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Un liderazgo emergente para la práctica docente: Liderazgo emocional

Enviado por   •  9 de Noviembre de 2018  •  2.719 Palabras (11 Páginas)  •  432 Visitas

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La educación actualmente está basada, según el informe realizado por Delors para la UNESCO (2013), en cuatro pilares fundamentales: aprender a saber, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos; en este sentido, trabaja la Inteligencia Emocional a la que nos referimos, más concretamente, se refieren a los dos últimos y como diría Hargreaves (2008):

Aprender a ser, aprender a vivir juntos y aprender a vivir de forma sostenible, constituyen retos emocionales, morales y espirituales, y no sólo cognitivos e intelectuales. Toda enseñanza y todo aprendizaje son prácticas emocionales, para bien o para mal, porque así se quiera o por negligencia. (p.45)

Se han logrado analizar importantes informes de referentes como (Day, et al., 2009), cuyas investigaciones en cuanto al impacto del liderazgo, en los resultados de los alumnos en áreas cognitivas, afectivas o de conducta social, sostienen la postura de que, en primer lugar, el aprendizaje depende de las condiciones del trabajo docente, evidentemente existen otros agentes como el contexto, la familia o la parte administrativa por directivos escolares.

Lo que demuestra que un líder académico necesita ser emocionalmente competente, el líder se involucra y crece junto a los miembros de la organización, cultiva el desarrollo de las destrezas personales, de auto-conciencia, auto-control y auto-motivación, herramientas básicas para lograr la empatía y las habilidades sociales.

Para mejorar el aprendizaje y resultados de los alumnos se debe mejorar el desempeño del profesorado. Dicho desempeño está en función de la motivación y el compromiso, la capacidad o competencia y las condiciones en que trabajan, en tal sentido, el educador no debe limitarse al uso de la palabra como el único instrumento de enseñanza, sino también a la proyección positiva de sus emociones estableciendo altos niveles de comunicación a través de la empatía, como resultado se obtiene un excelente rendimiento académico del alumnado y la satisfacción personal para ambos.

Lo que nos lleva a cuestionarnos, ¿Importan realmente, los índices de competencias emocionales en el docente, en comparación con las cognitivas?

Pues bien, un estudio sobre las características personales que predicen el éxito, realizado, por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional reportó: un 80% en competencias emocionales y un 20% en competencias cognitivas, no es de extrañar que tales resultados permitan plantear a Goleman que, el CE (coeficiente emocional) puede sustituir en un futuro al CI (coeficiente de inteligencia). Este planteamiento se basaría en que la inteligencia es una meta−habilidad, que determina en qué medida podremos utilizar correctamente otra habilidades que poseemos, incluida la inteligencia.

La educación socioemocional forma parte de la educación integral de la persona, finalidad base de cualquier enseñanza obligatoria, esto es razonable al considerar que el alumno pasa en las aulas gran parte de su infancia y adolescencia, periodos en los que se produce principalmente el desarrollo emocional, para poder ayudarlos es necesario detectar las conductas antisociales o emocionalmente deficitarias que se ponen de manifiesto en las relaciones interpersonales que se dan en el aula, de forma que el entorno escolar se configura como un espacio privilegiado de socialización emocional. El docente, lo quiera o no, es un agente activo de desarrollo afectivo y debería hacer un uso consciente de estas habilidades en su trabajo.

Resultan asombrosas algunas de las afirmaciones de Goleman (1995) el cual nos advierte sobre las repercusiones de la IE sobre la salud física y mental de las personas, por ende de los miembros de la comunidad educativa:

La toxicidad de las emociones negativas crónicas es equiparable a la ocasionada por el tabaquismo. Es por ello por lo que ayudar a que la gente domine mejor estas emociones comporta un beneficio médico potencial tan importante como lograr que un fumador empedernido abandone su hábito. (p.114)

En la sociedad actual, donde a la escuela y al docente cada vez necesita cumplir un mayor número de funciones y donde existen ciertos riesgos de salud para el profesorado propios de los ambientes escolares; aspectos como la falta de disciplina del alumnado, problemas de comportamiento, el excesivo número de alumnos, la falta de motivación por aprender, la apatía estudiantil por realizar las tareas escolares encomendadas y el bajo rendimiento se han convertido en importantes fuentes de estrés para el profesorado que afectan a su rendimiento laboral, provocan riesgos para su salud física y mental que son muy difíciles de erradicar debido a la falta de medios materiales para ello.

Sin embargo, estos riesgos de la salud se verían mermados si se dotará a los docentes de las herramientas emocionales adecuadas, y existiera una alfabetización emocional en el alumnado, esto parece factible a través de un liderazgo emocional, democrático, compartido, transformacional y pedagógico.

En las investigaciones en el campo de la medicina realizadas por Goleman (1995) en las que colaboró con algunos neurocientíficos, llegaron a conclusiones relevantes del tipo: “Existe una ingente cantidad de investigaciones que subrayan la conexión existente entre el cerebro emocional y el sistema inmunológico”. (p.114)

El analfabetismo emocional se manifiesta de múltiples formas: conflictos, violencia, ansiedad, estrés, depresión, dificultades de relación. Está presente en durante toda la vida, pero tiene una acritud más intensa durante la estancias escolar.

Para esto, Goleman (1995) propone:

Una misión extra para las escuelas, se trata de enseñar a ser y enseñar a respetar; en definitiva, se trata de repensar la escuela: El proceso de alfabetización emocional impone una carga adicional a la escuela (…) Una difícil tarea que exige dos cambios esenciales: que los maestros vayan más allá de la misión que tradicionalmente se les ha encomendado y que los miembros de la comunidad se comprometan más con el mundo escolar. (p.116)

Existe una clara correspondencia entre los problemas ya mencionados y la educación, las estancias educativas y sus dirigentes tienen un rol ineludible para lograr disminuir las amenazas que afecta los ambientes escolares, si ponen en marcha las competencias emocionales que promueve la IE nos referimos a: competencias intrapersonales y competencias interpersonales. Las primeras ayudan al individuo a conocerse a sí mismo y las segundas permiten relacionarse con los demás. En la medida que el estudiante desarrolle su autoconciencia,

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