Dionisio se nos ha mostrado, por lo tanto, como el muchacho indeciso, apocado y temeroso que ha sido siempre, y nos permite intuir el frustrante desenlace de la obra, en el que el protagonista será incapaz de tomar una decisión que lo libere de sus ataduras sociales e ideológicas. La escena final de este segundo acto es similar

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