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Los niños y los jóvenes en el movimiento: geografías de los niños y la migración juvenil.

Enviado por   •  10 de Marzo de 2018  •  4.807 Palabras (20 Páginas)  •  394 Visitas

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Figura 1: vidas móviles (por 'Marissa', 15 el año de vida migrante de edad en Irlanda). Muchos migrantes jóvenes a desarrollar sus identidades y pertenencias en contextos transnacionales a través de su uso de las nuevas tecnologías (como las TIC y los teléfonos móviles), así como las visitas a familiares y las conexiones con los países de origen ''.

A pesar de esto, los niños siguen teniendo diferentes grados de poder en los procesos de toma de decisiones de migración de la familia. En una investigación con niños de familias migrantes de zonas urbanas a zonas rurales de Inglaterra, Bushin (2009) argumenta que los niños tienen diferentes niveles de participación en la toma de decisiones migratorias de las familias, que dependen de su edad y de sus "consideraciones de" interés de los padres. De hecho, los niños pueden jugar un papel central en la migración familiar. Por ejemplo, Ansell y van Blerk (2004), en sus investigaciones sobre estrategias de los hogares del sur de África para hacer frente a VIH / SIDA, encontraron que las familias hacen uso de la migración de los niños para satisfacer las necesidades del hogar. Usando el caso de la migración en cadena de Corea del Sur de los EE.UU., Orellana et al. (2001) apuntan a los roles de los niños migrantes como la migración de los líderes dentro de las familias, donde los niños migran por primera vez como estudiantes, para ser seguido por otros miembros de la familia en una fecha posterior.

En muchas partes del mundo, los niños emigran por motivos de trabajo no acompañados por los miembros de la familia (Huijsmans, 2008). Mientras que pueden ser víctimas de trata de personas o de las separaciones forzosas de la familia en este tipo de situaciones, muy a menudo los niños y jóvenes que migran por su cuenta para el trabajo de hacerlo a propósito y estratégicamente, utilizando la migración como una estrategia para mejorar su propia situacion o la de sus familias (Huijsmans, 2008; Mai, 2011). Este es un fenómeno bien establecido en muchas sociedades de África y América del Sur, donde los jóvenes realizan migraciones estacionales y circulatorias, a veces a través de fronteras internacionales, para obtener un trabajo y tal vez de lograr su propio estado o para mejorar las condiciones de vida en sus comunidades de origen (Carpena -Méndez, 2007; Punch, 2007; Ungruhe, 2010). Por ejemplo, en partes de Ghana, los hombres jóvenes de las zonas rurales migran estacionalmente para trabajar en las ciudades y volver con símbolos materiales de éxito (Ungruhe, 2010). Los niños también forman una parte muy importante de la población de refugiados del mundo, ya sea como parte de las familias de refugiados o por su cuenta. Los niños refugiados pueden experimentar en los viajes migratorios procesos de liquidación (los traumas a menudo experimentan un gran desafío), y desarrollar diferentes tipos de estrategias para hacer frente a las circunstancias adversas (Maegusuku- Hewett et al., 2007).

En otras palabras, los niños son actores importantes en los procesos migratorios globales y regionales, tanto como miembros de la familia y como los migrantes en su propio derecho. Contribuyen de manera importante a los movimientos de población que dan forma a nuestro mundo. Por supuesto, reconocemos que las migraciones de los niños son muy circunscritas y controlados por los estados, las estructuras del mercado de trabajo y los miembros adultos de la familia (Hess y Shandy, 2008; Hutchins, 2011; Terrio et al, 2010). Sin embargo, esto no quiere decir que ellos son participantes pasivos en los procesos migratorios; sus experiencias como migrantes deben ser reconocidos y comprendidos. Esto significa priorizar las propias perspectivas de los niños en la investigación y la política de migración.

Niños migrantes e identidades transnacionales

La migración transnacional desempeña un papel crucial en los procesos de globalización. Una población mundial cada vez más móvil está contribuyendo a la aparición de formas culturales y sociales que no se coloque de ruedas o con destino a Estado-nación. Por lo tanto, vemos la aparición de poblaciones dispersas de manera transnacional-unidos entre sí por lazos nacional o étnico de pertenencia (diáspora), y de las familias transnacionales o unidades familiares que están altamente dispersas geográficamente. Mientras que tales fenómenos no son nuevos, lo que es único acerca de las comunidades y las familias transnacionales y diáspora recientes es la intensidad y la frecuencia de las conexiones transnacionales que los mantienen.

Los niños migrantes y los jóvenes participan activamente en el desarrollo de las culturas e identidades transnacionales. (2011) La investigación de Haikkola en Finlandia, por ejemplo, muestra que los niños de familias migrantes se incorporan a un campo transnacional de las relaciones, que comprende múltiples conexiones entre los miembros de la familia a través de fronteras. Haikkola argumenta que mientras los padres juegan un papel importante en la conformación de este campo de las relaciones, los niños también son activos en la conformación de las redes transnacionales en los que están implicados, por ejemplo, mediante el desarrollo de conexiones significativas con familiares y amigos en otros países, que a menudo son mantenidos mediante el uso de tecnologías de la comunicación y las visitas familiares. Del mismo modo, Mand (2010) explora las formas en que los niños de familias de Bangladesh en Londres desarrollan su sentido de hogar en sus campos locales, así como de las relaciones globales, ya que viven vidas de gran movilidad entre Londres y Bangladesh. Sin embargo, el mantenimiento de las relaciones sociales y familiares a través de largas distancias no siempre es fácil y es sólo un aspecto de la vida de los niños de familias migrantes. De hecho, las investigaciones muestran que los niños de familias migrantes negocian activamente sus propias conexiones transnacionales de manera que sea significativo para ellos y para sus vidas, y lo hacen en situaciones en las que este tipo de conexiones cumplen con las necesidades que no están siendo satisfechas en sus entornos inmediatos (ver Haikkola, 2011).

De manera similar, los niños y jóvenes migrantes pueden o no pueden comprometerse con las construcciones de identidad de la diáspora, étnicas o nacionales, en función de la relevancia para sus vidas. Por ejemplo, los jóvenes inmigrantes de Somalia que viven en Europa pueden sentir que son Somalia, musulmanes o británico o danés, cada uno en diversos grados, dependiendo de sus experiencias de las sociedades de acogida (Valentine et al., 2009). Como Valentine

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