VISIÓN Y POSTURA EPISTEMOLÓGICA SOBRE LA EVALUACIÓN EDUCATIVA

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En otro orden de cosas, “continuamente se viene diciendo que en la educación intervienen diversos aspectos que sobrepasan lo meramente curricular, es decir, que en ella se involucra todo

el contexto en el que interactúan los componentes educativos, no solamente discente,

sino docente, administrativo y, en general, todos los estamentos vivos que participan,

de una u otra forma, en ella” (Montagut A. y Pino A., 2007). Actualmente se está formando a los estudiantes en el hacer, que hace referencia a las habilidades que debe poseer; en el saber, que es el conocimiento científico que se les imparte; y en el ser, que hace alusión a las actitudes y comportamientos en función de las reglas de la ética y de la humanidad, dándole mayor importancia al saber y al hacer que al ser, es por ello que se debe mirar al estudiante desde una perspectiva más humana y dinámica, como un ser colmado de actitudes y sentimientos, más que una caja vacía e inerte la cual llenamos de información. Debido a esto las nuevas generaciones están llegando a las empresas cargados de conocimientos, pero faltos de valores, sentido de pertenencia, trabajo en equipo, e.t.c., conllevando a que no se pueda contar con personas integrales y por ende poco eficientes.

Igualmente, la asignatura de ética y valores humanos, que es aquella en la que se supone se aborda la parte del ser, ha pasado a un segundo plano y sigue siendo vista como un área de “relleno”; en la cual se deben aprobar unos contenidos sin verificar que se llegue al cumplimiento de la competencia. Es aquí que debemos apuntar la evaluación hacia procesos de sensibilización en aspectos del saber ser, que permitan emitir juicios valorativos de las acciones éticas y morales que van de la mano con los demás procesos de formación.

Finalmente se puede concluir que la evaluación es un proceso aplicable a todos los ámbitos de interacción del ser humano; en la educación debe servir como herramienta para mejorar los procesos de adquisición de competencias, debe ser tanto cualitativa como cuantitativa para poder tener en cuenta el saber, el saber hacer y el saber ser. En éste proceso se deben tener en cuenta los puntos de vista y aportes que realice cada uno de sus actores (estudiantes, docentes, directivos, padres de familia) para que sea objetiva y eficiente.

Para que ésta herramienta sea efectiva debe estar acompañada de una retroalimentación constructiva, teniendo en cuenta resaltar lo positivo, no sólo lo negativo; nunca evaluar la persona sino el proceso que está realizando, evitando así las burlas y malos comentarios, empoderando a los estudiantes para que sigan mejorando y fortalecer su autoestima.

Para terminar, se puede afirmar que la evaluación es el mismo cambio y actualización de la educación, teniendo en cuenta que no puede haber mejoras ni avances sin un proceso de evaluación y retroalimentación constante, siendo los sujetos parte indispensable del proceso sin los cuales éste no existiría.

Referencias

Altablero N°38 (2006). Evaluar y promover el mejoramiento. Bogotá: Mineducación. Recuperado de http://www.mineducacion.gov.co/1621/article-107321.html

Altablero N°44 (2008). Evaluación para los aprendizajes. Bogotá: Mineducación. Recuperado de http://www.mineducacion.gov.co/1621/article-162342.html

Álvarez Méndez J. M. (1993). Evaluar para conocer, examinar para excluir. Ediciones Morata

Celaya, I. [Iñaki Celaya]. (2013, diciembre 7). Introducción a la evaluación educativa [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=olOjPUL6Wck

Montagut A. Pino A. (2007). Evaluación, ética y constitución de sujeto. Bogotá.

Mora Vargas A. I. (2004). La evaluación educativa: concepto, períodos y modelos. Costa Rica: Portal de revistas académicas. Recuperado de http://revistas.ucr.ac.cr/index.php/aie/article/view/9084/17481

Posner, George. (1998). Análisis del curriculum. Colombia: McGraw Hill.